¡Visita mis otros blogs!

viernes, 31 de diciembre de 2010

Capítulo 14

“Voy a esperarte. Esta vez con paciencia”

Permaneció quieta, intentando evitar el más mínimo movimiento. Incluso contuvo la respiración. Vio cómo los pececillos empezaban a acercarse, nadando confiados alrededor de sus pies. Contó hasta tres, despacio, y después se abalanzó sobre ellos con toda la rapidez que le fue posible. Eran demasiado rápidos y en cuestión de un segundo habían desaparecido, así que se rindió y salió del agua, con el vestido empapado. Estaba muerta de hambre... Aunque no era ese el mayor de sus problemas. La sed empezaba a torturar su garganta, y eso sí era un motivo por el que preocuparse.
No veía a Lucas por ninguna parte. Seguramente todavía estaría buscando algo que comer. Decidió ir a buscarlo, adentrándose en la pequeña selva. No muy lejos, lo encontró agachado y totalmente inmóvil entre la hierba. Cuando él la vio, le hizo señas para que permaneciera en silencio, así que Ruth se acercó sigilosamente, procurando no hacer ruido.
-¿Qué haces? - Susurró, agachándose junto a él.
Lucas no dijo nada, se limitó a mover la cabeza indicando a su amiga que mirase hacia la izquierda. Ruth lo hizo y vio un conejo, que observaba a su alrededor con cierta inquietud, aunque parecía no haberse dado cuenta de que alguien lo estaba vigilando. Después de unos segundos, la chica comprendió qué era lo que pretendía Lucas. ¡Quería comérselo!
Ruth se puso en pie de repente y comenzó a gritar. El animal huyó despavorido y Lucas pegó un brinco, sobresaltado.
-¿Pero qué haces? - Exclamó mirando a su amiga con los ojos fuera de sus órbitas. - ¿Te has vuelto loca?
-¿No pensarías en serio que iba a permitir que matases a ese pobre conejito? - Respondió ella orgullosa.
-Perdóname por no querer morir de hambre.
-Perdóname tú por no querer ver cómo despellejas a un animal indefenso y te lo comes después. - Lucas se puso en pie y retiró de su pantalón pequeñas ramas que se le habían quedado pegadas. - Además, yo había venido a decirte que deberíamos preocuparnos más por encontrar agua que por llenar el estómago. No sé tú, pero yo me estoy muriendo de sed.
El chico asintió con la cabeza, dándole la razón.
-Todavía no hemos inspeccionado la parte derecha de la isla. A lo mejor allí encontramos agua por alguna parte.



Víctor, Javi y Lorena se encontraban en el puerto, acompañados por la policía y el dueño del barco. Habían llevado sus maletas a comisaría. Los padres de los desaparecidos ya estaban informados de todo y se dirigían hacia allá.
-Hace un rato una de las limpiadoras se dio cuenta de que faltaba un salvavidas. - Aclaró el dueño. Después miró a los chicos con cierta tristeza.
-Eso corrobora que cayeron del barco. - Dijo el policía más joven.
Lorena hundió la cabeza en el pecho de Víctor, como intentando protegerse de aquella horrible confirmación. El más viejo de los policías se colocó un radiotransmisor en la oreja y comunicó la nueva información a comisaría. Después permaneció en silencio, escuchando a quien le hablaba desde el otro lado. Asintió unas cuantas veces y finalmente colgó.
-Van a enviar un helicóptero para sobrevolar el recorrido del barco. En caso de que encuentren algo, avisarán a otros dos agentes que seguirán el camino en lancha. - Informó el policía. - Nos mantendrán informados de todo.
-¿No van a buscar en la isla? - Intervino Víctor.
-Ya te dije que había pocas posibilidades de que estuviesen allí. Y en ese caso, no es tan urgente encontrarlos. Primero vamos a inspeccionar el recorrido, porque es posible que se encuentren con vida en el agua.
-No os preocupéis, chicos. Los encontraremos. - Añadió el policía joven, dando una palmadita en el hombro de Víctor, intentando animarlos. - Ahora deberíais ir a dar una vuelta e intentar despejaros. Os llamaremos en cuanto sepamos algo.
-Ni hablar, yo me quedo aquí. - Dijo Víctor con voz áspera. - No voy a ir a dar una vuelta sin saber dónde está mi hermana, como si no pasara nada.
-Víctor, creo que deberíamos hacer lo que nos dice. - Susurró Lorena acariciando el rostro del chico. - Nos sentará bien. Además, nosotros aquí no podemos hacer nada... ahora todo depende de ellos.

Ruth se sentó en una piedra con la intención de descansar un rato. Llevaban caminando demasiado tiempo, y todavía no habían encontrado ni una sola gota de agua. Lucas se sentó frente a ella, en otra piedra, y suspiró.
-A lo mejor no estamos tan perdidos como pensamos. - Dijo Ruth con una nota de esperanza, utilizando su mano de abanico. - Puede que haya gente al otro lado de la isla. Una vez vi una película en la que pasaba algo así.
-Puede ser, pero ni siquiera sabemos cómo de grande es todo esto. - Lucas observó a su amiga, que tenía la mirada clavada en el suelo y garabateaba en la arena con un palito. - No te preocupes. Pronto nos encontrarán.
Ella levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa, pero no parecía muy contenta. ¿Por qué iba a estarlo? Si no sabía dónde estaban, ni podía comer nada, y tampoco tenían agua. Desde luego, no existían motivos para que estuviese contenta. Sin embargo, Lucas veía las cosas de un modo diferente. No le importaba en absoluto estar allí con Ruth. De hecho, casi le parecia un regalo del destino. Incluso no estaba seguro que querer regresar tan pronto con los demás. Pero no podía contar con que a ella le pasara lo mismo. Ruth querría irse de allí cuanto antes, volver con sus amigos... Lo más seguro es que para ella no significara nada el hecho de estar allí con él, los dos solos. De hecho, había estado evitando todo contacto con él durante dos semanas, desde que descubrió que era Lmusic. Estaba enfadada. Por eso estaban allí, porque ella se había enfadado con él en el barco. Quizás cuando regresaran volvería a distanciarse... Estando en la isla no le quedaba otro remedio más que tratarlo con normalidad. Y aún así... notaba cierta tensión cuando se encontraban cerca. Se ponía nerviosa.
Ruth se sonrojó y agachó rápidamente su verde mirada, volviendo a su tarea de dibujar en la arena, al ver que Lucas la estaba mirando. Él también desvió sus ojos hacia otro lado, y muchas preguntas invadieron su cabeza. No era capaz de comprender por qué Ruth actuaba de esa forma con él. Por una parte intentaba evitarlo, y lo había rechazado sabiendo que estaba enamorado de ella. Pero, por otro lado, el hecho de sonrojarse cuando la miraba, o ponerse tan nerviosa cuando estaban cerca... todo eso parecía indicar que sentía algo por él. Y en ese caso, ¿por qué lo evitaba? Quizás prefería que siguieran siendo amigos. ¡Qué estupidez! Entonces nada hubiese cambiado entre ellos. Eso a él no le importaría en absoluto, seguir siendo amigos, igual que lo habían sido siempre. Podía conformarse con tenerla a su lado de esa forma, no necesitaba más. Su amiga... Tampoco sonaba tan mal. Siempre se ha dicho que un amigo es lo más importante. Claro... pensó Lucas, comprendiendo por fin qué era lo que ocurría. Volvió a mirar a Ruth. Ella se dio cuenta, pero prefirió seguir mirando al suelo.
Lucas sonrió amargamente. Natalia era la razón. Ruth se había enamorado de Lmusic y, posiblemente, el detalle de que éste no fuera otro que Lucas, no tendría tanta importancia de no ser por Natalia. Lo único que había conseguido él era hacer daño a Ruth, porque ella jamás permitiría ninguna clase de relación sentimental entre ellos dos, por tal de que Natalia no sufriera. Lucas sintió cierta impotencia al pensar que no iban a estar juntos hasta que Nat se olvidase de él, y quizás cuando esto pasara ya sería demasiado tarde. Suspiró. A lo mejor debía renunciar, rendirse... olvidarla. Se encontró con su mirada y justo después con su sonrisa. ¿Olvidarla? Lucas rió para sí. Eso no era tan fácil. Pero no insistiría más. Lo mejor era hacer como si Lmusic no hubiese existido nunca.
-Bueno, ¿seguimos buscando? - Dijo poniéndose en pie.
-Sí, vamos. - Respondió Ruth encogiéndose de hombros. No le apetecía demasiado seguir andando, pero la sed quemaba su garganta. - Como no encontremos agua pronto me voy a desmayar.
No exageraba, realmente estaba convencida de ello. Le dolía todo el cuerpo y no le resultaba fácil mantener los ojos abiertos. Era como si el aire pesara toneladas. No se veía con fuerzas para caminar al ritmo de Lucas durante mucho tiempo más. Todo empezaba a nublarse y también estaba perdiendo, poco a poco, la capacidad de oír. Se acercó a Lucas y lo agarró de la mano. Él se giró sorprendido y paró en seco al percatarse del estado en que se encontraba su amiga.
-¿Estás bien? - Le preguntó algo confuso.
-Necesito agua. - Balbuceó ella que, sin soltar la mano del chico, continuó caminando torpemente.
-¿Puedes andar? - Lucas colocó la mano libre tras la espalda de Ruth, para sujetarla si fuera necesario.
-Sí... Pero así voy más segura. Es que estoy un poco mareada.
Caminaron juntos durante un rato, pero finalmente tuvieron que volver a sentarse, viéndose Ruth incapaz de continuar.
-Estás sudando. - Dijo Lucas preocupado, al ver la frente empapada de su amiga. Empezó a abanicarla con la mano, sin saber qué otra cosa hacer. - ¿Así mejor?
-Tranquilo. - Susurró Ruth sonriendo. - Me pasa a veces... Solo necesito descansar un poco. Es que hace mucho calor... y tengo sed...
-Puedo seguir yo si quieres. - Sugirió Lucas.
-No, espera un momento, ya se me está pasando.
Lucas no dijo nada más. ¿Qué era ese sonido? Permaneció en silencio, intentando escuchar algo.
-¿Qué ocurre? - Preguntó Ruth al ver la extraña reacción de su amigo.
-¿No lo oyes? - Los ojos de Lucas parecieron iluminarse de repente. - ¡Escucha! Es el sonido del agua.
Ruth se esforzó por escucharlo también. Después de unos segundos, logró percibir lo que le pareció el sonido de un río. Se puso en pie de golpe. Lucas la sujetó al ver que se tambaleaba.
-¡Vamos! - Exclamó ella sonriente.
Los chicos continuaron su camino, dejando que el murmuro del agua los guiase. Se detuvieron en seco al encontrar lo que producía aquella melodía, asombrados. Frente a ellos había un pequeño lago rodeado por una espesa vegetación. Arbustos de hojas verdes y frescas, árboles majestuosos, flores de colores... Pero lo que consiguió dejarlos boquiabiertos fue la enorme cascada que había al otro lado del lago. No solo habían encontrado agua, la habían encontrado de la mejor manera posible.
-¡Madre mía! - Exclamó Ruth corriendo hacia la orilla.
Llenó sus manos de agua y la llevó a sus labios. Lo hizo varias veces, consiguiendo así apagar su sed. Después se mojó la cara y permaneció allí un rato más, esperando a que su cuerpo se recuperase.
-¡Eh, Ruth, mira! - Escuchó gritar a Lucas. Lo buscó con la mirada, pero no lo veía por ninguna parte. - ¡Aquí arriba!
Ruth alzó la vista y encontró a su amigo agarrado a una rama que atravesaba el lago casi en su totalidad, a una altura considerable. Estaba enlazada con la rama de otro árbol, de la orilla de enfrente, formando una especie de puente.
-¿Qué haces ahí? - Chilló sintiendo cómo todos los pelos de su cuerpo se erizaban.
De no ser por la enorme distancia a la que se encontraba del agua, aquella escena hubiese resultado graciosa. Pero teniendo en cuenta que podría matarse de un momento a otro, el parecido que en ese momento su amigo tenía con un simpático monito, no tenía ninguna gracia.
-¡Mira!, no te lo pierdas, ¿eh? Que no sé si querré hacerlo otra vez. - Exclamó Lucas desde la rama.
-¿Qué vas a hacer, loco? ¡Da igual, no lo hagas!
Lucas se echó a reír y se soltó de una mano para asustar a su amiga, que gritó aterrada. Después empezó a balancearse. Lo cierto es que estaba bastante alto, tendría que tener cuidado y caer de manera que el agua no le hiciera daño.
-¡Deja de hacer el tonto! - Suplicaba Ruth desde abajo.
Él seguía riendo, cuando notó un cosquilleo en la mano izquierda, con la que sujetaba la gruesa rama. Miró hacia arriba y descubrió una tarántula, negra y peluda, caminando tranquilamente sobre sus dedos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y después se soltó de golpe, cayendo al agua entre gritos, tanto de Ruth, como suyos. Nadó rápidamente hacia la orilla y al salir echó un vistazo a su mano, para asegurarse de que la terrible araña había desaparecido. Suspiró aliviado al ver que no estaba.
-¿Qué ha pasado? - Preguntó Ruth alarmada. - ¿Por qué te has tirado de repente? ¡Podrías haberte matado!

-Nada. - Mintió él, dedicándole una amplia sonrisa. - Solo quería asustarte.
-¡Idiota! - Gritó ella enfadada, golpeando el brazo del chico. Después miró fijamente su pantalón empapado y señaló algo. - ¿Qué es eso?
Lucas miró horrorizado lo que su amiga había señalado y empezó a gritar de nuevo, dando saltitos, intentando deshacerse de la tarántula, que se había agarrado a sus vaqueros. Ruth lo observó divertida, y después le dio un manotazo a la araña, que huyó de allí, escondiéndose entre la hierba.
-Así que querías asustarme...

No hay comentarios:

Publicar un comentario