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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Capítulo 10

“Si existe la más remota posibilidad de que algo pueda salir mal, saldrá mal. Ley de Murphy”

La gente correteaba por los pasillos alegremente, a pesar de que un nuevo curso estaba a punto de empezar. Se contaban, algunos emocionados, otros no, sus batallitas de ese verano. Los de primero paseaban por los pasillos en grupitos, desconcertados.
A Ruth no le resultó muy difícil encontrar su clase, después de despedirse de su hermano en el pasillo de segundo de bachiller: conocía perfectamente el edificio. Su aula estaba en la segunda planta, en el pasillo de la izquierda, junto con el resto de clases de primero de bachillerato. Su curso era el A. Se asomó al aula y encontró allí a muchos compañeros del año anterior, y también algunas caras nuevas. En el fondo de la clase vio a Rebeca, sola, mirando por la ventana. Era la única que estaba sentada. Recibiendo y respondiendo saludos de sus compañeros, Ruth llegó hasta ella. Se había propuesto sentarse en primera fila, pero el ver a Rebeca tan al margen, decidió sentarse con ella. Los demás observaron con asombro cómo tomaba asiento junto a la chica más rara del instituto.
-¡Hola! - Exclamó Ruth con una sonrisa, colocando su mochila a los pies de la mesa. - No sabía que estábamos en la misma clase. No te importa que me siente aquí, ¿no?
Rebeca le respondió con otra sonrisa. Hoy no llevaba los labios pintados, pero iba vestida como era habitual en ella. El flequillo, cortado a un lado, le tapaba un ojo.
-No me importa.
Después siguió mirando por la ventana.
La clase se iba llenando poco a poco y los alumnos fueron tomando asiento. Las mesas estaban colocadas de dos en dos. Casi todos los que entraban en el aula saludaban a Ruth desde lejos, ya que les asustaba acercarse más de la cuenta al ver que Rebeca estaba con ella. Tres filas delante de las chicas se sentó Eva Sánchez, una de las personas más despreciables que Ruth había conocido nunca. Ninguna sentía mucha simpatía por la otra, pero habían intentado llevarse medianamente bien, puesto que desde que entraron en el instituto, no les quedó más remedio que compartir clase, y nunca viene bien buscarse enemigos.
Era muy guapa, y rebosaba sensualidad. Pero sus ojos verdes tenían tanta maldad que dolía mirarle a la cara. Otra chica, Gemma Castillo, fue decidida a sentarse a su lado, pero Eva colocó sus manos en la silla para impedirlo, y le sonrió con malicia.
-Lo siento, guapa, pero este sitio está reservado. - Dijo con desdén.
Gemma, poniéndose colorada, buscó otro sitio donde sentarse y eligió el más alejado de Eva, que jugueteaba con sus rizos negros, sin quitar ojo a la puerta del aula. Entonces Ruth, después de presenciar la escena, vio a Javi entrar en clase y, tras él, a Lucas. Sintió cómo le ardían las mejillas. Al ver a sus amigas, Javi alzó la mano, saludándolas, y después corrió hacia ellas. Lucas lo siguió, caminando con paso más lento. Todas las chicas lo miraban, sonriendo. Algunas se mordían el labio, sin retirar en ningún momento la mirada del chico, el más guapo del instituto. Él se dio cuenta de que todas estaban pendientes de él, y sonrió. Estaba acostumbrado a ser el centro de las miradas.
Cuando pasó por al lado de Eva, ésta sonrió adoptando una expresión de inocencia que no iba nada con ella.
-Lucas, ¿te sientas conmigo? - Dijo apartando un poco la silla de la mesa, invitándolo a sentarse.
Al igual que Ruth, Lucas nunca había podido soportar a aquella chica. En realidad, a pocas personas caía bien. La miró con indiferencia, sin esforzarse por aparentar simpatía.
-Yo voy con Javi.
El resto de chicas rieron con disimulo al ver cómo Eva no se salía con la suya, algo que no ocurría con mucha frecuencia. Quien parecía más satisfecha era Gemma, que le dedicó una mirada de regocijo.
Javi se sentó justo delante de Rebeca y se giró hacia atrás, y Lucas tomó asiento junto a su amigo, delante de Ruth. Estaba algo cortado.
-Qué, ¿cómo va el primer día de clase? - Preguntó Javi, que parecía muy animado.
-Pues...
-¡Bueno días, señores! - Una voz grave y áspera interrumpió a Ruth.
Era un profesor que ella conocía de vista, pero que nunca le había dado clase. Todos los alumnos que aún estaban de pie se dieron prisa en sentarse mientras el profesor colocaba un maletín de cuero en su mesa.
-Para quienes no hayan tenido el placer de conocerme, me llamo Francisco Jiménez y me ha tocado ser vuestro tutor este año. Os impartiré clases de física y química. Como ya he dicho, me llamo Francisco Jiménez. Ni Profesor, ni Francis, ni Paco. Si me llamáis por mi nombre nos llevaremos bien.
El aula se llenó de risas tímidas ante el comentario del profesor, que dirigió la mirada a la parte de atrás, donde estaban sentados Ruth y los demás. Mostraba una sonrisa reluciente.
-Vaya, vaya. - Dijo sin retirar los ojos de allí. - Pero si está aquí mi amigo Javier, ¡qué grata sorpresa!
Ruth percibió una nota de furia en los ojos de Javi, que mantuvo la expresión seria, sin apartar la vista de Francisco Jiménez.
-Y yo que me había decidido por Bachillerato huyendo de usted. ¡Inocente de mí por pensar que no lograría pasar usted de tercero de la ESO!
-No va a tener esa suerte. - Javi escupió sus palabras, sin poder guardar silencio ante las burlas del profesor.
-Veo que sigue tan gracioso como siempre. Tal y como imaginaba, usted no ha cambiado nada.
Javi no volvió a articular palabra, aunque su rostro evidenciaba que se moría de ganas por contestar. Durante el resto de la hora, el tutor explicó a sus alumnos la organización del curso y les dio el horario. De vez en cuando dedicaba un comentario ofensivo a Javi, que permaneció en silencio intentando evitar dentro de lo posible cualquier enfrentamiento con aquel hombre tan prepotente. Cuando sonó la campana abandonó la clase despidiéndose de sus alumnos.
-¿Pero de qué va este tío? - Exclamó Lucas cuando ya se había marchado. Después miró a Javi. - No me puedo creer que no le hayas dicho nada.
-Ya le dije bastante en su momento.
-¿En su momento? - Preguntó Ruth, que no se enteraba de nada.
-Ya os conté que hace algunos años yo no era lo que se dice un alumno ejemplar. Lo único que me importaba era salir y cuando venía a clase, porque no tenía más remedio, me dedicaba a perder el tiempo y contestar de la mala manera a los profesores. Repetí dos cursos, pero después me di cuenta del error que estaba cometiendo. Da la casualidad de que Francisco Jiménez fue mi tutor durante esos dos años. - Javi rió tras decir esto. - Recuerdo que le llamaba Paquito, porque sabía que no podía soportarlo. Reconozco que el hombre tiene motivos para odiarme, pero lo que ha hecho hoy ha sido demasiado...
-Se ha pasado. Además, el hecho de que te hayas enmendado ya dice mucho a tu favor, ¿no? - Añadió Ruth, que había escuchado atentamente la historia de su amigo.
Una mujer bajita y regordeta entró en el aula, caminando de una forma muy graciosa. Llevaba una montaña de folios en los brazos, que soltó en la mesa en cuanto le fue posible.
-¡Buenos días! - Exclamó con efusividad, dando una palmada en el aire. - Hace una mañana estupenda, ¿verdad?
Los alumnos se quejaron entre ellos, completamente en desacuerdo con su profesora.
-Es Ángeles, de biología. - Susurró Lucas al oído de Javi. - La mejor profesora que he tenido nunca.
Ruth pudo escuchar a Lucas a pesar del poco volumen con que decía sus palabras. No era capaz de apartar la vista de él. Estaba tan guapo... Supuso que no le había dado tiempo a peinarse aquella mañana, ya que tenía el pelo muy desordenado. Pero lo cierto es que le sentaba genial.

A la hora del recreo, Ruth, Javi y Lucas se reunieron con Víctor y Lorena en la puerta de gimnasio, donde normalmente iban cuando sonaba la campana. Rebeca había preferido irse sola a la cafetería, y Natalia no aparecía por ninguna parte.
-He ido un momento al baño y cuando he salido había desaparecido. - Explicó Lorena refiriéndose a Natalia. Besó a Víctor en la mejilla. - Supongo que vendrá ahora. Sabe donde estamos.
-No lo creo. - Dijo Javi. - Mirad.
Los demás miraron hacia donde señalaba su amigo, y descubrieron a Natalia entre el grupito liderado por Eva Sánchez.
-¿Qué hace con esas? - Exclamó Ruth muy sorprendida.
-Ni idea, pero hace tiempo que la veo muy rara. - Opinó Lorena, abrazada a su novio. - Ya se podría haber buscado mejor compañía que nos sustituya.
-¿Pero qué estás diciendo? - A Ruth le había dolido el comentario de Lorena. - Natalia no nos ha sustituido por nadie. Tendría que hablar de algo con ellas, o vete tú a saber.
-Gloria se ha arrimado mucho a ella durante estas tres horas. - Añadió Lorena. - La verdad es que no me ha hecho ningún caso.
Gloria era la mejor amiga de Eva. Aunque la relación que tenían no estaba muy claro que fuera de amistad, porque a la espalda decían verdaderas barbaridades la una de la otra.
-¿Gloria Espejo? - Lucas habló por primera vez desde que habían salido de la clase. - Esa es peor aún que Eva.
-Pues se lo están pasando bastante bien. - Comentó Víctor, viendo cómo Natalia reía junto a sus nuevas amigas. Parecía una más. - En fin, ¿qué hora es?
-Menos cinco. - Contestaron Ruth y Lucas al unísono.
También a la vez se miraron, y agacharon la cabeza inmediatamente. Los demás no tardaron en darse cuenta de que sucedía algo.
-¿Y a vosotros dos qué os pasa? Ahora que lo pienso, no os he visto hablar en todo el día. - Dijo Javi alzando una ceja.
-Nada. - Respondieron los dos automáticamente, de nuevo al mismo tiempo.
-Uuh... - Canturreó Víctor con una sonrisilla. - ¿Nos hemos perdido algo?
Ruth decidió no contestar, porque estaba convencida de que, si lo hacía, otra vez Lucas diría lo mismo y a la vez que ella. Por desgracia, él pareció pensar lo mismo, y el silencio fue aún peor.
Víctor y Javi se miraron mutuamente, sonrientes. Pero Lorena observó a su hermano con un gesto de preocupación en el rostro. El timbre sonó avisando a los alumnos de que debían regresar a clase. El recreo había terminado. ¡Salvados por la campana!

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