“Siempre he oído que es preferible conocer la verdad por mucho dolor que ésta pueda causar en nosotros. Pues eso... es mentira.”
Volvió a mirar el móvil, para descubrir que aún no había recibido respuesta. Eso reforzaba sus sospechas. Cada vez estaba más convencida de que Lucas era Lmusic. La verdad es que si eso era cierto, todas las piezas encajaban. Lmusic era un gran admirador de Sum 41, y Lucas también. Lmusic... “L”, de Lucas. Ambos tocaban la guitarra, y lo poco que había podido descubrir del aspecto físico de Lmusic en el encuentro en Los Ángeles, coincidía con la apariencia de Lucas hasta tal punto que ella misma se sorprendió de no haber caído antes en algo así. Además, ahora que lo pensaba, era evidente que Lmusic, fuera quien fuese, sabía quién era ella antes del encuentro, porque de lo contrario, no hubiese podido reconocerla tan fácilmente. Si se trataba de Lucas, no resultaba muy difícil explicar ese hecho, ni tampoco el por qué había mostrado siempre tanto empeño en esconder su identidad, por qué había rechazado siempre la idea de decirle su nombre o enviarle una foto. Otra cosa que le hacía estar cada vez más segura de su teoría, era lo nervioso que se había puesto su amigo cuando ella le cogió el móvil.
Aunque Ruth no se dio cuenta, ya había anochecido y se encontraba prácticamente en una absoluta oscuridad. Estaba demasiado ocupada dándole vueltas a la cabeza como para preocuparse por eso.
A pesar de que todo apuntaba a que Lucas llevaba más de un año haciéndose pasar por Lmusic, aquello no tenía mucho sentido. ¿Por qué iba a ocultárselo durante tanto tiempo? Además, se había tomado la molestia de obtener un teléfono y un correo electrónico exclusivamente para ella. Y todo eso, ¿para qué? ¿Para que no descubriera la verdad? ¿Y no era más fácil plantarse ante ella y decirle directamente que la quería? La verdad es que no sabía qué pensar, porque en cierto modo, lo que Lucas había estado haciendo le parecía que era burlarse de ella. Aunque si fuera eso, una broma pesada, no tenía sentido que se hubiese esforzado tanto por no ser descubierto. Y no era propio de Lucas reírse así de la gente.
También podía ocurrir que él no fuera el chico con quien hablaba por Internet. Se estaba precipitando mucho sacando tantas conclusiones. Pero, ¿por qué se había puesto tan nervioso entonces cuando cogió su móvil? Quizás simplemente no quería que ella viera el mensaje, pero no porque fuera Lmusic, sino porque eran sus asuntos y no le parecía bien que nadie hurgara en ellos. No estaba muy convencida de eso, pero bueno. Además, después de desconectar el móvil ella llamó y comprobó que, efectivamente, estaba apagado. Había muchos más argumentos a favor que en contra de su teoría. Pero si estaba en lo cierto, y Lucas era su chico cibernauta... ¿Qué iba a hacer? ¿Seguir comportándose con él como si nada hubiera pasado? Eso era imposible... ninguno de los dos actuaría con normalidad después de eso. ¿Y qué iba a decirle a Natalia? Bastante mal lo estaba pasando. Pero bueno... tampoco era necesario que ella supiera eso, ¿no? Podía ahorrarse el mal rato. Si, de todas maneras, entre ella y Lucas nunca iba a pasar nada, ¿verdad? No, por supuesto que no.
Ruth suspiró en la oscuridad y el silencio de su habitación. Tampoco era seguro que Lucas fuera Lmusic. ¿Qué debía hacer? Quizás lo mejor fuera dejar las cosas como estaban y quedarse con la duda... Aunque una parte de ella le decía que no, que debía comprobarlo y asegurarse de que estaba en lo cierto. Podía exigirle una cita a Lmusic. Él le había prometido que le revelaría su identidad. Pero, ¿qué iba a hacer cuando Lucas se presentara ante ella como Lmusic? No tenía ni idea de cómo reaccionaría en ese momento, pero al menos ahora no le pillaría por sorpresa. Se sintió muy abatida al comprender que desde ese momento ya no habría más conversaciones por MSN, ni más SMS, todo habría terminado. Todo había sido una mentira... Lucas la había estado engañando durante más de un año y ella se lo había creído todo como una estúpida. ¿Cómo había podido ser tan cruel? Le había hecho creer en la existencia de alguien que él mismo había inventado. Y no solo eso, sino que había conseguido que se enamorase de él. Sintió unas ganas inmensas de llorar. Lmusic no existía. ¿Y lo que sentía por él? ¿También era una mentira? No, eso era real. Pero, siendo así, ¿era por Lucas por quien sentía todo aquello? Porque, en realidad, era con él con quien había compartido todas esas conversaciones y de quien había llegado a enamorarse un poco... ¿Enamorarse? ¿De Lucas? Aunque tras un pseudónimo que él había inventado, todo lo que había dicho, todo lo que había compartido con ella era real, la personalidad que le había mostrado, todo eso era real. Sí, era de Lucas de quien se había enamorado, aunque quisiera negarlo. Pero lo que él había hecho no estaba bien, se había portado como un completo cobarde y había jugado con sus sentimientos. Pero, por otro lado... había hecho todo aquello para poder hablar con ella sin tapujos, sin que nada ni nadie pudiera estropearlo ni entrometerse. Se preguntó si Víctor y Javi sabrían algo de todo aquello... Lo más seguro era que no. Se habrían burlado de él de ser así.
Ruth cogió de nuevo su móvil. Nada. Sintió tentaciones de llamar para ver si aún no había encendido el teléfono, pero volvió a dejarlo sobre la cama, donde ella estaba tumbada, con la cabeza apoyada en las manos y mirando al techo. Se dio cuenta entonces de que había anochecido. No tenía ni idea de la hora que podía ser, pero la verdad es que no le importaba mucho. Llevaba allí desde que volvió de casa de Javi y ni siquiera se paró a llamar a Natalia, tal y como tenía pensado. Se limitó a encerrarse en su habitación y tirarse en la cama, como hacía siempre que necesitaba estar sola y pensar. Pensar... quizás estaba pensando más de la cuenta y después Lmusic resultaba ser otra persona. Ese pensamiento produjo en ella una extraña sensación, un pequeño temor. Eso le sorprendió, pero tuvo que reconocer que no estaba muy segura de lo que ella misma quería y, muy a su pesar, se dio cuenta de que su corazón se inclinaba sin dudarlo hacia la posibilidad de que Lmusic fuera Lucas.
¿Qué podía hacer? Había leído el SMS más de treinta veces. Estaba de los nervios. Seguro que Ruth ya se había dado cuenta de todo, de que él era Lmusic. ¡Maldita sea! ¿Por qué tuvo que llevarse el móvil a casa de Javi? Cogió el aparato y lo estrelló contra la pared, arrepintiéndose justo después, cuando ya era demasiado tarde. Fue recogiendo todas las piezas que se habían separado por el impacto y habían quedado desperdigadas por la hacitación y volvió a unirlas. La pantalla se había partido por la mitad. Intentó encenderlo, pero fue en vano.
-¡Bah! - Exclamó furioso, después de intentarlo varias veces más, y lanzó el móvil a la cama. ¿Qué importancia tenía un estúpido móvil cuando Ruth acababa de descubrirle?
Alguien llamó a la puerta y Lucas, que estaba de pie dando vueltas por su habitación, se detuvo, mirando hacia allá como si quien estaba llamando fuese el mismísimo diablo. Quería estar solo y no iba a dejar que nadie entrara en su cuarto a molestarle. Además, seguro que era Lorena que, aunque no sabía cómo, siempre conseguía descubrir qué le pasaba. A veces pensaba que podía leerle la mente a las personas.
-Lucas, ¡abre la puerta! - Era su madre, que luchaba con el pomo inútilmente, ya que su hijo había echado el pestillo. - He oído un ruido, ¿estás bien, hijo?
-Sí, mamá. - Respondió él. - Estoy bien.
-¿Y entonces por qué echas el pestillo? - Su madre parecía preocupada.
-Te he dicho que estoy bien, déjame solo, por favor.
Su madre debió irse después de eso, porque dejó de luchar con el pomo. Genial, ahora avisaría a Lorena, su espía particular e implacable. Bueno, qué más le daba a él, si no iba a abrirle la puerta.
Efectivamente, no tardó en llegar. Dio unos suaves golpecitos y esperó a que su hermano le abriera, algo que él no tenía intención de hacer. ¿Por qué todo el mundo se empeñaba en molestarle cuando necesitaba estar solo? No volvió a tocar, seguía esperando pacientemente, no quería presionar para que así él terminara abriéndole la puerta. Pero ese truco ya lo conocía. Y mientras más tranquila llegaba, más dispuesta estaba a sonsacarle información. Ella podía decir lo que quisiera, pero lo que pasaba es que era una cotilla y le encantaba meterse en la vida de los demás.
-Lucas, sé que estás así por Ruth. - Dijo al fin Lorena, que se había dado cuenta de que su hermano no iba a abrirle la puerta.
Pero cómo era posible que siempre lo supiese todo. Definitivamente, tenía el poder de leer el pensamiento.
-Yo no estoy de ninguna forma, así que ya te puedes ir, aquí no hay nada interesante que puedas investigar.
-¿Qué dices de investigar? Además, si no te pasa nada, ¿qué problema tienes con abrirme la puerta?
Durante un momento, Lucas permaneció en silencio. Desde luego, su hermana no tenía un pelo de tonta, siempre conseguía lo que quería. Se acercó a la puerta y retiró el pestillo, dejando que Lorena entrara a la habitación. Él le dedicó una mirada fulminante, que ella respondió con una sonrisa. Sin pedir permiso se sentó en la cama de su hermano y agarró el móvil que antes había estrellado contra la pared.
-Madre mía. - Dijo, examinando el aparato. - Lo siento, pero no me creo que se te haya caído. Esto es ensañamiento.
-No se encendía y me he enfadado. - Explicó Lucas con indiferencia, sentándose en la silla que había frente a su escritorio.
-Y no será que...
-No empieces, Lorena. No busques cosas donde no las hay. - Exclamó él interrumpiendo a su hermana. - Si estás aburrida dale el coñazo a tus amigas, pero a mí déjame en paz.
Pues sí que está enfadado, pensó Lorena viendo la reacción de su hermano. Se preguntaba qué habría pasado. Sabía que él lo interpretaría como simple curiosidad, pero estaba preocupada, e iba a averiguar qué era lo que ocurría, fuera lo que fuese.
-Pues sí, quizás debería llamar a Ruth, por ejemplo. - Se encargó de resaltar el nombre de su amiga.
-Bueno, ya está bien. Fuera de mi habitación. - Dijo Lucas, que estaba muy enfadado por el comentario con segundas intenciones de Lorena. Ella hizo caso omiso a lo que él le había dicho. - He dicho que te vayas.
-Sé que sigues enamorado de Ruth. - La voz de su hermana era tranquila.
Lucas no respondió. No tenía sentido negarlo, ya que eso no haría cambiar de opinión a Lorena. Aquel silencio lo decía todo.
-He notado muy rara a Ruth cuando volvimos de la piscina esta tarde. Y tú habías llegado mucho antes que nosotros. ¿Ha pasado algo?
Que había notado muy rara a Ruth... ya no cabía duda de que lo había descubierto.
-Lo que haya pasado no es asunto tuyo.
Lorena se levantó y se colocó frente a su hermano, se agachó, apoyándose en su rodilla.
-Aunque te cueste creerlo, me preocupo por ti. Y tú en cambio, me tratas con la punta del pie. Déjame ayudarte, Lucas.
Eso era chantage emocional, pero lo cierto es que sus palabras sonaban sinceras. Sentía la necesidad de contarle todo a alguien, necesitaba desahogarse. ¿Y quién mejor que su hermana para hacerlo? Lo pensó durante unos segundos, y después se lo contó todo. Todo.
Esperando a la Luna
Hace 12 años
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