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miércoles, 29 de junio de 2011

Capítulo 27

“Me quedan tantas canciones por inventar”

La oscuridad la absorbía en espiral, produciéndole un desagradable mareo. Quizás había bebido demasiado tequila... Pero no era eso lo que ahora le preocupaba. Las imágenes de La huérfana acudían a su cabeza y las sábanas no eran suficientes para paliar el miedo que le producía este recuerdo. Casi se sentía más insegura bajo ellas. Escuchar la respiración de Lorena la relajaba un poco, aunque no lo bastante. Le habría gustado encender la luz, pero no quería despertar a su amiga. Aunque lo cierto es que los chupitos de tequila la habían sumido en un sueño tan profundo que parecía imposible sacarla de él. Procuró calmarse para que pulsar el interruptor no fuera necesario, e intentó pensar en otra cosa. En Lucas. Estaría durmiendo plácidamente al otro lado del pasillo, en su habitación. Pensar en él consiguió distraerla un momento, pero de nuevo la película se clavó en su pensamiento, resultándole imposible arrancar de allí esas escenas que cada vez parecían más terroríficas. Sintió una gota de sudor correr por su frente hasta la oreja, a pesar de que no hacía calor.
Y así permaneció hasta que una tenue luz asomó tímida por los agujeritos de la persiana, anunciando el amanecer. Quiso aprovechar entonces para ir al baño y ya de paso beber un poco de agua en la cocina, aunque solo hizo lo primero, porque al asomarse escaleras abajo y ver tanta penumbra decidió que sería mejor esperar un poco más. Y fue en ese momento cuando escuchó algo. Una música. Una guitarra. Al principio se asustó porque le resultó extraño escuchar un instrumento a esas horas de la madrugada, pero después reconoció una voz entre las notas de aquella canción que empezaba a tomar forma y resultarle familiar. Dejó de respirar y agudizó el oído para averiguar la procedencia de la melodía, y después de un momento le pareció que provenía del dormitorio de los padres de Lucas y Lorena. Se aproximó hacia allá sin dejar de prestar toda su atención, abrió la puerta, y encendió la luz antes de entrar. No había nadie, pero adivinó que la música entraba por la ventana. Se acercó para abrirla con sigilo, procurando no hacer ruido para que nadie pudiera oírla y después, también muy silenciosa, para ello muy despacio, alzó la persiana, dejando entrar un sonido ahora mucho más claro. Esta vez identificó de inmediato la canción. Un hormigueo le subió desde el estómago hasta la coronilla al escuchar, por primera vez, a Lucas cantar. A pesar de que la canción que estaba tocando era Spare me the details, de The Offspring, su voz recordaba mucho a la de Pierre Bouvier, el cantante de Simple Plan, aunque quizás la de Lucas sonase menos americana.
Había una pequeña terraza encima del dormitorio de sus padres, a la que se podía acceder desde el patio, así que supuso que era allí donde se encontraba el cantante. Si hubiese sabido que Ruth estaba escuchando, sin duda habría parado. Ella conocía bien su miedo a cantar en público, así que se sentó bajo la ventana, apoyada en la pared, y permaneció allí durante mucho rato, no sabía muy bien cuánto, degustando aquellas notas... y aquella voz... cantando para sí cada una de las canciones que tocaba su amigo, todas ellas conocidas. Swing life away, de Rise Against, We're the same, de Sum41, Under my thumb, de los Rolling... También tocó, aunque estas sin voz que acompañara la guitarra, Slipping away y Look at me, las dos de Sum41.
La mañana ya estaba bastante avanzada, así que sospechó que pronto llegaría a su fin aquel concierto escuchado a escondidas y, a pesar de que le encantaban todas las canciones que su amigo había tocado, le decepcionaba pensar que iba a marcharse sin haber interpretado With me... Como si le hubiese leído el pensamiento, de pronto, tras un prolongado silencio que Ruth había considerado como el fin de la actuación, escuchó el comienzo de esa canción que tantas veces había sonado en los auriculares de su MP4, y que siempre le había hecho pensar en Lmusic... Saboreó cada nota con gran emoción, hasta que, no mucho después de su comienzo, se vio interrumpida de golpe. No supo el motivo hasta que escuchó la voz de Lorena, que al parecer estaba ahora también en la terraza. Pero, ¿desde cuándo? No la había escuchado salir del dormitorio, aunque también era cierto que la música de Lucas la había absorbido por completo.
-¿No está aquí Ruth? - la escuchó preguntar, algo confusa, con voz de resaca.
-No, ¿por qué iba a estar aquí?
Sin pararse a escuchar ni una palabra más, la chica se incorporó de un salto y corrió hacia la cama para acostarse de nuevo, aunque era evidente que Lorena había subido allí al descubrir que no estaba en la habitación. No tardó mucho en escuchar pasos que subían las escaleras y que cada vez se oían más cerca. Cerró los ojos e intentó normalizar su respiración, fingiendo que dormía.
-¿Ves? - era la voz de Lucas – Aquí está. Luego no me digas que el tequila no es tan malo.
Ruth estuvo apunto de echarse a reír ante el comentario, pero tuvo que reprimirse: no quería ser descubierta. Apretó el gesto y se concentró para que no le saliera la risa por la nariz.
-Que no. Que no estaba – parecía completamente convencida de ello, quizás porque no se equivocaba – Esta se está haciendo la dormida, y si no ya verás – hizo una pausa breve para después continuar. Miedo le daba – Ruth, te advierto que voy a contar algo que no quieres que mi hermano sepa, así que te doy la oportunidad de...
-¿Qué pasa...? - interrumpió la aludida, abriendo lentamente los ojos y simulando voz cansada, como de quien acaba de salir de un profundo sueño.
Ni ella misma podía creer que no se estuviera partiendo de risa todavía.
-¡Mírala! ¡Es una farsante!
-¿Pero cómo no la vas a despertar con esos gritos? Será mejor que te acuestes tú también... Estás desvariando.
-¿Que qué? Ni mi propio hermano me cree – se lamentó Lorena sobreactuando – Hala, yo me voy con Víctor que es el único que me aprecia.
Y salió de la habitación de un modo muy teatral para encontrarse con su novio en la habitación de Lucas. Pudieron escuchar las quejas de éste y de Javi cuando la chica encendió la luz y los despertó. Lucas y Ruth rieron, y después él hizo amagos de marcharse, pero ella lo detuvo, incorporándose a la vez que hablaba.
-Espera, Lucas.
El chico, al darse la vuelta, se sorprendió al descubrir que su amiga llevaba puestas unas converses, algo un poco extraño considerando que acababa de salir de la cama.
-O eres muy rápida o hay muchas cosas de ti que no sé todavía – bromeó.
-Hay muchas cosas de mí que no sabes todavía.
Él se echó a reír y, aunque Ruth intentaba aparentar tranquilidad, aquella pillada la había puesto nerviosa, y Lucas se dio cuenta.
-A lo mejor mi hermana no está tan loca como creía.
-¡Quién desvaría ahora! - se escuchó gritar a Lorena desde la otra habitación.
-¿Estabas despierta?
-En realidad no he dormido en toda la noche.
-¿Y dónde estabas cuando se ha despertado mi hermana? ¿Me has... me has estado escuchando?
-Cantas genial... - apuntó ella con tono de disculpa.
Advirtió en la expresión del chico que estaba muy molesto con lo que había hecho, pero no dijo nada más al respecto. Un simple suspiro puso fin a la conversación. Ruth sintió ganas de llorar. No podía soportar la idea de que Lucas se enfadase con ella.
-Lo siento. De verdad que lo siento. Sé que no tendría que haber...
-No te preocupes – interrumpió él, con una amplia sonrisa que no consiguió borrar del todo la incomodidad que reflejaba su faz – Aprovecha para dormir ahora, porque dentro de un rato tendremos que ir al jardín botánico.

sábado, 25 de junio de 2011

Capítulo 26

“Sonreír cada vez que tu mirada y la mía coinciden, sin importar si es desde lejos, desde cerca, si estamos en silencio o en medio de una conversación, quieras o no sonreír, o quiera yo hacerlo o no, esa sonrisa siempre aparece. Tú, ruborizada, te muerdes el labio en un intento de hacerla desaparecer, y al ver que no hay manera, escondes de mí tus ojos. Y yo en cambio, hago más amplia mi sonrisa. Y después de eso... bueno, seguimos como si nada”

Tenía los ojos abiertos como platos, clavados en la pantalla de la televisión. Seguramente su cerebro había olvidado que debía enviar la orden de parpadear, porque desde hacía un rato había dejado de hacerlo. Casi se podían escuchar los latidos de su corazón por encima del volumen de la película y su respiración se cortaba durante segundos para después coger aire muy agitada. A veces desviaba la atención debajo de la mesa, como para asegurarse de que nada iba a agarrarle los pies descalzos. Otras veces simplemente prefería no ver lo que sucedía y escondía el rostro en el cojín, al que se abrazaba como si le fuera la vida en ello. Ya había acabado con todas las uñas de sus dedos y temió que empezara a desgarrarse también la piel de un momento a otro.
Y así llevaba toda la película, observando a Ruth sentada a los pies del sofá, y sintiéndose culpable por haber cedido ante las súplicas de sus amigos en el videoclub, porque de verdad que la pobre chica parecía estar pasando un mal rato. Se inclinó hacia ella despacio, para no sobresaltarla, con la intención de preguntarle si prefería salir de allí y hacer alguna otra cosa.
-Ruth – susurró.
La chica dio un brinco que hasta él se asustó, y al comprobar que era Lucas quien la había llamado se llevó la mano al pecho, como procurando dejar el corazón en su sitio.
-¿Quieres matarme del susto? No seas tan sigiloso, hombre.
Él curvó las cejas.
-Solo quería preguntarte si quieres salir fuera o algo, te veo un poco tensa.
-¿Tensa, dices? Qué va, estoy bien, no te preocupes – hablaba muy rápido. - Es que está muy interesante.
Lucas se percató de que la chica volvía a dirigir la mirada debajo de la mesa, comprobando que todo seguía en orden.
-¿Quieres que te cambie el sitio?
Después de pensarlo durante unos segundos, dio un salto para instalarse en el sofá, y cuando Lucas hizo amagos de situarse donde ella había estado antes, lo agarró del brazo, impidiéndoselo.
-Mejor quédate donde estás.
Javi, que estaba sentado al otro lado de la chica y lo había escuchado todo, soltó una risotada.
-¿Os queréis callar de una vez? Así no hay quien se entere – se quejó Víctor, muy ofendido, desde el sofá contiguo, alzando un momento la cabeza de las rodillas de Lorena, que estaba completamente absorta viendo la televisión.
No había pasado mucho rato desde entonces, cuando Ruth hundió la mano en el sofá y empezó a moverla torpemente, hasta hallar el brazo de Lucas, al que se aferró con tanta fuerza que casi le hacía daño. Él sonrió. ¿Cómo podía alguien sufrir tanto con una película? La observó para comprobar que, a pesar de la expresión horrorizada que había adoptado su rostro, estaba guapísima. Se dio cuenta entonces de que Javi lo estaba mirando desde el otro lado, y movía los labios tratando de decirle algo. Lucas frunció el ceño y movió la cabeza, negando, haciéndole ver que no entendía nada, y su amigó formó en los labios una sonrisa maliciosa. Justo después se apagó la televisión, sobresaltando a todos los espectadores. A Javi también, aparentemente, aunque Lucas pudo ver cómo agachaba la cabeza y se mordía la lengua para aguantar la risa. Pocos segundos después se volvió a encender el televisor.
-¿Qué ha pasado? - preguntó Ruth aterrorizada.
Retiró los pies del suelo para colocarlos sobre el sofá, y se arrimó aún más a Lucas, apretándole el brazo de una manera que el chico no tuvo más remedio que retirarlo. En vez de eso, le agarró la mano, que temblaba sudorosa.
-Hay cosas que la mente humana no puede explicar, Ruth – respondió Javi inclinándose hacia la mesa para coger un puñado de palomitas y llevárselo a la boca.
-Ha sido él, que es muy gracioso – explicó Lucas levantando disimuladamente su brazo libre y elevando el dedo pulgar a modo de aprobación, un gesto que solo su amigo vio.
Pasó un buen rato hasta que la pobre no pudo soportarlo más y dejó de mirar la pantalla. Él no era capaz de concebir que aquella historia le provocase un espanto semejante, porque lo cierto es que no había escenas fuertes, pero resultaba obvio que lo estaba pasando verdaderamente mal.
-No me gusta esta película – exclamó de repente, soltando la mano de Ruth y poniéndose en pie. Se desperezó y luego llevó hasta ella la mirada. - ¿Vienes conmigo afuera? Tú también pareces aburrida.
-Vale.
-¿Me dejáis aquí solo? - se lamentó Javi.
-Espero que puedas soportarlo.
Y, acompañando su respuesta con una carcajada, salieron de la casa y se sentaron en el escalón de la puerta, frente al pequeño jardín vallado que los separaba un par de metros de la acera. Corría bastante aire, el suficiente como para recordar a Ruth que se había dejado la cazadora en el salón. Ahora era un jersey fino lo que cubría su cuerpo, y apenas llegaba al comienzo de los vaqueros, por lo que la parte baja de su espalda quedaba al descubierto. Lucas, en cambio, parecía estar bastante calentito metido en su sudadera.
-¿Tienes frío? - observó él. - Si quieres volvemos adentro, nos vamos a mi habitación o... o algo.
Se arrepintió de decir eso al darse cuenta de que podría malinterpretar sus palabras y pensar que aquella oferta llevaba consigo segundas intenciones. Aunque Ruth no era de esas personas que buscan un doble sentido a todo.
-No – respondió ella abrazando sus rodillas. - Prefiero quedarme aquí.
-Vale, ¿quieres que traiga una manta?
Ruth asintió con una sonrisa y cuando vio que el chico se levantaba para entrar de nuevo en la casa lo imitó. No iba a quedarse allí sola.
-Voy contigo.
Subieron a su dormitorio y finalmente decidieron quedarse allí, puesto que la temperatura en el interior era mucho más agradable. Lucas se sentó en el sillón de su escritorio, dejando la cama libre para Ruth, que se acomodó con la espalda apoyada en la pared. Le resultaba extraño estar allí, con Lucas, los dos solos, pero de ningún modo aquella situación le producía incomodidad. Durante un buen rato estuvieron charlando del grupo, de lo que harían al día siguiente en su visita al jardín botánico y de cómo harían el trabajo. Al parecer, él ya lo tenía todo pensado. Aunque la mayor parte del tiempo la dedicaron a recordar su experiencia en la isla, aquellas horas que vivieron juntos y que los habían llevado hasta ahí, porque probablemente de no haber sido por ese extraño incidente no se habrían reconciliado. También le comentó que habían visto a Natalia al salir del videoclub, y que parecía muy contenta. Esto provocó un enorme desconcierto en la chica, que la había visto llorando esa misma tarde. Después de aquel rato de intensa conversación se produjo un silencio largo y para nada incómodo, en el que Ruth se dedicó a observar con detalle la habitación de su amigo, que no dejaba de dar vueltas en la silla. Ya casi había olvidado que hacía menos de una hora estaba viviendo un momento espeluznante frente a la televisión.
-Es extraño – dijo ella, al fin, rompiendo el silencio.
-¿El qué? - él continuó rotando el asiento.
Ruth dudó durante un instante antes de responder.
-Cada vez que hablaba contigo por MSN... tú estabas aquí. Estabas ahí sentado, como ahora, seguramente dando vueltas en la silla... igual que en este momento.
Lucas sonrió con la mirada perdida, como recordando aquel tiempo, cuando todas las noches sin falta se conectaba esperando encontrarla entre sus contactos del MSN. Y pasaban horas y horas hablando, aunque para ellos los minutos transcurrían tan deprisa que perdían la noción del tiempo.
-A menudo me tumbaba en la cama, o me sentaba como estás tú, con el portátil encima.
-Siempre me pregunté cómo sería la habitación de Lmusic – se detuvo a mirar las cortinas azules, que dejaban pasar la luz anaranjada de las farolas, alumbrando la calle y parte de la habitación – Cómo sería él.
Después centró su atención en la estantería colocada en la pared sobre el escritorio, abarrotada de carpetas, libros y mangas; en las paredes forradas con posters de grupos: Sum41, Billy Talent, The Offspring...
-¿Y qué te ha parecido el descubrimiento?
-Desde luego... no ha sido lo que esperaba.
-¿Decepcionante?
Ruth sonrió y Lucas detuvo la rotación de la silla para mirarla directamente a los ojos, esperando una respuesta. Lo cierto es que esa cuestión le había producido una gran inquietud desde que ella lo descubrió todo.
-Difícil.
-¿Hubieras preferido que fuera otro y no yo? - insistió él.
-Al principio sí... Pero ahora...
La chica dejó pausadas en su garganta las palabras y clavó su mirada en la miel de aquellos ojos que la observaban expectantes, casi apremiándola, colmados de desasosiego, esperando escuchar algo que ella no iba a decir. Pero sí, le habría gustado decirle las palabras que intentaban salir de sus labios a empujones, y que luchó por contener, ganando la batalla. Le habría gustado decirle “te quiero a ti”, pero en vez de eso permaneció en silencio sin saber qué decir. Y él, impaciente, persistió.
-Ahora... ¿qué?
El pulso de Ruth se disparó.
-Te...
Y nada más, porque de pronto se abrió la puerta de una forma muy brusca, y aparecieron Víctor y Javi gritando: ¡Bu!, sobresaltando más a Lucas que a Ruth. Tras los recién llegados apareció Lorena, que entró en la habitación y se sentó en la cama junto a su amiga.
-Os habéis perdido un peliculón – declaró.
-No creo que haya sido para tanto – objetó Lucas, algo molesto por aquella interrupción.
Juraría que Ruth había estado apunto de decirle...
-¡Ha sido brutal! La mejor película de la historia – exclamó Javi enardecido.
-Dices eso de todas – rió Víctor.
Antes de que el aludido pudiese contestar, Lorena le hizo un gesto con la mano para llamar su atención y cuando él se la dedicó, la chica le sonrió entusiasmada.
-Javier, no sé a qué esperas.
Él se echó a reír, se agachó junto a la cama y buscó algo debajo de ella, hasta hallar una mochila que arrastró por el suelo hasta él. Luego la abrió, sorprendiendo a todos con una botella de tequila.
-¿Cuándo habéis puesto eso ahí? - preguntó Lucas dirigiendo una mirada de desaprobación a su hermana, recibiendo como respuesta unos ojos suplicantes ante los que no pudo hacer más que sonreír.
-Iré a por vasos y limón – dijo Lorena.
-Te acompaño – se ofreció Ruth, a quien también parecía ilusionar bastante la idea del tequila.
Lucas suspiró. Su momento con ella había terminado de un modo muy inoportuno, y ahora le esperaba una larga noche...

sábado, 18 de junio de 2011

Capítulo 25

“Quisiera abrazarte como hace algún tiempo... y decirte lo que ahora soy”

Lucas se encontró con sus amigos muy cerca del videoclub, adonde habían decidido acudir en busca de la película que iban a ver aquella noche. Sabía que lo que su hermana le había pedido (que escogieran una que no fuese de miedo) no resultaría fácil, sobre todo cuando Víctor y Javi habían sido desde siempre unos fanáticos de estas películas. Y preferir cualquier otro género en una noche de cine casero era, claramente, violar esa tradición que entre los tres habían forjado, porque Lucas también pertenecía a esta vieja costumbre.
Al final fueron ellos quienes lograron persuadirlo, así que se fueron de allí con La Huérfana en las manos, una película a la que Víctor tenía ganas desde hacía bastante tiempo. Así que Ruth tendría que conformarse.
Eran cerca de las diez, así que decidieron pasarse por la pizzería antes de regresar. Como no sabían qué pizzas preferirían las chicas, las llamaron para consultárselo, y una vez comprada la cena, caminaron hasta el coche de Javi, dos calles más allá, para volver. Se sorprendieron mucho cuando, al doblar una esquina, se encontraron de frente con Natalia y Gloria. La primera les ofreció una sonrisa nerviosa, aunque cariñosa, y su amiga en cambio agachó la cabeza, dejando la mirada escondida bajo su espeso flequillo. No quería cruzarse con los ojos de Lucas en ningún momento, aunque eso no habría ocurrido tampoco de no haber ocultado el rostro.
Él sabía que Gloria había evitado que se cruzaran desde aquella noche en la que decidió presentarse en su casa, hacía algunas semanas, empeñándose en recordar los lacerantes recuerdos que ella sola había ido construyendo en el pasado y que desde hacía mucho no torturaban la mente de Lucas. Por eso, porque sabía que ella, de pronto, después de tanto tiempo, empezaba a sentirse avergonzada por lo que un día hizo, prefirió ignorar su presencia para cumplir el deseo que tenía la chica de no encontrarse nunca más con él.
Lo cierto es que si Natalia no hubiera esculpido esa armoniosa sonrisa en su rostro, la situación habría resultado bastante incómoda. No esperaban aquella reacción por su parte, pero llenó de alegría a los chicos, y respondieron con otra sonrisa. Víctor incluso sintió el impulso de abrazarla, impulso que se obligó a contener, entre otras cosas, porque tenía las manos ocupadas con las cajas de la pizzería.
-¡Vaya! ¡Cuánto tiempo, chicos! - exclamó Nat tras unos segundos en los que nadie supo qué decir.
¿Cuánto tiempo hacía que no se mostraba tan alegre? A pesar de eso, Javi no pudo evitar darse cuenta al ver los ojos de la chica de que dos pensamientos opuestos se enfrentaban en su cabeza. Su mirada paseaba una y otra vez desde la cara de Víctor y Javi hasta la camiseta de Lucas. Quería mirarlo, pero no se atrevía del todo. Estaba nerviosa.
-¡Demasiado! ¿Cómo te va? - se interesó Víctor.
A pesar de la alegría de ambas partes por el reencuentro, el aire estaba impregnado de esa falta de confianza que aparece cuando llevas mucho tiempo sin ver a una persona.
-Creo que bien.
-¿Crees?
Natalia se echó a reír.
-Creo.
Tras decir esto, como si la palabra le hubiese dado el valor necesario, alzó la mirada hasta el rostro de Lucas, para descubrir esa maravillosa sonrisa que siempre la había hecho estremecerse. Parecía contento de volver a verla. Claro, ya le había dicho la otra vez que la echaban de menos. Ese pensamiento le aceleró el pulso y la sangre se empezó a acumular en sus mejillas.
-Pues yo lo que creo es que deberíamos quedar un día todos, como antes, ¿no te parece? - propuso Víctor.
Nadie dijo nada, pero todos comprendieron el gesto de Natalia, que de pronto se tornó preocupado al girar levemente la cabeza hacia Gloria, quien aún estaba oculta en su flequillo. Desde luego, no habían elegido el momento propicio para hablar de eso.
-Y podría venir Gloria también.
Esta segunda sugerencia sorprendió a todos, también a la aludida, que desvió su atención puesta en el suelo, para centrarla ahora en Javi. Lucas alzó las cejas y miró hacia otro lado, desaprobando discretamente la invitación de su amigo.
-No, pero gracias de todas formas.
-Bueno, pues entonces a ver si hablamos otro día más tranquilamente. Tenemos que irnos, y creo que vosotros también – añadió Natalia señalando las pizzas que sostenía Víctor, y recuperando la sonrisa.
Tras despedirse, los chicos continuaron su camino hacia el coche de Javi, en silencio, hasta que éste habló:
-Vaya, hoy Nat parecía la misma de siempre. Me ha recordado que la echo de menos.
-Sí, hacía tiempo que no la veía sonreír así – intervino Víctor.
Y Lucas pensaba lo mismo. Le alegraba haberla visto tan bien, pero al mismo tiempo le producía confusión. No hacía tanto tiempo que habían hablado en el patio del instituto. Aquella vez se había negado a volver, algo la oprimía impidiendo que las cosas pudieran ser como antes, y en cambio ahora parecía dispuesta incluso a quedar con ellos. Porque a juzgar por su expresión, por su sonrisa, no lo había dicho solo por educación. Algo había cambiado, algo había hecho que volviera a ser la Natalia que siempre había sido, o al menos eso le había parecido. Y realmente no importaba tanto cuál fuera ese motivo.

Natalia paseaba despacio junto a Gloria, sin hablar, inmersa cada una en sus pensamientos. Le había gustado ver de nuevo a los chicos, y ver también que no le guardaban rencor por haberse alejado tanto de ellos. De pronto deseó enormemente que las cosas volvieran a ser como antes. Y todo era gracias a la conversación que había tenido con Ángel aquella misma tarde. ¿Cómo le podía haber abierto tanto los ojos un chico al que apenas conocía? Ni siquiera era capaz de comprender la sensación que le producía el estar con él, esa confianza que sentía a su lado y que le había llevado a confesárselo todo... todos los problemas con sus amigos, lo que sentía por Lucas... todo. Y él le hizo comprender que darse otra oportunidad no iba a hacerle ningún mal. “¿Y si me rechazan? Estarán dolidos conmigo”, le había dicho ella. “Estoy seguro de que te recibirán con los brazos abiertos”, fue la respuesta de Ángel. “Eso es lo que hacen los amigos”.
Gloria no parecía tan contenta como Nat. Esa expresión apagada que había ensombrecido su rostro desde la discusión que tuvo con Eva en el recreo estaba allí de nuevo. Natalia había escuchado una versión no muy detallada del motivo que la estaba torturando. Le había contado que hacía algún tiempo tuvo un problema con un chico del que aún seguía enamorada, pero que él la detestaba después de lo que ocurrió, que nunca la había personado. Lo que no sabía es quién era ese chico.
-Gloria, ¿estás bien? - preguntó preocupada.
-No... - cerró los ojos con fuerza y después volvió a abrirlos. - Natalia, si no te lo digo ya no sé...
-¿El qué?
Nat se detuvo, asustada, empezando a comprender.
-¿Recuerdas el chico del que te hablé?
Un suspiro fue la única respuesta que obtuvo. Y también una sonrisa comprensiva que no llegó a ver, puesto que estaba unos pasos por delante de Natalia, de espaldas.
-Es Lucas – dijeron al unísono.
La risa de Natalia sorprendió a Gloria, que se dio la vuelta y comenzó a reír con ella, sin saber muy bien cuál era el motivo de su diversión.
-Menuda cola tiene tras él, ¿eh? - observó Nat, acercándose a su amiga para rodearla con el brazo y darle un beso en la mejilla. - Pero no te preocupes... Lucas no te odia. Él nunca ha odiado a nadie. No creo que sepa cómo se hace eso.
-Gracias – dijo Gloria, conmovida por la actitud de la chica.
Y Natalia sonrió, a pesar de que lo único que deseaba en ese momento era echarse a llorar. La envidiaba tanto que eso era lo único que quería: llorar. Llorar hasta dejar fuera de ella la última gota de impotencia. Y no era solo envidia lo que sentía, también odio por lo que hizo, por lo que le hizo a Lucas cuando él estuvo enamorado de ella. Si Natalia hubiese tenido la más mínima posibilidad de que le ocurriera eso, habría hecho lo imposible por lograrlo. Y Gloria había jugado con algo que era tan valioso. Algo con lo que ella había soñado durante años. Lo había tenido a su alcance y después dejado escapar. ¿Cómo tenía que ser que Lucas te amase con la mirada? ¿Qué puede haber mejor que eso? ¡¿Qué?! Nada. ¿Y cómo debe de sentirse alguien después de perder a alguien como él?
Lo supo al contemplar a aquella chica, completamente destrozada, y la furia que ardía en su pecho se extinguió. Había cometido un error, un error que, para su parecer, era imperdonable. Pero todos nos equivocamos... y no alguna vez, sino constantemente. Y comprendió que Gloria llevaba mucho tiempo pagando por ello.