¡Visita mis otros blogs!

domingo, 14 de agosto de 2011

Capítulo 44

El tiempo es valioso hasta un punto aterrador”


Los días de vacaciones se agotaron demasiado deprisa. Las navidades siempre resultan más cortas de lo que gustaría, pero esta vez parecían serlo más que nunca. Y pronto llegó el día ocho, el primero del segundo trimestre. De nuevo a madrugar, de nuevo las clases y la presión de los exámenes.

Aquella mañana Lorena se sentía incapaz de abrir los ojos. Los párpados parecían habérsele quedado pegados, pero finalmente logró, a duras penas, ver la oscuridad de su habitación. Si ir al instituto ya es de por sí insoportable, en invierno es mucho peor, porque aún es de noche cuando llega la hora de levantarse y, además, hace frío.

Las calles estaban húmedas, porque había llovido durante la noche, y un olor a tierra mojada impregnaba el ambiente. Al menos no continuaba lloviendo mientras ella y Lucas se dirigían al instituto. A penas hablaron por el camino. Era un día triste que le bajaba el ánimo a cualquiera...

A Lorena le pareció que varias miradas llenas de curiosidad se clavaban en ella durante el trayecto, pero no hizo mucho caso hasta que llegaron al instituto, donde ya se agrandaron sus sospechas. ¿Por qué la miraba todo el mundo? Tenía un mal presentimiento. Se separó de su hermano abajo, donde él se paró para hacer fotocopias, y ella subió hasta su clase. Al entrar sintió un silencio extraño que se rompió con un suave murmuro de sus compañeros hablando entre sí. ¿Pero qué diablos era todo aquello? Echó un vistazo a su alrededor después de soltar la mochila sobre su pupitre, y después se sentó en la silla intentando ignorar los comentarios que no lograba entender y el deseo de pedir una explicación.

Antes de que sonase la campana alguien la agarró por el hombro para llamar su atención. Se dio la vuelta y descubrió a Sergio. El tono de las voces se elevó a su alrededor. Vio en el rostro del chico una angustia que consiguió preocuparle más incluso que el extraño comportamiento de la gente.

-¿Qué ocurre? – preguntó interrumpiendo el gesto de su amigo, que había abierto la boca para hablar.

-Ven un momento. Tengo que hablar contigo.

Salieron de la clase y eligieron un lugar tranquilo del pasillo, aunque no del todo a salvo de las miradas, para hablar.

-¿Qué es lo que pasa, Sergio? ¿Por qué me mira todo el mundo? – No se preocupó por relajar el tono de voz. Le daba igual que los demás pudieran escucharla.

Él, en cambio, se mostró más discreto al hablar, y sus palabras apenas fueron un susurro.

-Nos miran a los dos...

-¿Por qué?

-Lorena, te juro que no sé de dónde ha salido el rumor, y que yo no tengo nada que ver, pero todo el mundo piensa que tú y yo nos liamos en Nochevieja en casa de Eva.

-¡¿Qué?!

No podía creer lo que estaba oyendo.

-Te juro que yo no...

-Ya sé que no has sido tú, Sergio. ¿Pero por qué iba nadie a inventarse algo así?

-Y yo qué sé, pero quien sea nos ha jodido a gusto...

Lorena cogió aire de pronto, horrorizada, al caer en la cuenta de que aquel falso rumor también habría llegado ya a oídos de Víctor. Decidió ir a hablar con él en ese mismo momento, pero entonces lo vio aparecer entre la gente que taponaba el pasillo, con una expresión que no supo leer muy bien. Una mezcla de confusión, dolor y enfado. Fue extraño que en cuanto sus ojos se toparon con Lorena todo ese montón de sentimientos pareció desvanecerse por completo de su rostro, dejando a la vista la misma mirada de siempre. No obstante, sus facciones se endurecieron al ver que Sergio estaba con ella. La chica sintió el corazón latir con fuerza en el pecho. Con miedo. Porque a pesar de no haber hecho nada malo, le entraban ganas de llorar con solo pensar que podría perder a Víctor.

-Me voy para que hables con él – susurró Sergio. Y después se marchó, dedicando una mirada al recién llegado.

Lorena no esperó a que su novio llegase hasta ella, y dio unos pasos adelante. Después lo agarró de las manos con suavidad, temblando, y con los ojos llenos de lágrimas que procuró mantener en su sitio. Respiró una bocanada de aire que vibró en su garganta debido a la congoja. El modo en que Víctor la miraba la dejó sin palabras, así que fue él quien habló primero:

-¿Por qué dice eso todo el mundo, Lorena? – Aunque hizo lo posible por mostrar serenidad, su voz se quebró desde el primer momento.

La chica negó con la cabeza y abrió la boca para responder, pero tuvo que tragar saliva antes de hacerlo. Y después, las palabras salieron de golpe, atropellándose unas con otras.

-Te juro que no lo sé. No sé quién se lo ha inventado. Pero es todo mentira, tienes que creerme, Víctor. Yo nunca haría algo así. Sabes que no lo haría. Lo sabes.

La gente se había agolpado taponando el pasillo por completo para observar la escena, sin el más mínimo disimulo. Por alguna razón, ninguno de sus amigos se encontraba entre la multitud. Se oían risas, voces y algún que otro comentario ofensivo como “cornudo”, pero Víctor ignoró al público y envolvió a su novia en un abrazo que le hizo imposible el contener las lágrimas un segundo más, así que resbalaron por las mejillas de la chica, que se agarró a él con fuerza.

-Lo sé – le susurró Víctor en el oído, y después le dio un beso en la frente. Le secó las lágrimas –. Eh... no llores, ¿vale? Te creo.

-¿Qué estáis mirando? ¡Largo de aquí! ¡Vamos, fuera ya! ¿Es que no tenéis vida?

Lorena conocía esa voz. Conocía esa voz muy bien, y no podía creer que fuera quien estuviera ordenando a todo el mundo que se marchara. Porque era la voz de Gloria. Cuando se disipó la multitud a regañadientes apareció ella y se dirigió hacia Lorena. La agarró de la muñeca y tiró de ella.

-Ven conmigo.

Pero entonces sonó la campana y su profesora de inglés, Estela, llegó a la puerta del aula, con la puntualidad de siempre, y las observó desde ahí, como esperando a que la acompañaran adentro.

-¿A qué esperáis, Lorena, Gloria? La clase ha empezado hace treinta segundos.

-Lorena no se encuentra bien. ¿Podríamos ir al baño un momento? – pidió Gloria.

-¿Es que no puede ir ella sola?

-Antes se ha mareado. Creo que sería mejor que fuera acompañada – intervino Víctor, que sospechaba que lo que Gloria pretendía contarle tenía relación con los falsos rumores.

-Está bien, podéis ir. Y tú a tu clase, Ortega, que siempre que te veo estás remoloneando por los pasillos. ¡Venga!

-¿Qué pasa? – preguntó Lorena una vez que estuvieron en el baño, sin poder disimular la hostilidad de su tono. Lo que sentía hacia Gloria no era precisamente simpatía.

-Yo sé quién ha ido diciendo eso por ahí.

-¿Ah, sí? ¿Quién?

-Gemma Castillo.

-Estás de coña, supongo. ¿Por qué iba ella a inventarse algo así? Mira, Gloria, no estoy de humor.

-Te estoy diciendo la verdad. Gemma ha dicho eso porque Eva la amenazó para que lo hiciera. Verás, al parecer hiciste algo que molestó mucho a Eva en la fiesta... y ella pilló a Gemma liándose con uno en el baño, así que se aprovechó de eso para utilizarla.

-Espera, ¿con uno?

-Con uno que no era su novio. Entonces Eva le ha dicho que le guardaría el secreto... siempre y cuando el rumor de que tú le has sido infiel a Víctor llegase a oídos de todo el instituto. Le prometió que si hacía eso, el novio de Gemma jamás sabría la verdad. Bueno, ni él ni nadie.

Lorena permaneció en silencio un momento, analizando en su mente la información que Gloria le acababa de desvelar.

-¿Y por qué me cuentas esto, si Eva y tú sois tan amiguitas?

-Porque sé cómo debes de sentirte...

-Ah, claro. Tú tienes que saberlo bien, ¿no? Como si alguien se hubiese enterado de lo que hiciste... Además, tú eras culpable, yo no. Así que no tienes ni idea de...

-¿Es que nunca me vas a perdonar? – gritó interrumpiéndola.

-Te agradezco que me digas todo esto, pero no. Nunca te voy a perdonar, Gloria. Lo que le hiciste a mi hermano...

-¡Era una niñata! ¡Y él también lo era! ¿No podemos olvidarlo de una vez?

-Quizás fuera un niñato, pero te quería de verdad.

-¿Ah, sí? ¿Y por qué se esforzó tanto por que nadie supiera lo nuestro? ¿Por qué tenía que soportar que me ignorase delante de la gente? ¿Por qué se empeñó en vivir una mentira?

-Porque mira lo que ocurre después.

-No, Lorena. Te diré por qué: porque tu hermano no me quería.

-¿Cómo puedes decir eso? No tienes ni idea...

-¿Por qué quería ocultarlo, entonces, según tú?

Lorena rehuyó la mirada de Gloria e intentó escapar de la pregunta dirigiéndose a la puerta para regresar a la clase.

-No tiene sentido hablar de esto ahora. Ha pasado mucho tiempo y el dolor quedó atrás... todo lo ocurrido quedó atrás.

Gloria la agarró del brazo impidiendo que se fuera, y le habló con suavidad:

-Si de verdad todo hubiese quedado atrás, tú no me tratarías así incluso cuando acabo de hacerte un favor a pesar de que eso suponía traicionar a mi amiga... ¿Por qué no me perdonas? Sé que Lucas es la persona más importante que hay en tu vida... y sé que hice las cosas mal. Aunque no lo creas, he pagado por ello. Venga, ¿de verdad vas a odiarme para toda la eternidad? – sonrió débilmente.

-Mi hermano no quería que nadie se enterase de lo vuestro porque un amigo suyo estaba enamorado de ti.

-¿Qué?

-Que mi hermano no quería que...

-Te he oído. Pero... yo no sabía eso. – De pronto se echó a llorar, se apoyó contra la pared y resbaló hasta quedar sentada en el suelo.

-Fue un cobarde y un traidor – apuntó Lorena –. Pero te quiso mucho y le hiciste mucho daño. Y a mí también.

-¿Quién era su amigo?

-¿Acaso importa?

Gloria no respondió, y siguió llorando hecha un ovillo. Pero, por alguna razón, Lorena suspiró y le dio un nombre:

-Víctor. Era Víctor.

La chica alzó la cabeza dejando a la vista unas rodillas empapadas de lágrimas.

-Fue hace mucho tiempo.

-Ya lo sé. No siente nada por ti. No te tengo celos ni nada parecido. Y por aquel entonces yo aún no me había fijado en él. Mi odio hacia ti es por lo que le hiciste a mi hermano. Nada más.

-Sé que esto no justifica lo que hice... pero lo que me empujó a... – Tragó saliva, recordando –. Bueno, a hacerlo... fue que pensaba que Lucas se avergonzaba de mí y por eso no quería que nadie supiera lo nuestro. Ya ves – rió con ironía –: Me equivoqué... Y qué gran error.

-Gloria, lo que destrozó a mi hermano no fue eso. Lo que de verdad le hizo daño fue que desaparecieras de su vida sin más. Ni siquiera le pediste perdón o intentaste explicárselo. ¿Puedes imaginar cómo debió de sentirse?

-Creo que ya es demasiado tarde para todo...

-Así es. Pero considerando que ha pasado tanto tiempo desde entonces y que acabas de desvelarme un importante secreto de tu amiga... creo que deberíamos dejar atrás el pasado.

Una sonrisa iluminó el rostro de Gloria.

-Gracias – lloriqueó levantándose y acercándose a ella. Después la rodeó en un abrazo que Lorena se encargó de deshacer rápidamente.

-¿Pero qué son estas confianzas? Tampoco te entusiasmes tanto...

Gloria rió en silencio, conteniendo nuevas lágrimas que luchaban por recorrer las mejillas ya empapadas. Lorena le cogió una mano y la miró con gesto de disculpa. Después le dijo:

-Gracias a ti por contarme esto, de verdad. Además, me parece que me he equivocado contigo. Pensaba que eras más... más como Eva.

-¿Me guardas el secreto? Si se entera de que te he contado sus planes... no quiero ni imaginarme lo que sería capaz de hacerme.

-Claro... Pero, ¿qué hago ahora?

-Habla con Gemma e intenta que entre en razón... No es mala chica, quizás puedas convencerla para que todo se resuelva sin que nadie más resulte humillado... ¿Has tenido algún problema con Víctor?

-No – sonrió –. Es el mejor... confía en mí. Sé que todos mis amigos me creerán. Y mi hermano, claro.

-Por lo menos Eva no ha conseguido lo que pretendía. Espero que todo se solucione lo antes posible... pero recuerda: yo no te he dicho nada. Y díselo a Víctor también, que se habrá dado cuenta de que sé algo. Y quizás deberías seguir odiándome un poco más para así no levantar sospechas.

-Trato hecho. Entonces... ¿enemigas?

Gloria estrechó la mano que Lorena le ofrecía.

-Enemigas.

1 comentario:

  1. No se porqué a mi Gloria siempre me pareció maja, aunque no me gustaba su nombre,xD me daba un poco de pena, y creo que me identificaba un poco. Genial el capítulo :)

    ResponderEliminar