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sábado, 16 de julio de 2011

Capítulo 37

Cuando esperas grandes cosas de algo, no es fácil salir satisfecho de la situación”


Pasó la semana casi sin que se dieran cuenta, quizás porque no pararon de hacer cosas en ningún momento durante aquellos días en el pueblo. Ruth se sentía mal por no haber llamado a Ismael tal y como prometió, pero tampoco es que hubiese tenido mucho tiempo...

Llegaron a la ciudad el domingo por la noche, un día antes de la fiesta de Nochevieja en casa de Eva y, como habían pasado durmiendo la mayor parte del viaje, estaban totalmente despiertos y nada cansados cuando estuvieron de nuevo en casa. De todas formas era tarde y no tenían muchas ganas de salir, a pesar de que la temperatura allí era mucho más agradable que la que habían soportado en el pueblo.

A la mañana siguiente Lorena llamó a Ruth para pedirle que la acompañara a la peluquería, que quería hacerse un peinado para aquella noche. Accedió, puesto que no tenía ningún plan mejor, y más tarde se reunieron con sus amigos en la cafetería Acuarela. Al ver a Lucas de nuevo después de una semana una sonrisa se formó en sus labios irremediablemente, y él le respondió con otra. Pudo percatarse de que Natalia retiró la mirada de ellos, clavándola en su vaso. Se sorprendió cuando encontró allí a Rebeca, sentada junto a Javi. Nat no le caía muy bien, y rara vez las había visto coincidir en un mismo lugar.

Víctor agarró a su novia de la mano y tiró de ella para sentarla sobre sus rodillas. Ruth, en cambio, que se vio sin silla donde sentarse, comenzó a buscar una con la mirada por la cafetería, sin éxito. Le molestó bastante darse cuenta de que Nat parecía estar disfrutando con todo aquello.

-Tranquila, ya nos vamos – le dijo Lucas poniéndose en pie, y buscando algo en el bolsillo trasero del pantalón: su cartera –. Hemos quedado con Eva.

-¿Con Eva?

-Sí, bueno. Nosotros y el resto de la clase. Es para hablar de la fiesta.

Ruth miró a Rebeca, incrédula a la vez que alegre, pero esta negó con la cabeza.

-No he cambiado de idea: no voy a ir – añadió, por si el gesto no había sido suficiente.

Una vez en la puerta del instituto, que era el lugar donde habían quedado con Eva, tuvieron que esperar un buen rato a que llegaran todos. Había muchísima gente allí, más de una clase, y un griterío envolvía el ambiente. Ruth, Lorena y Rebeca estaban sentadas en el suelo, dejadas caer sobre el muro vallado que rodeaba el edificio, esperando a que Eva comenzara a hablar. Entre todo el barullo parecía muy agobiada, pero al mismo tiempo encantada. Como una novia antes de su boda.

El viento sopló más fuerte y las tres escondieron la barbilla bajo la bufanda en un movimiento sincronizado. Natalia esperaba junto a Gloria y el resto de amigas de Eva. Víctor y Javi estaban de pie un poco más adelante, riendo por algo. Ruth recorrió el mogollón con la mirada. ¿Y Lucas? ¿Dónde se habría metido?

Dio con él antes de terminar de hacerse la pregunta. Estaba algo apartado de la masa de gente, hablando con Anabel, una chica gordita que Ruth conocía porque estaba en la misma clase que Víctor. Los ojos de Anabel observaban a Lucas brillantes, y tenía que levantar mucho la cabeza para hacerlo, porque su mirada se encontraba por debajo de los hombros del chico. Él reía mientras escuchaba lo que ella le estaba contando. Los observó un rato más desde allí sentada, hasta que el chico se percató y le dedicó una sonrisa que la obligó a mirar hacia otro lado, ruborizándose. Cuando volvió a prestarles atención Eva se encontraba entre ellos, arreglándoselas para echar a Anabel. Después de conseguirlo empezó a hablar con Lucas mientras le ponía ojitos y se retorcía uno de sus negros tirabuzones. Por suerte para él, alguien llamó a la chica, quien no tuvo más remedio que marcharse, dejándolo allí solo.

-Ahora vuelvo – avisó Ruth a sus amigas al mismo tiempo que se ponía en pie.

-¿Adónde vas? – quiso saber Lorena.

Señaló a Lucas con la cabeza y después se dirigió hacia él, imaginando la sonrisa que se acabaría de formar en los labios de su amiga.

-¡Hola...!

Se dio la vuelta al escuchar la voz de Ruth a su espalda, y la chica se estremeció al sentirlo tan cerca. Le llegó a la nariz el aroma de su perfume...

-¡Ey...!

-Te... no te he... – Un chico que pasó corriendo detrás de ella le dio un suave empujoncito, suficiente para acercarla aún más a Lucas. Ahora tuvo que elevar un poco el rostro para mirarlo –. No te he dado todavía las gracias.

-¿Darme las gracias?

¿Pero cómo podía una sonrisa revolver de ese modo sus emociones? Tembló observada por aquellos ojos dorados. A pesar de que se encontraban tan cerca que casi resultaba incómodo para mantener una conversación, ninguno de los dos se movió.

-Sí, darte las gracias – aquellas palabras iban destinadas más a sí misma que a él, como para recordarse de qué estaban hablando y para qué había ido hasta allí –. Fue... Me encantó el regalo. Y siento... siento no haberte comprado nada.

-No te preocupes, Ruth.

Su sonrisa...

Sentía los latidos del corazón en la garganta, como si se le fuera a salir por la boca de un momento a otro. Estaba tan nerviosa... y cuando hundió la mano en el bolso le empezaron a temblar las piernas.

-Pero te he hecho esto – dijo, sorprendiéndose a sí misma por haber conseguido pronunciar la frase sin cometer ningún error ni tartamudear.

El pánico frenó su mano, que ya había localizado lo que buscaba. ¿Y si no le gustaba? Era un regalo muy... cutre... ni siquiera le había salido bien, porque era la primera vez que hacía algo así. Respiró hondo y lo sacó de allí, ante la mirada aturdida de Lucas. Le ofreció la bufanda que acababa de extraer del bolso, aplastándola contra el pecho del chico. Él intentó cogerla, pero Ruth se resistió, aterrada.

-Bueno, ¿me la vas a dar? – rió él.

¡Es que no le gustaba nada cómo había quedado! Pero ya no había vuelta atrás, así que la soltó...

-Está muy mal hecha, es la primera que hago y no se me da muy bien. Además Kahlúa la encontró sin que yo me diera cuenta y... de jugar con ella se ha deshilachado un poco... y...

-¡Me encanta!

Alzó la cabeza, hasta entonces agachada para ocultar el rubor, y vio a Lucas quitándose su bufanda para sustituirla por la que Ruth acababa de regalarle. Puesta en él no estaba tan mal.

-Gracias. Te aseguro que esto es mucho mejor que cualquier cosa que pudieras haberme comprado.

Vio en sus ojos que hablaba con sinceridad, y se emocionó con sus palabras. Le habría gustado abrazarlo, pero se limitó a sonreír. Además, los gritos de toda la gente que había a su alrededor empezaron a desaparecer hasta quedar todo en completo silencio. Se escuchó entonces la risilla de Eva. Se giraron para mirarla. Su cabeza sobresalía entre la multitud, se habría subido encima de algo para dar un pequeño discurso. Era evidente en su rostro que estaba disfrutando con todo aquello... Le encantaba ser el centro de atención.

-Gracias – dijo una vez que todos los allí presentes se centraron únicamente en ella –. Todos los que estáis aquí es porque venís a la fiesta de esta noche en mi casa, supongo. Quien no vaya a venir, puede irse.

Ruth se dio cuenta de que Rebeca se levantaba dispuesta a marcharse, con cara de aburrimiento, pero Lorena la agarró del brazo y la sentó de nuevo. No se resistió, pero se cruzó de brazos enfurruñada. Eva continuó hablando:

-Bien. Como ya sabéis, el resto de invitados tendrá que llevar sus propias bebidas, y ellos las pagarán. En cambio vosotros no tendréis que pagar nada.

Un murmullo se extendió por la masa de gente, y la chica colocó las manos en la cintura, esperando a que se callasen.

-¿Vas a pagar tú todo el alcohol? – preguntó alguien, un chico.

-Todo el vuestro, sí.

De nuevo el murmullo. Parecían contentos con aquella información y, aunque todo el mundo se preguntaba de dónde iba a sacar tanto dinero, nadie lo cuestionó en voz alta. Tampoco les importaba demasiado. ¡Bebidas gratis!

-Pero si hay gente que no conoces – fue Elena, una de las de su grupito, quien habló.

-Hay gente que no soporto – respondió Eva sin cortarse un pelo, y con una sonrisa torcida. Su amiga y otros cuantos se echaron a reír ante el comentario –. Pero eso es cosa mía. Quién sabe si acabaremos llevándonos bien después de esto. Solo quiero que disfrutéis de la Nochevieja. Haré lo que pueda por que sea una gran fiesta.

Todos aplaudieron emocionados, pero Ruth no pudo evitar mirarla con desprecio. Cada día le caía peor. Se preguntó a sí misma si de verdad iba a pasarlo bien en su casa... Desde luego ir a cualquier discoteca le saldría mucho más caro, y ese año no habían alquilado ningún local donde poder celebrar la Nochevieja, así que no había gran variedad de opciones. Tenía la esperanza de no verla en toda la noche, aunque le parecía poco probable considerando que su principal objetivo era Lucas.

-Para todos los que no sepan llegar hasta mi casa, que creo que sois la mayoría, Elena os estará esperando en el Golden River a las dos, con su padre, para guiaros hasta allí. Así que creo que queda claro que hay que ir en coche. ¿Alguien tiene algún problema con esa hora?

Nadie respondió.

-Genial. Pues allí os encontraréis con ella. Yo estaré ya en mi casa por si alguien quiere venir antes. Eso es todo, ¿alguna pregunta?

-No estarán tus padres, supongo – intervino un chico de la clase de Ruth, Rubén.

-Supones bien. Yo no vivo allí, es una casa más de todas las que tengo, y no la usamos mucho porque está muy alejada de la ciudad. ¿Alguna cosa más?

-¿Se puede ser más insufrible? – preguntó Ruth en voz baja, haciendo reír a Lucas.

Como nadie dijo nada, Eva dio su discurso por terminado con unas últimas palabras:

-Pues ya está. Nos veremos esta noche.

3 comentarios:

  1. ¡Dios! A ver qué pasa e.e La que se puede liar ahi >.<
    Definitivamente,soy withme-adicta

    Mucho ánimo, sigue escribiendo :)

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  2. ^^ Insufrifle si que es, pero la fiesta tiene buena pinta!

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  3. Estoy de acuerdo con anonimoo soy withmeadictaaaa!! Estare al acecho dwl proximo capituloo que creo que va a pasar algo fuertee (o eso esperoo porque una party da para muchoo jajaja) uy uy a ver que pasaraa!
    Sigue asii ;)

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