“No puedo elegir entre el Sol y el aire”
Se abrieron paso entre la multitud que rodeaba a Javi a golpes, hasta llegar a él. Lorena se arrodilló junto al sofá y se inclinó sobre su amigo, con los ojos llenos de lágrimas. Continuas convulsiones sacudían su cuerpo y el aire entraba y salía de su garganta de forma irregular y agitada, como si se estuviese ahogando. Le colocó la mano cuidadosamente en el cuello para comprobar el ritmo cardíaco. Su corazón se movía tan deprisa que casi no era capaz de distinguir unos latidos de otros.
-¡Que alguien llame a una ambulancia! – gritó hacia el público, una masa de gente en silencio y sin hacer otra cosa que mirar. Las primeras lágrimas se deslizaron por su rostro lleno de desesperación.
Víctor se agachó junto a ella haciendo lo posible por aparentar serenidad, y le apoyó la mano en el hombro.
-Ya he llamado yo. Están en camino.
-¡Haz algo, Víctor! Se va a morir.
-No sé qué hacer, Lorena. Creo que lo mejor es esperar a que llegue la ambulancia.
Vio que los ojos del chico estaban colmados de miedo, y le cogió la mano que descansaba sobre su hombro al darse cuenta de que estaba temblando.
-¿Dónde está Lucas? ¡Seguro que él sabe qué hacer!
Se levantó de golpe para ir a buscarlo.
-Iré yo – la detuvo Natalia. Y se perdió entre el bullicio.
Lorena se volvió a tirar al suelo junto a su amigo mientras Víctor intentaba echar de allí a todo el mundo. La mayoría se marchó, a regañadientes.
-¿Qué es lo que ha pasado? – preguntó entonces dirigiéndose a Claudia, que lloraba sentada en el brazo del sofá sobre el que estaba acostado Javi.
-No... no lo sé. – Le temblaban la voz y el labio inferior –. Todo iba bien... Bueno, llevaba un buen rato muy... fogoso, pero yo pensaba que era simplemente... De repente empezó a... y yo no supe cómo... qué...
Mientras hablaba, Lucas y Ruth habían entrado en el salón, y el primero estaba ahora colocado junto a su hermana.
-¿Qué habéis tomado? – quiso saber, mirando con urgencia a Claudia.
-Solo ha bebido un par de cubatas y el que te quitó a ti...
-Claudia, no me mientas, un poco de alcohol no lleva a nadie a esto.
-Te lo juro, Lucas. Tienes que creerme – sollozó desesperada.
-¡Ha sido Ismael! – gritó alguien. Todos se dieron la vuelta para averiguar de quién se trataba, y descubrieron a Elena acercándose a ellos –. Él trajo éxtasis a la fiesta. Por eso Eva tuvo que echarlo. Ese idiota le habrá puesto algo en la bebida... ¡Estoy segura!
Lucas negó con la cabeza, comprendiéndolo todo.
-¿Dónde está Eva?
-Arriba, con Gloria.
-No. Estamos aquí.
Las dos chicas acababan de aparecer por la puerta del salón. Eva miró horrorizada a Javi y no se atrevió a acercarse, así que permaneció donde estaba, sujetando a su amiga de la cintura.
-¿Qué es todo esto? – exclamó muy alarmada.
Lucas se puso en pie de golpe y caminó deprisa hacia ella, furioso. Ella retrocedió unos pasos, asustada, temiendo que lo habría descubierto todo.
-Eso, Eva... dime: ¿qué es todo esto?
-Obligué a Ismael a tirar todo el éxtasis... y después le dije que se marchara. Pero estoy segura de que no lo hizo. Y... ¡es posible que tuviera más!
-¡Eso es mentira! Tú tenías el éxtasis.
-¿Qué estás diciendo, Lucas? – La inquietud de la chica destrozó por completo su intento de aparentar una voz inocente, y reveló la mentira que se esforzaba por esconder.
-Tú querías... ¡querías drogarme! El vaso que me diste tenía éxtasis. Por eso me insististe tanto en que lo probara... Pero Javi se lo bebió prácticamente entero y de un solo trago... Tú querías llevarme a eso. – Y señaló hacia su amigo, que seguía retorciéndose en el sofá.
-No... Claro que no. ¿Cómo iba a querer hacerte algo así?
-Ya se lo contarás a la policía.
Eva le agarró el brazo cuando se dio media vuelta, con el fin de detenerlo y darle alguna falsa explicación, pero el chico se deshizo de ella para dirigirse de nuevo hacia Javi. Ignoró los gritos de Eva a su espalda (desesperados por justificar todo aquello), mientras se colocaba otra vez junto al sofá, con una rodilla en el suelo. Movió a su amigo con cuidado para situarlo de lado, por miedo a que pudiera ahogarse con su propia saliva, dejando extendido el brazo sobre el que lo había acostado para impedir que se hiciera daño. Agradeció esos pocos días en tercero de la ESO que el profesor de Educación Física dedicó a enseñarles lo más básico de Primeros Auxilios.
-Tío, aguanta... pronto llegará la ambulancia – le decía una y otra vez, recibiendo como respuesta el fuerte sonido de su respiración y los sollozos de Lorena, Ruth y Claudia.
No fue mucho más tarde cuando llegaron los paramédicos, un chico y una chica, y le inyectaron algo a Javi que consiguió ralentizar la respiración y las pulsaciones y detener los espasmos. Después lo metieron en la ambulancia con una camilla.
Lucas se acercó a Ruth y le secó las lágrimas.
-¿No podemos ir con ellos? – preguntó la chica.
-Iremos más tarde. No pueden llevarnos a todos.
-Yo voy a ir – informó Lorena cubriéndose con la rebeca –. Nos veremos luego en el hospital.
Ya era de día, y todo lo que quedaba de la fiesta eran los vasos vacíos amontonados en las mesas y una cantidad enorme de bandejas de comida y pastelillos tirados por el suelo, también cristales y manchas oscuras y pegajosas en el suelo y los sofás.
Víctor hablaba con Claudia, apartados de la poca gente que quedaba, seguramente intentando animarla, porque la chica estaba realmente conmocionada después de lo ocurrido. Ruth y Lucas se habían sentado en uno de los pocos sofás que quedaban más o menos limpios.
-Estará bien, ¿verdad? – preguntó ella. No sabía cuántas veces había dicho lo mismo, pero las palabras con que le respondía Lucas hacían que se sintiera mucho mejor.
-Claro que sí. Seguro que ya está haciendo bromas al respecto en el hospital, con Lorena.
-Sabía que nada bueno podía ocurrir si veníamos esta noche a casa de Eva.
-Bueno, yo no diría que nada bueno.
Ruth se estremeció al ver su sonrisa, y después le correspondió con otra. Sabía a qué se refería... Y era cierto... aquel momento había sido maravilloso. Recordó el beso y sintió un cosquilleo en el estómago.
-He dicho esta noche – susurró ella –. Y cuando eso ha ocurrido ya estaba amaneciendo.
Él le colocó un mechón de pelo tras la oreja, sin dejar de sonreír.
-Tienes razón.
-Lucas – el chico se giró cuando escuchó que una voz lo llamaba –. Eva quiere hablar contigo.
Ruth se apartó instintivamente de él cuando vio a Nat... cuando vio el dolor en sus ojos.
-No voy a hablar con ella.
-Me ha dicho que se avergüenza mucho de lo que ha hecho, y que solo pide que le des la oportunidad de explicarse, y bla, bla bla... ¡Ah! Y añadió un por favor melodramático al final de la frase – soltó una risilla –. Ve... Si no lo haces no te dejará en paz en lo que te queda de vida...
Lucas resopló y se puso en pie, dispuesto a hacer lo que le pedían. Ruth se puso muy nerviosa al verse a solas con Natalia, sorprendida por ver que se sentaba a su lado, ocupando el sitio que el chico había dejado libre.
-Hola – dijo tímidamente la recién llegada.
-Hola...
-¿Cómo estás?
Ruth se encogió de hombros y agachó la mirada.
-Preocupada.
-Javi va a estar bien – intentó tranquilizarla Natalia, aunque ella compartía el mismo sentimiento, y su expresión la delató.
-¿Tú sabías que Eva...?
-No, no nos dijo nada a ninguna... Además, esta noche está un poco enfadada conmigo. – Permanecieron en silencio unos cuantos segundos, y al darse cuenta de que Ruth no iba hablar, continuó –. Me duele sentirme tan extraña cuando hablo contigo. Ya ves, hace algunos meses pasábamos el día juntas.
Vio cómo una lágrima, tan pequeña que casi era invisible, atravesaba su mejilla al recordar, y se perdía en la comisura de sus labios cuando éstos formaron una sonrisa. Pero entonces Natalia volvió a hablar, y sus palabras borraron la nostalgia y se incrustaron en su pecho de una forma muy dolorosa.
-Pero hace algunos meses no es ahora... Ahora las cosas han cambiado. Yo he cambiado... y tú también por lo que veo.
-¿Qué quieres decir?
-No puedo pedirte que no salgas con Lucas, Ruth... porque sé que no es justo. Pero no puedo ser vuestra amiga si vais a estar juntos.
-Tú ya habías decidido no ser mi amiga.
-No... No hay día que no recuerde cómo eran las cosas hace algún tiempo... Porque te echo de menos. Os echo de menos a todos. Por eso necesito que me perdones.
No sabía por qué, pero le daba la sensación de que no se estaba disculpando por ese tiempo que había estado ignorándola, ignorando todos los años durante los que había sido su mejor amiga... Más bien parecía estar pidiéndole perdón por alguna otra cosa. Vio en su cara que estaba sufriendo y se sintió tremendamente culpable.
-Perdóname tú, Nat... por haberme enamorado de él. Porque así es.
-Crees que es así, pero... han pasado poco más de dos meses...
-Sabes que llevo más de un año y medio sintiendo algo. – Se sorbió la nariz e intentó contener las lágrimas, consiguiendo únicamente que le temblara el labio inferior. Se sorprendió a sí misma por lo que estaba haciendo... Esta vez no se sentía con fuerzas para renunciar a Lucas.
-Ni siquiera sabías quién era.
-Pero ahora sí...
-Ruth, por favor. – Sintió las manos de Natalia aferrarse a sus brazos, y contempló un momento su mirada húmeda y suplicante, el tiempo suficiente como para sentirse fatal. Se le hizo un nudo en el estómago –. ¿Cuánto crees que duraría? Y eso... eso terminaría con vuestra amistad, lo sabes de sobra. Y la amistad es... La amistad... es...
Y fue entonces cuando Nat se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y se desmoronó en el hombro de Ruth, pidiéndole perdón una y otra vez.
-Perdóname... Soy una egoísta, una amiga horrible... Pero entiéndelo, yo le quiero... Y llevo tanto tiempo queriéndole...
-Lo sé...
Lucas las observaba apoyado en la pared. Era consciente de lo que aquello significaba: la misma historia de siempre. Otra vez empezaría a evitarlo, otra vez esa estúpida tensión entre los dos. Otra vez arreglarían las cosas y otra vez se volverían a fastidiar. Y en realidad era culpa suya, por intentar siempre ir más allá... Por no conformarse con ser su amigo.
Para su sorpresa, pronto las dos amigas se separaron. Natalia volvió con Eva, y Ruth caminó hacia él, con cierta indecisión, pero dibujando una sonrisa en su rostro, y lo abrazó.
-Hola – susurró ella, y su voz se quebró en la última sílaba.
-Hola.
Holaaa!
ResponderEliminarBua, me ha encantado como siempre :) Me da pena que Nat sufra de esa manera, pero es que no sé, tampoco deja que Ruth lo intente con Lucas...Raro xD
Sigue asi guapaa! :)
ya he vuelto!!!!
ResponderEliminarMe he leido los capis que publicaste mientras no estaba, me encantan :D
pero quiero saber como esta javi, me has dejado muy preocupada!!!!
y lucas, cuanto adoro a lucas!!!!!!
Besos!
Me encanto el capitulo! Y amo a lucaaaaaaaaaas :)
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