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sábado, 9 de julio de 2011

Capítulo 33

La música es la esencia de mi vida, pero a veces necesito olvidar los auriculares y escuchar la vida en sí misma”


Tomaron algo en el Acuarela, una pequeña cafetería cercana al instituto, y allí esperaron a Víctor, que había ido a recoger sus notas un poco más tarde que ellos.

Ruth estaba ensimismada. No dejaba de pensar en ese suspenso que manchaba su larga lista de notables, pero es que el Francés no era lo suyo... Al menos para recuperar la asignatura bastaba con aprobar el segundo trimestre... Y la verdad es que era un consuelo pensar que no tendría que pasarse las vacaciones frente a unos apuntes.

Natalia, en cambio, los había sorprendido a todos con un ocho en Física y Química. Después de todo las ciencias no se le daban tan mal como había pensado...

Lucas también había terminado aquel primer trimestre con todo aprobado, y además había recibido una merecida enhorabuena por parte de Estela, la profesora de Inglés. La verdad es que el chico dominaba el idioma...

Lorena había suspendido Francés, al igual que Ruth.

Y... bueno, las calificaciones de Javi y Rebeca eran las más envidiables de todas... aunque el primero había tenido algún que otro problema con Francisco Jiménez, su profesor de Física y Química, quien no tuvo más remedio que aceptar que el chico tenía unas facultades ejemplares para su asignatura (y para las demás también), y terminó calificándolo (a regañadientes) con un sobresaliente. Aunque eso no consiguió erradicar por completo su aprensión hacia él por todos esos años “malos” que habían vivido juntos hacía algún tiempo...

Ahora paseaban por la calle de camino a sus casas, haciendo planes para las vacaciones. Muchas de las ideas no incluían ni a Ruth ni a Víctor, ya que esa misma noche se marchaban a visitar a sus abuelos y pasar con ellos la Nochebuena, en un pueblo bastante lejos de la ciudad. Vivían allí desde hacía mucho tiempo, en una preciosa casita de piedra al margen de la contaminación y el ruidoso desorden de la capital. La verdad es que Ruth siempre había disfrutado mucho de su estancia en el pueblo, pero tuvo que reconocer que aquella Navidad no le hubiera importado quedarse en casa... y celebrar las vacaciones en compañía de sus amigos. Aunque ese pensamiento quedó guardado en sus adentros, porque también le apetecía ver a sus abuelos después de casi medio año.

Agachó un poco la cabeza para dejar escondida la boca en el pañuelo azul que se había atado alrededor del cuello. Después sacó los guantes del bolso y refugió en ellos las manos: hacía mucho frío. Vio a Javi disfrutando como un niño al descubrir la pomposa nubecita que se formaba cuando su aliento y el aire gélido se encontraban, y no pudo evitar sonreír. Natalia se reunió con él para entablar una conversación independiente. Lorena caminaba agarrada de la mano de Víctor, y le decía cosas como “te voy a echar mucho de menos” mientras dejaba caer la cabeza en su hombro.

Así que Lucas y ella quedaron atrás... El chico no le prestó demasiada atención, o al menos esa fue la impresión que le dio a Ruth. Se habría cansado de intentar hablar con ella... y no era de extrañar. Se preguntó si estaría enfadado. De ser así no le haría llamadas perdidas todas las mañanas, ¿no?

Pudo percatarse de cómo Natalia los miró con disimulo unos pasos por delante, y luego devolvió la atención a Javi, a quien se le veía muy entusiasmado con lo que le estaba contando a su amiga.

Ruth suspiró. Era ella quien tenía que empezar una conversación, y no Lucas... Pero le parecía todo demasiado forzado... ¿Por qué no podía actuar con naturalidad como hacía con el resto de personas? Abrió la boca para hablar, sin tener muy claro lo que iba a decir, pero entonces Lorena soltó un grito de emoción y salió corriendo hacia un escaparate.

-¡Ruth, ven, ven! – llamó a su amiga con brillo en los ojos –. ¡Mira esto! No te lo vas a creer.

La aludida se acercó deprisa y con curiosidad para ver aquello que tanto había maravillado a Lorena, que seguía dando saltitos mientras miraba embobada el cristal.

-¡No puede ser!

También ella se sorprendió mucho al descubrir una mochila que pocos días atrás habían visto ella y su amiga en una serie de televisión. La coloreaba un estampado muy gracioso de ositos panda, cada cual con su ramita de bambú en la mano y en diferentes posturas. Uno de mayor tamaño ocupaba la parte delantera de la mochila, y de la cremallera colgaba un simpático peluche que daba la impresión de ser muy suave y blandito.

-Te la tienes que comprar – las palabras de Lorena parecían más una orden que una sugerencia.

Antes de responder Ruth puso la visto en el precio...

-Es demasiado cara... Me encanta, pero hay mochilas preciosas que cuestan tres veces menos y que me sirven igual... – se dio cuenta de que Víctor observaba muy atento la escena –. Ni se te ocurra comprármela como regalo de Navidad, que nos conocemos y sabes que se sale del precio acordado... – le advirtió.

El chico se encogió de hombros sonriendo.

-Parece mentira que no me conozcas, peque... Compré tu regalo hace ya mucho tiempo.

-¿Y el mío? – lloriqueó Lorena enganchándose a su cuello y mirándolo con cara de cordero degollado.

-¿No te basta conmigo? – la voz de Víctor mostraba un tono burlón.

La besó.

-Pues no... Vas a pasar la mitad de las vacaciones muy lejos... y eso tienes que compensarlo de alguna manera...

-Esta tarde en mi casa te compenso...

-¡Genial! – gritó Javi interrumpiendo a la pareja –. ¿Nos vamos ya? Quizás vosotros no lo notéis, pero es invierno y hace frío. Además, Lorena, no te creas nada de lo que te dice... porque esta tarde vamos a probar un juego que me ha dejado mi primo para la Xbox.

-¡Ni hablar! Vamos a estar los dos solos, así que si quieres os vais tú y mi hermano a tu casa y jugáis hasta que le salga humo a la tele – advirtió Lorena dedicando una mirada fulminante a Javi.

-Déjalos... Comprende que ya es tradición lo de jugar en mi casa.

-¿No tenéis demasiadas tradiciones vosotros?

-Tranquila, si no me voy a separar de ti...


[…]


-¡¿Cómo has hecho eso?! – gritó Víctor incrédulo, lanzando el mando al sofá para llevarse las manos a la cabeza, exasperado.

Javi lo observó satisfecho desde el suelo, donde se había acomodado con un cojín sobre las piernas. Acababa de vencer a su amigo después de veinte minutos de tensión ante la pantalla. Había sido una intensa batalla entre sus luchadores.

-¿Estás de broma? – dijo el vencedor –. Ese es mi golpe maestro. No pienso decirte cómo lo he hecho.

En realidad no tenía ni idea de qué botones había pulsado para que su guerrero realizara semejante ataque, pero eso era algo que no estaba dispuesto a confesar.

-Exijo un duelo decisivo.

Lorena observó a su novio, atónita.

“Tranquila, si no me voy a separar de ti” – imitó la voz de Víctor en su cabeza, muy dolida.

Ruth, en cambio, lo estaba pasando muy bien.

-Eso tendrás que negociarlo con Lucas... porque ahora es su turno... – dictaminó Javi, sonriendo malicioso.

-¿Cuántos duelos decisivos van ya? – se quejó Lucas desde un extremo del sofá, cruzado de brazos y un poco cansado de esperar a que Víctor se diera por vencido de una vez.

-¡Tío, que somos amigos! Hemos vivido tanto juntos... Por favor, solo una vez más.

Entrelazó las manos ante el rostro en un gesto de súplica.

-Patético – gruñó Lorena en voz baja, cada vez más furiosa.

Lucas resopló, no muy convencido.

-Juega otra si quieres... pero deja de... poner esa cara de... de...

La mirada amenazadora de su hermana por haberle cedido el turno a su amigo le provocó un escalofrío, y no fue capaz de terminar la frase. La verdad es que daba un poco de miedo... pero no le costó mucho perdonar a su novio cuando por fin tiró la toalla, vencido por quinta vez.

Ruth ofreció a Lucas y Javi algo de merendar, así que se marcharon del salón para acomodarse en la cocina, dejando a solas a la feliz pareja.

Sus padres estaban tan ocupados con el equipaje que ninguno los vio en toda la tarde. Ruth había preparado el suyo antes de que llegaran sus amigos, aunque aún le quedaban algunas cosas por guardar, como el cargador del móvil y el cepillo de dientes.

-¿Qué queréis? – preguntó desde la pequeña despensa.

Sus amigos se habían sentado a la mesa. No escuchó ninguna respuesta, pero sí un murmullo inquieto y sospechoso entre los dos. ¿Qué estarían tramando...? Sonrió, la verdad es que iba a echarlos mucho de menos durante la semana que pasaría fuera. Rebuscó entre paquetes de galletas y pastelillos, pero sin prestar demasiada atención a la tarea. Había algo que la tenía más preocupada... No quería marcharse sin haber arreglado las cosas con Lucas. ¡Pero es que ni siquiera sabía qué era lo que tenía que arreglar! Suspiró, dejándose caer contra la pared, con una bolsa de napolitanas en la mano. Ni ella misma podía entender qué estaba haciendo y por qué, y no estaba dispuesta a torturarse con este pensamiento durante la estancia en el pueblo de sus abuelos. ¡Ni hablar! Se iría de allí con todo en orden.

-¿Necesitas ayuda?

Sus ojos se abrieron mientras un escalofrío le recorría toda la médula espinal, de abajo arriba y, siguiendo el mismo trayecto, una oleada de calor avivó sus mejillas. Tanto sofoco le provocó la voz de Lucas que las napolitanas se le escaparon de las manos, estrellándose contra el suelo. No se esperaba que entrara así, tan de repente, y era por eso que se había puesto tan nerviosa.

Los dos se agacharon al mismo tiempo para recoger los pasteles, y sus manos se unieron sobre la bolsa, una encima de la otra... una situación más propia de la gran pantalla que de la vida real.

-Perdona, no quería asustarte.

El chico le entregó las napolitanas mientras se disculpaba, ya que ella había retirado la mano instintivamente. De nuevo se pusieron en pie.

-Es... es solo que no te esperaba.

Se encogió de hombros sonriente y después colocó tras su oreja un mechón de pelo que le caía sobre la cara. No sabía por qué estaba tan nerviosa, pero decidió dejar los dulces en su sitio antes de que acabaran de nuevo en el suelo.

-Si quieres que te eche una mano o...

-No hace falta – respondió amable –. Ya me apaño.

-Ah... bueno, entonces... me... me voy.

Se iba... ¡se iba! No, ni pensarlo... ¡esa era su oportunidad para aclarar las cosas! Eso que tenían que aclarar... y que ninguno sabía muy bien de qué se trataba.

-Espera – le detuvo.

Lucas, que se había dispuesto a abandonar la estrecha despensa, tropezó con una montaña de latas de refrescos y aunque no llegó a perder el equilibrio, aquello conmovió a la chica, quien no pudo evitar una sonrisa. Él en cambio, se sonrojó algo avergonzado. Esa torpeza lo delató: estaba tan nervioso como ella. Esperó, tal y como su amiga le había pedido, a que hablara.

-Es... y-yo... quería... tú... n-no...

“Dieciséis años estudiando Lengua para esto” – pensó Ruth, lamentándose.

-Mm... Ya entiendo – se burló Lucas frotándose la barbilla con los dedos índice y pulgar, con gesto pensativo.

-No te rías de mí...

¡Aleluya! Por fin había conseguido pronunciar una frase con sentido... ¡Por fin había conseguido pronunciar una frase!

-No, no lo hago.

-Lucas, no sé por qué he actuado así estos meses... y lo siento. Aunque tampoco te prometo que no siga comportándome así, porque no puedo... no entiendo qué me pasa, pero no...

-¿Te sientes incómoda conmigo?

Ella lo miró a los ojos por primera vez en todo ese rato.

-Sabes que no.

-Das por hecho que lo sé... ¿Sabes tú cómo me siento cada vez que me evitas?

-Lo siento...

-No, no... No te lo estoy reprochando. Creo que sé por qué lo haces...

-¡Es...!

Lucas la silenció colocando un dedo sobre los labios de la chica.

-Déjame terminar – dijo con un tono encantador –. No quiero presionarte... pero te pido que intentes ser mi amiga... Solo eso, Ruth. ¿Lo harás?

Asintió.

-Gracias – fue ella quien habló –. Yo no sabía cómo empezar.

-Ya me di cuenta... – una risa acompañó sus palabras.

Y entonces algo resbaló de la estantería y llegó hasta el suelo, a los pies de Ruth. Se agachó a recogerlo y sonrió a su amigo, encogiéndose de hombros.

-¿Una napolitana?

1 comentario:

  1. Buf,al menos algo es algoo..a ver si poco a poco lo logran y consiguen que en vez , dar un paso y retroceder dos, que den un paso y den tambien el siguiente! jajaja sigue asii! está genial, y espero máas pronto! un beso! :D

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