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sábado, 23 de julio de 2011

Capítulo 40

"Cuando el tiempo se para, y no oigo más que tus latidos, mi corazón se estremece. Por fin contigo, por fin. Para siempre"

Escrita por: @IreSerano


No sabía cuánto rato había estado bailando, pero lo suficiente como para que sus pies se lo reprocharan. Esos zapatos... Se los quitó en cuanto estuvo sentada en el sofá, y el dolor fue más intenso durante un momento, pero después sintió un gran alivio.

Lucas se dejó caer a su lado, agotado también, y un suspiro escapó de sus labios. Él tampoco había parado, e incluso había bebido un poco de Vodka.

Los dos estaban cansados de la música, de las lucecitas de colores y los flashes, y agobiados por la multitud porque, aunque mucha gente se había marchado ya de la fiesta, el salón seguía estando bastante lleno. Ruth comprobó la hora en su móvil.

-Ya son las seis y media... Estoy un poco cansada del ruido...

-Si quieres podemos buscar a Javi... para irnos.

-¿Dónde está, por cierto? Hace mucho rato que no lo veo.

-Ni idea, pero la última vez que lo vi estaba con Claudia, y por el aspecto que tenía... me parece que ha bebido demasiado.

-¿Javi? Me extraña... él no suele beber hasta emborracharse.

-Lo sé... Espero que sepa lo que hace. – Cerró los ojos y se acarició las sienes –. Creo que voy a salir un momento a tomar el aire.

-Voy contigo.

-Coge algo de abrigo... como salgas así te vas a morir de frío.

El chico echó un vistazo al vestido de su amiga, que dejaba al descubierto los hombros, las piernas y parte de la espalda.

-He perdido mi rebeca... la dejé aquí, pero ha debido de cogerla alguien.

-Yo antes llevé arriba mi chaqueta. ¿Me esperas aquí mientras voy a buscarla?

-Claro... pero no tardes mucho, por favor. Parece que toda la gente que conocemos se ha marchado ya.

-Volveré enseguida, te lo prometo.

La sonrisa cálida de Ruth le hizo estremecerse... Era cierto que aquella chica lo tenía hecho un lío, pero lo que sentía cada vez que estaba con ella, cada vez que se dejaba tratar, compensaba cualquier otra cosa.

Subió las escaleras muy apresurado, saltando escalones de dos en dos, y cuando llegó arriba se dio cuenta de que no recordaba dónde había dejado su chaqueta... ¿quinta puerta a la derecha, tal vez? ¡Qué pasillo tan largo! Caminó hacia esa puerta, la penúltima del pasillo, confiando en su memoria, pero se detuvo al escuchar un llanto procedente del cuarto de baño, aunque más que un llanto parecían gemidos de dolor. Instintivamente agarró el pomo de la puerta, decidido a entrar y ayudar a la chica que había dentro y que daba la impresión de estar sufriendo mucho, pero frenó su impulso y dudó... hasta que escuchó una tos terrible y varias arcadas. Entonces entró, y mil sentimientos se mezclaron en su interior... sentimientos que se contradecían entre sí y que en conjunto era incapaz de comprender.

-Gloria... ¿qué... qué te pasa?

La miró desde la puerta, tirada en el suelo y dejada caer sobre el retrete, pálida y ojerosa. Tenía el rostro empapado en lágrimas y sudor, y con un brazo se abrazaba el vientre. Su gesto era una mueca de dolor. Levantó la mirada hacia él, y más lágrimas brotaron de sus ojos.

-Vete, Lucas – le ordenó con una voz débil, ahogada, e interrumpida por la tos.

Por un momento estuvo a punto de obedecer y dejarla allí... pero fue incapaz cuando la vio inclinarse hacia el váter para vomitar, y entonces, ignorando por completo su petición, se agachó junto a ella y acercó la mano a su rostro, pero Gloria giró la cabeza para evitar que pudiera tocarla.

-Vete, por favor – suplicó con un hilo de voz, y más lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

-¿Qué te pasa? – insistió él, aunque con un tono bastante frío y hostil –. Has bebido mucho, ¿verdad?

-Sí, pero no es eso...

-¿Entonces?

La chica se retorció, esta vez utilizando las dos manos para rodear su estómago, y de nuevo se inclinó hacia el retrete, aunque no llegó a vomitar. Tosió más fuerte que antes.

-Me duele... me arde el estómago, y también la garganta.

-¿Pero qué has hecho?

No respondió, pero su llanto se volvió más intenso. Él paseó la mirada por el enorme baño, como buscando allí la respuesta. Halló un vaso encima del lavabo. Contenía un líquido turbio y blanquecino que, prácticamente, tan solo bañaba el fondo. Se levantó para cogerlo, deshaciéndose de la mano de Gloria, que había agarrado la manga de su camisa en un intento de detenerlo.

-¿Tú has bebido esto?

No supo interpretar muy bien la mirada de la chica: ¿Avergonzada? ¿Agradecida? Ambas cosas se reflejaban en aquellos ojos enrojecidos e hinchados. Por fin asintió, escondiendo después el rostro en la sombra de su sudado flequillo.

-¿Y qué es?

Dudoso, puso los labios sobre el cristal e inclinó el vaso para averiguarlo él mismo. Estaba caliente. Dejó de nuevo el recipiente sobre el lavabo y saboreó aquella mezcla de tan mal aspecto. Hizo una mueca de asco... Era lo más salado que había probado jamás. Agua con sal. Eso era lo que Gloria había bebido, y lo que la había llevado a un estado tan deplorable.

-¿Has hecho esto para vomitar? ¿Por qué?

-Lucas, yo... yo no sabía que era tan doloroso. Solo quería...

Se dio media vuelta con la clara intención de salir de allí. Le había prometido a Ruth regresar cuanto antes, y lo estaría esperando en el salón. Intentó ignorar los sollozos de Gloria, que pudo escuchar mientras se dirigía a la escalera, pero fue inútil. Aunque ella misma se hubiese provocado aquello, no podía dejarla, así que volvió.

-Espérame... aunque no sé para qué, si no tengo ni idea de cómo... parar eso.

Y corrió escaleras abajo para avisar a Ruth... Pero no estaba. Tampoco había tardado tanto... ¿y ya se había ido? Recorrió la estancia con la mirada, pero no la encontró por ninguna parte. Pensó que sería mejor avisar a alguna de las amigas de Gloria para que se ocuparan de ella... pero tampoco vio allí a ninguna. ¿Pero por qué tenía que pasarle esto a él?

“Justo ahora...”


Recorrió la planta de abajo con los tacones torturando sus pies. Pensó en quitárselos, pero la idea de andar descalza por ese suelo tan pegajoso no le resultaba muy tentadora.

¿Por qué Lucas no había vuelto? No es que lo hubiera esperado mucho, porque dos chicos se habían sentado junto a ella, cada uno a un lado, y borrachos... y encima apestaban a alcohol. Uno de ellos incluso había intentado besarla... Menos mal que consiguió salir de allí.

Ahora buscaba a sus amigos, pero no estaban por ninguna parte... No pensaba volver a aquel salón... Seguro que Lucas iría a buscarla al descubrir que ya no se encontraba allí. Entró en uno de los baños, el único lugar de la casa libre de gente, y se sentó en el váter después de cerrar la puerta con pestillo. El agobio le había formado un nudo en la garganta. Respiró hondo para tranquilizarse... seguro que pronto encontraría a sus amigos. La vibrante música apenas alcanzaba ese baño, y la verdad es que fue un alivio. La cabeza le daba vueltas y le pitaban los oídos... Cerró los ojos intentando calmar el mareo, y escuchó unas voces al otro lado de la puerta. No les habría prestado atención de no ser porque le pareció que hablaban de Lucas. Sigilosamente, pegó la oreja a la fría madera. ¡Qué cotilla se había vuelto! ¿Desde cuándo hacía ella esas cosas? Reconoció las voces al instante... Eran Elena y Tamara quienes hablaban.

-Si Eva se enterase...

Soltaron una carcajada.

-Ya te lo he dicho muchas veces... Gloria no pierde el tiempo, lo que pasa es que es muy discreta... Y no nos cuenta nada.

-Pero ella ya estuvo saliendo con Lucas, o eso me ha contado Eva.

-¿En serio?

-Sí... al parecer no lo han superado todavía.

Volvieron a reír. Ruth no entendía nada... o no quería entender lo que estaba oyendo...

-Pero tampoco estamos seguras... En realidad no estaban haciendo nada.

-Los hemos visto entrar juntos a una habitación... creo que eso lo dice todo, ¿no?

El corazón le dio un vuelco... No podía creerlo. ¿Lucas? Así que por eso no había aparecido... Estaba demasiado ocupado con Gloria... A solas con ella en una habitación.

No. No. ¡No! Tenía que haber otra explicación para todo. Pero... ¿cuál?

Se dio cuenta de que estaba llorando. Ya no prestaba atención a lo que decían Elena y Tamara... Las lágrimas brotaban sin parar mientras los imaginaba juntos. ¿Así se sentía Natalia? Entonces le había hecho mucho más daño del que había imaginado...

Estuvo llorando tanto rato que le escocían los ojos, e incluso tenía los pómulos irritados por las lágrimas. Ya no se oían voces fuera, pero se repetían una y otra vez en su cabeza... Se frotó los ojos... No quería llorar más... ya era suficiente. Necesitaba tomar el aire, así que se lavó las manos para borrar la mancha de lápiz de ojos y salió.

Vio a Javi al pasar por delante de uno de los salones... y también a Claudia. Estaban tumbados en el sofá más cercano a la puerta, abrazados, y besándose. Al menos para algunos había sido una buena noche...

Estaban tan concentrados que no se percataron de que Ruth se acercaba para coger la chaqueta del chico, sobre el brazo del sofá. No la necesitaría... De hecho, estaba segura de que si hubiera esperado un poco más, se podría haber llevado también su camisa.

Salió de la casa por una puerta, pero no le llevó a la puerta de entrada. Había llegado a un enorme patio, y como no había nadie decidió quedarse allí. Se puso la chaqueta de su amigo y se sentó en el suelo, formado por infinidad de piedrecitas. Estaba muy frío. Apoyó la espalda en la pared y cerró los ojos... Un aire gélido golpeó su rostro, pero no le importó, incluso le pareció agradable... Lo necesitaba.

Agarró su bolso, que descansaba en el suelo junto a ella, y buscó el MP4. Seguro que Sum41 la haría sentir mejor... Algo alegre... del primer disco. Fat Lip, Motivation, Nothing On My Back, In Too Deep... No... No era eso lo que le apetecía escuchar. Buscó en otro disco, en Chuck... Observó unos segundos el título de la canción y... play.

Slipping Away envolvió sus pensamientos. La guitarra que introduce la canción la invitó a llorar de nuevo, y no pudo ni quiso resistirse... El dolor que latía punzante en su corazón se volvió más suave y las imágenes que reproducía su cabeza más cálidas... Comprendió, sumergida en aquella melodía, que Lucas ya no era la causa de que estuviese llorando... Porque algo en su interior le aseguró que no existía un motivo por el que preocuparse... Supo que aquella noche no había pasado nada entre él y Gloria...

Una gota cayó sobre su muñeca y resbaló por su piel. Miró al cielo y tras las lágrimas pudo ver un conjunto de nubes que oscurecía el amanecer. La lluvia cayó sobre su rostro, pero no le importó. Un recuerdo acudió a su mente...

¿Nunca te has puesto bajo la lluvia y has abierto los brazos hasta quedar completamente empapada?”.

Esas habían sido las palabras de Lucas unos meses atrás... el día que visitaron el jardín botánico, y poco antes de encontrar a Kahlúa.

¡Vaya! Debo de ser una tía muy rara, pero no, nunca he hecho eso”.

Y esa había sido su respuesta...

Dejó caer el MP4 en el bolsillo de la chaqueta y se puso en pie, dejando a un lado los zapatos. Las gotas de lluvia se mezclaban con sus lágrimas, y juntas recorrían la piel de las mejillas hasta llegar a la barbilla. Y una vez allí se desprendían para alcanzar las piedrecitas del suelo.

No le importaba el frío. Ni el dolor de sus pies descalzos... Y casi había olvidado las palabras que hacía un rato había escuchado a hurtadillas en el cuarto de baño... Se sentía bien, como si la lluvia se llevase consigo todo el dolor y al mismo tiempo le ofreciera todas las respuestas, muchas de ellas a preguntas que ni siquiera conocía. El agua ahora le acariciaba, ahora su camino había coincidido con el de ella, pero tiempo atrás habría viajado por mares... por ríos... Quizás incluso había arrastrado a su paso otras lágrimas y limpiado de dolor otro corazón...

Conforme avanzaba el amanecer la luz se hacía más intensa, pero ella no reparó en esto, porque sus ojos permanecían cerrados. Escuchaba la lluvia cada vez que terminaba la canción. Después volvía a empezar. Y no sabía cuántas veces había oído ya ese solo de guitarra con el que comienza, pero nunca podría cansarse de hacerlo...

Lucas la observaba apoyado en la pared... y sonreía... Conocía bien la sensación que Ruth estaba experimentando.

Cuando la chica abrió los ojos y regresó a la realidad permaneció inmóvil y desconcertada, como si acabara de despertar de un sueño, contemplando a Lucas, y sin saber muy bien qué hacer... Fue él quien se acercó, dejándose empapar también mientras sus ojos le pedían perdón. Le envolvió la mejilla con la mano y la acarició hasta que sus dedos alcanzaron uno de los auriculares y tiró de él suavemente. Después hizo lo mismo con el otro.

Ruth no se movió... Le empezó a temblar el labio inferior y sus ojos se empañaron.

-Fui a buscarte... Pero ya no estabas – susurró él.

-No tienes que darme explicaciones – su voz sonó más dura de lo que en realidad pretendía.

-¿Por qué te fuiste?

-Unos chicos que habían bebido más de la cuenta me rodearon. No tenían intención de hablar, precisamente...

-Perdóname.

Ahora fue ella quien le acarició la cara, empapada por la lluvia. Recordó aquella vez que se encontraron en el baño de Los Ángeles, cuando él vendó sus ojos y ella recorrió su rostro con las manos... a ciegas, sin saber siquiera de quién se trataba. Recordó lo que sintió cuando sus labios se unieron.

Sumergió suavemente los dedos en el pelo mojado del chico, desde el flequillo hasta la nuca, y apreció cómo un leve escalofrío lo atravesaba. Los latidos de su corazón se aceleraron cuando se inclinó despacio hacia ella y besó su frente, con dulzura. Acarició sus labios con el pulgar y, finalmente, con los suyos. Ruth lo rodeó con los brazos y lo acercó aún más.

Y se fundieron en un largo y ardiente beso, envueltos por la lluvia. Cuando se separaron ella lo buscó de nuevo, sin abrir los ojos. No quería apartarse de él... Y después de otro beso se miraron a los ojos, los dos preguntándose si de verdad había sucedido o solo era un sueño... otro sueño más.

-Estamos empapados – dijo Lucas sonriendo.

-Qué importa...

“Me quedaría aquí para siempre” – pensó. Aunque sabía que eso no era posible...

-¡Lucas, Ruth! – un grito los sobresaltó. Buscaron su procedencia, aún agarrados de la mano, y encontraron a Natalia asomada por la puerta, con el rostro colmado de preocupación –. ¡A Javi le pasa algo!

4 comentarios:

  1. No se porque me encanta el momento en que recuerda la frase de la lluvia y empieza a empapaparse. Me animaria a decir que es el mejor momento del libro:D Sigue asi!

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  2. WAAAAAAAAAAAAA beso beso besooo! Ooish qué bonitoo, me encanta como escribes, en seriooo (L) preciosooo...! Este capítulo ha sido más largoo, y cada vez que iba a pasar algo como lo del beso y eso, digo "a ver si se va a acabar ya y nos va a dejar con las ganas" jajja pero al final siguió...y ahora...JAVI! (de todas maneras nos dejas con las ganas, mala gentee!) jajaja Jolines..Que puede incluso caer en coma..espero que noo!!!!
    PD: Yo quería Javi with Rebecaa no con esa Claudiaa jajaja a ver si las cosas dan un giroo, pero espero que no le haya pasado nada a javi!!
    Un beso y sigue asíi!!

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  3. ¡¡¡Bieeeeeeen!!! ¡Besooo! :)
    ¿Qué le ha pasado a Javi? Pobrecillo, con lo majo que es :(
    Sigue así!
    Un beso!

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  4. Holaa!! :B
    esta es la primera vez que leo tu capitulo, por lo visto te gusta sum 41 eh
    que genial!! Tocan hermoso!!
    en fin, me gusto tu capitulo aunque desgraciadamente no lo acabe de leer he he... he o.o
    es que tengo prisa, pero prometo leerlo :D
    me agrado el principio, me intrigo mucho *.*

    weno luego paso otra vez, me gustaria saber si aun continuas esta novela por que me encantaria leerla :DD
    ah por cierto me llamo Leila :B

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