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miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 39

"Me gustaría poder volar... Volar al sitio que solo tú y yo conocemos y desaparecer"

Escrita por: Porque Tu Feliz


Salió de la ducha, aún furiosa, y caminó hacia su habitación envuelta en una toalla. Le había llevado un buen rato conseguir que desapareciera por completo de su pelo el asqueroso olor a cerveza. ¡Y todo por culpa de esa estúpida! Ya podría haberse preocupado un poco más de por dónde pisaba...

Sacó un vestido limpio del armario y se lo puso. ¡Menos mal que tenía ropa allí! Además, estaba casi segura de que no lo había estrenado todavía, y la verdad es que no le quedaba nada mal...

Se contempló a sí misma en el enorme espejo unos minutos más, cogió algo del primer cajón de la cómoda y bajó las escaleras, preparada para llevar a cabo su plan... Cuando entró en la cocina y encendió la luz vio a una pareja besándose con bastante entusiasmo, que habrían considerado que aquel era un buen lugar para tener un poco más de intimidad.

-Venga, fuera – ordenó Eva señalando hacia la puerta.

Ellos obedecieron y abandonaron la cocina, aunque bastante decepcionados. Cerró la puerta y respiró hondo. Esperaba que nadie hubiese encontrado la botella de Legendario que había escondido previamente dentro del lavavajillas... y una sonrisa se formó en sus labios al comprobar que seguía allí. Todo iba bien... pero el corazón le latía con fuerza, quizás porque era consciente de que lo que iba a hacer era jugar sucio.

Cogió un vaso del armario y vertió en él una cantidad importante de la bebida. Después sacó de la copa del sujetador lo que había cogido en su habitación. Podía oír los latidos inquietos en sus oídos mientras contemplaba aquel pequeño tarrito lleno de pastillas. Sacó una y dejó el recipiente sobre la encimera. Le temblaba el pulso, así que le supuso un gran esfuerzo triturarla entre dos cucharas hasta convertirla en polvo.

Tuvo que contener un grito cuando escuchó a alguien entrar... Su reacción fue rápida y acertada: volcó la cuchara en el vaso y removió hasta disolver los polvos. Después se giró para descubrir al fisgón que había estado a punto de echarlo todo a perder.

-¿Ismael? – exclamó con recelo –. ¿Qué haces aquí?

-¿Qué haces tú?

-Nada que sea asunto tuyo. Lárgate.

-Me ha parecido ver cómo echabas algo extraño en ese vaso. ¿Me dejas verlo?

-Quizás has bebido más de la cuenta y te estás imaginando cosas. No he echado nada raro en ese vaso.

Ismael soltó una carcajada y caminó hacia ella, despacio. Cuando estuvo tan cerca como para percibir el olor a jabón que desprendía la chica, su expresión se tornó seria.

-¿Para quién es?

-Es para mí, ¿para quién si no?

-Mentira. Te conozco y sé que tú no tomas éxtasis.

Eva palideció.

-¿Cómo lo has sabido?

No fue necesaria una respuesta... ella misma recordó que había dejado el tarrito con las pastillas a la vista del chico, en la encimera. Se dio la vuelta para cogerlo, pero él se adelantó.

-¿Para quién es? – repitió.

-Para Lucas.

Se sentía avergonzada, pero no bajó la mirada en ningún momento, soportando el peso de los ojos amenazantes de Ismael sobre los suyos. Suspiró de alivio cuando el chico retrocedió, dejando entre ellos una distancia que resultaba mucho menos incómoda.

-¿No te basta con “tus propios medios”? – empleó un tono irónico que consiguió irritar aún más a Eva.

-Le parezco atractiva, Ismael. Lo que pasa es que se hace el duro...

-Y por eso vas a drogarlo.

-¿Qué más te da a ti? Así tendrás vía libre para ir a por Ruth, ¿no? Deberías agradecérmelo... Así que lárgate y déjame en paz de una vez. Pero antes devuélveme eso... Te daré una si quieres.

Él se echó a reír.

-Yo no necesito esta mierda.

-¿Estás seguro? Porque yo no diría lo mismo... Cada vez que intentas algo pasa de ti por completo, ¿o acaso no te das cuenta? Nunca vas a gustarle. Ingenuo...

-¿Ingenuo yo? ¿Crees que acostarte con él esta noche a base de éxtasis servirá de algo? Te diré lo único que vas a conseguir... hacerte daño a ti, y también a él. No lo hagas, Eva.

-¿Qué te importa? ¡Tú odias a Lucas! Ruth no se fija en ti porque está enamorada de él. ¡Debería ser tu enemigo!

-¿Pero te estás oyendo? ¡Estás mal de la cabeza! – hizo una pausa y procuró calmarse –. No voy a dejar que le des eso, Eva. Tíralo y te prometo que nada de lo que ha pasado saldrá de aquí.

La chica dio un manotazo al vaso, enfurecida, estrellándolo a los pies de Ismael. A pesar de la distancia, varios cristales llegaron hasta ella, haciéndole pequeños cortes en una pierna.

-¿Contento?

-Me pregunto si madurarás algún día.

-Devuélveme eso y vete de mi casa.

-Sí, me voy a ir... Pero no antes voy a deshacerme de esto. Creo que no eres consciente del daño que podría hacer.

Se dio la vuelta, dispuesto a salir de la cocina, pero Eva se abalanzó sobre él y cayeron al suelo. Intentó arrebatarle el bote, pero fue inútil.

-¿Te has vuelto loca?

-¿Sabes lo que me ha costado ese tarrito? No voy a dejar que lo tires.

No tuvo que esforzarse mucho para quitársela de encima y salir corriendo de allí. Ella lo siguió, cada vez más enojada. Pero era muy rápido y los tacones no le permitían seguir su ritmo, así que cuando lo alcanzó era demasiado tarde: había vaciado el contenido del recipiente en el váter y tirado de la cadena.

-¡Maldito seas! ¡Fuera de mi casa!

La gente que había alrededor miraba la escena con curiosidad, y vieron cómo Ismael se marchaba de allí, dando un golpe en el hombro de la chica al pasar por su lado.

-¿Qué ha pasado? – le preguntó Tamara con gesto de preocupación, saliendo de entre la multitud y corriendo hacia ella.

Eva pensó rápido... no podía contarle la verdad, y mucho menos delante de toda esa gente.

-El muy idiota... podría haberme metido en un buen lío de no haberlo descubierto.

-¿Descubierto? ¿El qué?

-Lo he pillado con éxtasis y le he dicho que...

Un agitado llanto interrumpió sus palabras. Su amiga le acarició el pelo en un intento de consolarla.

-Tranquila, Eva. ¿Qué le has dicho? – la invitó a continuar con voz dulce, algo poco habitual en Tamara.

-Le he dicho que si no se deshacía de la droga llamaría a la policía y...

Se sorbió la nariz. Las lágrimas salían sin cesar de sus ojos. Iba a hacer lo posible por que Ismael saliera mal parado de todo aquello. Su amiga la envolvió en un abrazo y le pidió que siguiera explicándole lo ocurrido, mientras los demás se acercaban para enterarse también. Todos parecían muy preocupados por la chica.

-Estaba muy enfadado y... me arrojó su vaso a los pies, estalló y... me hizo esto.

Mostró a todos los cortes que tenía en la pierna y, a pesar de que no eran nada grave, todos se alarmaron muchísimo.

-Pero... estoy bien. No es mucho. Lo importante es que ya se ha ido, y se ha deshecho de la droga...

-¿Seguro que estás bien? – Su amiga no parecía muy convencida. Eva siempre había sido una excelente actriz...

-Sí... me voy un rato a mi habitación a ver si así me tranquilizo.

-De acuerdo, ¿quieres que te acompañe?

-No, no te preocupes. De verdad que estoy bien.

Y se marchó de allí abriéndose paso entre la multitud. Subió a la planta de arriba y se encerró en su cuarto, sonriendo una vez estuvo segura de que nadie podría verla. La sonrisa terminó convirtiéndose en una carcajada. Y siguió riendo mientras se secaba las lágrimas y abría el mismo cajón de antes. Dentro había otro tarrito lleno de éxtasis. Esta vez iba a asegurarse de que nadie fastidiara sus planes... No le iba a servir la misma excusa dos veces y, además, ese era el último bote.

Así que bajó a la cocina y preparó de nuevo la mezcla, esta vez con una silla apoyada en la puerta. Esto impediría la entrada a cualquier cotilla. Cuando estuvo todo preparado, salió de allí dispuesta a encontrar a Lucas y hacer que se bebiera aquello. No fue complicado: el chico llevaba toda la noche en el mismo sitio. Por desgracia, Ruth y Víctor lo acompañaban... Tenía que pensar en una forma de deshacerse de ellos.

Esperó apoyada contra una pared, observando con disimulo. No se le ocurría nada. Fue una suerte que Ruth recibiera un llamada por teléfono y saliera corriendo de allí, en busca de un lugar un poco más silencioso. Ella era el único obstáculo... Víctor no le importaba en absoluto.

Se acercó a ellos y se sentó en el sillón que la chica acababa de dejar libre.

-¿Puedo sentarme?

-¿No lo has hecho ya? – le espetó Víctor, claramente molesto por su presencia. Lo ignoró por completo y centró toda su atención en Lucas.

-Te he traído esto – le dijo con dulzura, ofreciéndole el vaso.

El corazón le saltó a la boca cuando el chico lo cogió, de mala gana. “Paciencia” – se dijo.

-Ah... gracias. ¿Qué es?

-Legendario.

-Hum... Lo siento. No bebo.

-¡Venga ya! Es Nochevieja... ¿no has oído nunca eso de... “una vez al año no hace daño”? – soltó una risilla nerviosa.

Lucas alzó una ceja.

-Lo siento, es que no me gusta... pero gracias de todas formas...

Le dolía darse cuenta de que intentaba librarse de ella. Pero no iba a irse. Ni pensarlo. Iba a beberse aquello como que ella se llamaba Eva.

-Venga, pruébalo... si está muy rico...

-¿Pero no te ha dicho que no quiere? ¿No había más mesas donde molestar?

Fulminó a Víctor con la mirada.

-¿Por qué no te vas con tu novia?

-Buena pregunta.

Se levantó e, ignorando la mirada suplicante de su amigo, los dejó allí solos. No estaba dispuesto a soportar a esa engreída...

-Te estás aburriendo, ¿verdad?

-No, no... esto está bien. Está genial.

Eva se levantó para sentarse en el sofá, junto a él.

-Si bebes te lo pasarás mejor. Lo he preparado para ti, ¿ni siquiera vas a probarlo?

-Eva, ya te he dicho que...

Pero entonces apareció Javi, agarró el vaso con brusquedad y se lo llevó a la boca. Antes de que pudiera vaciarlo por completo Claudia se lo quitó de las manos y se bebió hasta la última gota, con la misma impaciencia que él. Eva contempló la escena, horrorizada.

-¡Aaagh! – gritó Javi con una mueca de asco. No esperaba encontrar ese sabor en la bebida de Lucas –. Tío, ¿desde cuándo bebes alcohol?

Claudia tosió y paseó de un lado a otro la mirada, seguramente buscando algo con lo que quitarse ese sabor de la boca. Fue en vano.

-¿Se puede saber qué hacéis? – chilló Eva, colérica.

-¿Se puede saber qué le echas tú a esos pastelillos? ¡Pican una barbaridad!

4 comentarios:

  1. ¡Bieeen! ¡Por fiin! (¡Plas, plas, plas!) xD
    Ay, ay, ay, ¿por qué eres tan cruel? ¡Mira al pobre Lucas!
    Al final Ismael no quiere hacer daño a Lucas. Qué mono ^_^
    Un besito! Sigue así :)

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  2. ole por Ismael XDD jajaja por qué le pones picante a los pastelitos hija? ya sabes lo que luego pasa...

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  3. ¡¡Que zorra!!!
    Al final Isma es bueno :) aunque Eva le ha jodido bastante con su "historia" ¬¬' ¡Que mal me cae! Como la pille por la calle jajajajajajajajaa
    Y javi que se ha bebido la bebida del vaso y Claudia tb :'( Pobreeeees xD
    Sube pronto el siguiente!
    Un besooo

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