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lunes, 24 de enero de 2011

Capítulo 18

“Por un momento, me gustaría dejar de pensar... y sentir”

Abrió la ventana de su habitación y miró al cielo. Era como si las estrellas se hubiesen escondido... no podía ver ninguna. Apoyó la barbilla sobre las manos y siguió mirando hacia fuera, pero sin prestar demasiada atención. La noche anterior había visto más estrellas que nunca, junto a Lucas. Se le escapó una sonrisa, que desapareció casi al instante. Se preguntaba qué iba a pasar, cómo serían las cosas a partir de ahora entre ellos dos. Lo más sencillo sería volver a verlo como un buen amigo. Como si los sentimientos se pudiesen controlar... De todas formas, mantener una amistad normal con él tampoco sería algo tan difícil.
Ruth giró el cuello y dirigió la mirada hacia el ordenador. Echaba de menos hablar con él como lo habían hecho durante más de un año y medio. Quizás ya no volverían a mantener ninguna conversación más por MSN. Y, si lo hacían, no sería como en aquellas ocasiones. Nunca nadie le había hablado de esa manera antes, como lo hacía Lmusic. Como lo hacía Lucas. Él era diferente al resto de personas, de eso no cabía duda. Pero no era Lucas quien le había demostrado eso, sino Lmusic. Aunque fuesen la misma persona, su forma de ser cambiaba dependiendo del nombre bajo el que estuviera. Lucas era un chico que llamaba la atención por donde quiera que pasara, pero se debía sobre todo a su aspecto físico. Por lo demás, no exitía algo que lo diferenciara notablemente del resto de personas. Pero, al mirar bajo aquel pseudónimo con el que había ocultado su verdadero nombre, se encontraba un chico, sin duda, especial y de una sensibilidad poco común. No solo se cambiaba el nombre al conectarse desde esa cuenta del MSN, también trastocaba su personalidad. ¿Y por qué hacía eso? Si precisamente lo que intentaba camuflar bajo un comportamiento vulgar y poco llamativo, era, lo mejor de él, entre otras muchas cualidades, claro. Ruth se dio cuenta de que, a pesar de todos esos años de la infancia que había compartido con Lucas, no lo conocía tan bien como siempre había creído. Después de todo, se habían distanciado mucho desde que empezaron el instituto. A partir de entonces, Lorena, Natalia y ella habían tomado un camino diferente al de los chicos. Durante ese tiempo tan solo había sido para ella el amigo de su hermano, y de vez en cuando los encontraba en el salón jugando a la videoconsola, pero no más. Y, cuando Lorena y Víctor empezaron a salir, de nuevo retomaron el contacto que habían perdido durante aquellos años. Poco después apareció Lmusic... y le enseñó a ver el lado mágico de la vida, consiguiendo apartar el espíritu tan poco soñador que Ruth siempre había tenido.
Suspiró y caminó hacia el ordenador. Lo encendió y buscó en la carpeta de música. Hizo doble clic sobre una canción y subió un poco el volumen. Una canción envolvió la habitación... No una canción, su canción. La canción de ellos dos: With me. Después se acercó a la estantería que había encima de su cama y cogió una carpeta de colores algo gastada, bastante vieja. Se sentó en la cama y la abrió. Allí estaba... Ruth contempló aquel dibujo y sintió un cosquilleo en el estómago. Eran un chico y una chica, en blanco y negro, dibujados con un toque manga, cogidos de la mano y sonriendo. Contempló ensimismada aquel dibujo tan tierno. Se lo había enviado Lmusic hacía varios meses. Él había dicho que eran ellos, pero lo cierto es que no se parecían mucho. Sonriendo, volvió a cerrar la carpeta y regresó junto al ordenador para conectarse al MSN. Justo después de abrirse la ventanita con todos los contactos, se encendió una luz naranja parpadeante. ¡Era Nat! A penas había hablado con ella durante las dos últimas semanas.

Nat: ¡Ruth! ¿Por qué no has venido hoy a clase? O mejor dicho, ¿por qué ninguno habeis venido a clase?
Ruth: Puf... si te lo contara no te lo creerías... De todas formas, me sorprende que me preguntes eso.
Nat: ¿No vas a contármelo?

Ruth lo pensó un momento. ¿Le decía a Natalia que esa misma mañana se había despertado en una isla desierta con Lucas y que por eso no había podido ir al instituto? Resopló y, no muy convencida, empezó a escribir.

Ruth: Fuimos a pasar el fin de semana a la playa y el sábado por la noche acudimos a una fiesta en un barco. Cuando ya estaba amaneciendo, Lucas y yo nos caímos al agua y nadamos hasta una isla desierta. Los demás avisaron a la policía y hasta esta mañana no nos han encontrado. Por eso no hemos podido ir hoy a clase.

Natalia frunció el ceño enfadada. ¿Le estaba tomando el pelo? No tenía ninguna gracia. ¿Qué pretendía diciéndole eso? ¿Era porque estaba molesta con ella por lo de Gloria y las demás?

Nat: Ya. Qué graciosa.
Ruth: Esa es la verdad. Ya te dije que no me creerías.

A Ruth no le gustaba demasiado gastar ese tipo de bromas. ¿En serio habían estado perdidos en una isla desierta? No terminaba de creérselo, pero decidió no hablar más del asunto. Si lo que le decía era cierto, no tardaría en enterarse.

Nat: Bueno, te creo.
Ruth: Gracias.
Nat: Hoy he ido a buscarte a clase. Quería decirte una cosa que quizás debería haberte contado antes.
Ruth: Dime.
Nat: El día que conociste a Lmusic... vi a Lucas entrar en el baño detrás de ti... y cuando él salió de allí te vi poco después buscando a alguien. Después me contaste todo lo que había pasado y... Ruth, me parece que Lmusic es Lucas.

Ruth no podía creer lo que estaba leyendo. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Tenía que decirle que ya sabía todo eso y, aún así, se lo había estado ocultando? A lo mejor debería hacerse la sorprendida y fingir que no tenía ni idea... No... No iba a mentir más.

Ruth: Lo sé... Siento no habértelo contado antes. De todas formas no iba a pasar nada entre nosotros y no quería hacerte daño, Nat.

Sin responder a eso, Natalia se desconectó, haciendo que Ruth sintiera una enorme impotencia. Como si las cosas no estuvieran ya lo suficientemente mal entre ellas... Sus ojos se humedecieron. Se dio cuenta de que la amistad que siempre hubo entre ellas se estaba desvaneciendo como si nada. Natalia era su amiga, no podía dejar que Lucas las separase...
El sonido del MSN interrumpió sus pensamientos, y de nuevo centró su atención en el ordenador. Pensó que sería Nat de nuevo, diciéndole que le había fallado Internet, pero no era ella. Era Lucas. No, tampoco era Lucas. Era Lmusic. No pudo evitar una sonrisa... Desde aquel día en el parque de atrás del Golden River, no habían vuelto a hablar por MSN.

Lmusic: ¡Hola!
Ruth: ¡Hola! ¿Y esto?
Lmusic: ¿Esto? ¿El qué?
Ruth: ¿Por qué te conectas desde este MSN?
Lmusic: No tienes mi otra cuenta y tenía que decirte una cosa. Me ha llamado Rebeca hace un rato y me ha dicho que hoy en clase han mandado hacer un trabajo para Proyecto Integrado. No hay que entregarlo hasta dentro de un mes, pero mañana tenemos que decirle el tema del trabajo al profesor, y nos ha tocado hacerlo juntos. Ya sabes... voy detrás de ti en la lista. Puede ser del tema que queramos, siempre que esté relacionado con algún campo de la ciencia, y lo podemos hacer como queramos. Lo único que exige es que trabajemos y que aprendamos haciéndolo.
Ruth: ¿Y qué tema vamos a elegir?
Lmusic: He pensado una cosa. Podríamos hacer una excursión al Jardín Botánico un día de estos, y llevarnos la cámara para grabar un vídeo. Podemos hacer una especie de documental sobre las diferentes plantas y también profundizar un poco más en biología, comentando su forma de alimentación y todas esas cosas. ¿Qué te parece?
Ruth: ¿Un documental?
Lmusic: Sí. Explicaremos las cosas hablando, en vez de por escrito.
Ruth: ¡Es una buena idea, Lucas!
Lmusic: Entonces, ¿te parece que lo hagamos así?
Ruth: Claro que sí.

Se estiró un poco más sobre el taburete, que se tambaleaba bajo sus pies. Tiró de la gruesa enciclopedia que por fin había logrado alcanzar, arrastrando con ella uno de los tomos de Death Note que su hermano había colocado allí. Lorena sintió cómo se le erizaba el pelo de la nuca al escuchar un sonoro ¡Plof!
Mordiéndose el labio dirigió la mirada lentamente hacia abajo, descubriendo el cómic en el fondo del cubo de la fregona que había dejado allí después de fregar la leche que se le había derramado de la merienda. Se llevó la mano que le quedaba libre a la boca, muerta de miedo. No quería imaginar la reacción de Lucas al enterarse de lo ocurrido. Se bajó del taburete y rápidamente sacó el librito del cubo. Lo abrió con cuidado, para averiguar cuál era la gravedad del asunto y, desgraciadamente, comprobó que aquello no tenía fácil arreglo. Clavó la mirada en la puerta del salón para asegurarse de que nadie había presenciado el desafortunado accidente. Bueno, solo tenía que deshacerse de él y comprar otro antes de que su hermano lo echara de menos.
Justo en ese momento escuchó el sonido del timbre y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Si Lucas bajaba para abrir la puerta la descubriría. Así que, dejando el cómic mojado sobre la mesa, corrió para recibir a su visitante. Pero, al ver quién había llamado al timbre, olvidó por completo todo lo sucedido hacía pocos minutos.
-Hola, Lorena. - Dijo con la cabeza agachada, avergonzada.
Lorena permaneció en silencio, contemplando con hostilidad a aquella chica que ni siquiera era capaz de mirarle a la cara.
-¿Qué haces aquí, Gloria? - Preguntó tras unos segundos incómodos. Su voz delató la furia que guardaba dentro.
-Tengo que hablar con Lucas. - Respondió alzando por fin la mirada, retirando un mechón ondulado que le caía sobre el rostro.
-¿Para qué? ¿A qué viene esto ahora? ¿No crees que deberías haberlo hecho en su momento? - Conforme hablaba, Lorena iba subiendo poco a poco el tono de voz, mostrándose cada vez más enfadada. - Ya es demasiado tarde.
-Por favor, Lorena, déjame hablar con él. Ya no puedo más.
-Vete.
-¡Por favor!
Los ojos verdes de Gloria se llenaron de lágrimas que logró contener tras un suspiro. Sin embargo, eso no provocó compasión ninguna en Lorena, quizás todo lo contrario.
-Mi hermano no está aquí, ha ido a pasear a Sara. - Mintió deseando que aquella chica se marchara de allí de una vez.
Casi antes de terminar de hablar, Sara apareció junto a ella, asomándose por el hueco que quedaba entre Lorena y el marco de la puerta. Gloria le dedicó una mirada suplicante.
-Déjalo en paz. De todas formas, él no va a querer hablar contigo.
-Entonces dile que baje. Me iré cuando él me lo pida.
Lorena se sobresaltó cuando alguien abrió aún más la puerta que ella había estado sujetando todo el tiempo. Lucas estaba a su lado, observando a Gloria con aversión.
-Déjanos a solas. - Le indicó a su hermana, que obedeció sin mucho agrado, dedicándole a la otra chica una última mirada de odio.

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