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sábado, 8 de enero de 2011

Capítulo 17

“Mientras menos necesitas, más feliz eres”

Natalia estaba sentada en su sitio, con la mirada clavada en el profesor de matemáticas. De vez en cuando asentía con la cabeza dando a entender que estaba comprendiendo la explicación, aunque eso no era cierto. Sus pensamientos estaban muy lejos de allí. Pensaba en Lucas. Y también en Ruth. No los había visto en los dos cambios de clase anteriores, cuando salió al pasillo. Seguramente se habrían quedado dentro de clase. Eso no podía saberlo, porque no se había atrevido a asomarse. La que seguro que no había ido era Lorena. ¿Estaría enferma? Seguro que todos sus amigos estaban molestos con ella por pasar últimamente más tiempo con Gloria y las demás, que con ellos. Pero no podía soportar estar cerca de Lucas y Ruth, sabiendo lo que él sentía. ¡Estaba enamorado de ella! Además, Gloria y sus amigas la trataban genial. No comprendía por qué la gente hablaba tan mal de ellas.
Pero... algo en su interior la hacía sentirse mal. Echaba de menos a sus amigos. Y se sentía culpable. Quizás debería contarle a Ruth quién es en realidad Lmusic. Si, de todas formas, ella jamás accedería a salir con él. Al contrario, seguro que decidiría distanciarse para así evitar malentendidos. Y, sorprendentemente, a Ruth nunca le había gustado Lucas. ¿Por qué iba a empezar a gustarle a estas alturas? Natalia lo pensó unos segundos. A lo mejor contárselo no causaba ningún problema, sino que lo solucionaría todo. Además, cuando Ruth lo rechazara, posiblemente él decidiría olvidarla. ¡Qué estúpida había sido queriendo ocultárselo! Dentro de cinco minutos, cuando la campana sonase anunciando el comienzo del recreo, la buscaría para hablar con ella y contárselo todo. Pero... ¿y si se enfadaba por no habérselo dicho antes? No. Ruth era muy comprensiva y seguro que no se lo tomaba a mal.
-Nat. - Susurró Gloria a su lado, acercándose a su oído. - ¿Vienes conmigo a la cafetería cuando toquen?
Natalia permaneció en silencio un instante, mirándola a los ojos.
-Lo siento, pero tengo que hacer una cosa. Después iré a buscaros.
Gloria asintió con cara de pocos amigos. Era la primera vez que Natalia le decía que no a algo. Había estado muy rara durante la mañana...

Cuando sonó la campana, Natalia salió disparada hacia la clase de Ruth y esperó a que saliera. La última en salir fue Rebeca Fernández, la chica rara del instituto, que se le quedó mirando.
-Tú eres Natalia, ¿no? - Le dijo, sin sonreír y con la expresión inmutable.
-Sí... - Respondió la chica intimidada por los ojos azul claro de Rebeca, con quien nunca antes había hablado.
-No han venido.
-¿Quién? - Preguntó Natalia algo confusa al ver que la chica hablaba en plural.
-Ruth, Javi y Lucas. Los buscas a ellos, ¿no? Pues no han venido. No queda nadie aquí dentro.
-Ah... Y tú... ¿Tú sabes dónde están?
-No.
Después de eso, Rebeca siguió caminando, sin decir nada más, dejando allí a Natalia, plantada junto a la puerta del aula.
-¡Perdona, Rebeca! - Gritó antes de que desapareciera. La aludida se dio la vuelta y la observó en silencio, esperando a que dijese algo. - ¿Si ves a Ruth, podrías...?
-Date por vencida, Natalia. Ríndete de una vez.
La chica no daba crédito a lo que estaba escuchando. ¿Que se rindiera? ¿A qué se refería exactamente? Si no había dicho nada fuera de lo normal. Por un momento tuvo miedo de que aquella chica tan rara tuviera la capacidad de leerle el pensamiento.
-¿Qué... Qué quieres decir?
Rebeca no dijo nada más y se dio la vuelta de nuevo para continuar su camino. Natalia se quedó unos segundos en blanco, aturdida, y después se dirigió hacia la escalera para bajar al patio y buscar a las chicas. Tenía sed, así que sacó una moneda del bolsillo de su pantalón para comprarse una Coca-Cola Light en la máquina de refrescos. Cuando llegó, un chico la estaba utilizando, así que esperó a que terminara para acercarse ella. El joven se agachó para recoger su refresco y después se marchó, dejando la máquina libre. Antes de irse, miró un momento a Nat, que permanecía apoyada en la pared de enfrente, con los brazos cruzados, y le dedicó una sonrisa. Ella lo ignoró por completo y se acercó a la máquina. Introdujo la moneda, pulsó el botón y... nada. Producto agotado. ¡Vaya! Qué mala suerte. Recogió de nuevo su dinero y se dio la vuelta, decepcionada. Se sobresaltó muchísimo al ver al chico de antes frente a ella, con una enorme sonrisa.
-¿Qué ocurre? - Le preguntó sin dejar de sonreír.
-Te has llevado la última. - Dijo ella en tono de reproche, descubriendo una lata de Coca-Cola Light que el chico sostenía en la mano.
-Ah, ¿esto? Para ti, a mí me da igual beber otra cosa.
Y extendió el brazo, ofreciéndosela. Ella agarró la lata, sonriendo por primera vez, y tiró de la chapita para abrirla. Después dio un sorbo.
-Gracias. - Dijo, a la vez que le entregaba la moneda al chico.
-No, no, invito yo. - Respondió él devolviéndosela.
-Pues mejor. - Natalia se encogió de hombros, haciendo amagos de marcharse. - Nos vemos.
-Pero, si quieres, - continuó él – puedes invitarme tú a algo esta tarde. O, también podría invitarte yo otra vez.
Natalia levantó la mano que tenía libre despidiéndose de él, sin responder a su proposición. No le apetecía tomar nada con ningún chico que no fuera Lucas. Era mono, pero aún así no le llamaba demasiado la atención. Aunque tenía que reconocer que ese tipo de cosas conseguían que se sintiera un poco mejor consigo misma.
Gloria y las demás estaban junto a la puerta de entrada, sentadas en un banco. Al llegar Natalia, todas la saludaron alegremente. Eva y Tamara se separaron, dejando un espacio para que se sentara la recién llegada. Gloria, que estaba sentada en el respaldo, colocó una enorme caña de chocolate delante de Nat.
-¿Quieres? - Le dijo con una amplia sonrisa.
Querer, quería. Pero no podía permitírselo. Con dolor, agitó la cabeza de un lado a otro, a modo de negación.
-No, gracias. ¿Cómo podeis comer esas cosas y estar así de delgadas? - Preguntó con cierta envidia, intentando no mirar más aquel dulce tan apetitoso.
Las chicas se echaron a reír al escuchar el comentario de su amiga, que las miró sorprendida. ¿De qué se reían?
-Bueno... - Dijo Eva encogiéndose de hombros. - Yo siempre he dicho que mejor fuera que dentro.
Soltó otra carcajada.
-¿Qué quieres decir? - Natalia no estaba segura de si había interpretado bien lo que acababa de escuchar. - Vosotras... - Abrió la boca y metió en ella los dedos índice y corazón, fingiendo dar una arcada.
Las demás se miraron unas a otras, sonriendo. Nat no daba crédito: ¿cómo podían hacer algo así y decirlo como si nada?
-Bueno, solo cuando es necesario. ¿Tú no lo haces? - Esta vez fue Elena la que habló, mirándola con sus maquillados ojos azules.
-No, y creo que vosotras tampoco deberíais hacerlo...
-Bah, no es tan malo como piensas. Peor es estar gorda. - Eva desvió la mirada hacia un grupo de chicas que había a su izquierda. Eran cinco. Cuatro de ellas tenían un cuerpo normal, unas más delgada que otras, pero todas en su peso. Sin embargo, entre ellas había una con bastantes kilos de más. - ¿Veis a esa? Se llama Anabel y tiene dieciocho años. Está en segundo de bachiller, repitiendo. Bueno, pues nunca ha besado a un chico. Y me da la impresión de que seguirá así mucho tiempo. - Soltó una carcajada y las demás la siguieron, riendo también.
-¿Porque está gorda? - Preguntó Natalia mirándola con frialdad. - Estás siendo un poco superficial, ¿no te parece?
-Llámame lo que quieras, pero sigo pensando que si esa bacaburra perdiera un poco de peso tendría novio. Mírala, ¿cómo se puede ir así por la vida? - Eva hizo una mueca de asco.
-Pero Lucas le hace más caso a ella que a ti. - Señaló Gloria sonriendo maliciosamente, sabiendo que eso enfadaría mucho a su amiga.
-Lucas nunca le ha hecho caso a esa foca. - Dijo Eva rápidamente, fulminando a su amiga con la mirada. Sus ojos brillaban de furia. - Eso es lo que ella quisiera. Lo que pasa es que él siempre ha sido muy...
-Siempre ha sido una buena persona, que no juzga a los demás por su aspecto físico. - Añadió Gloria elevando un poco el tono de voz, y borrando la sonrisa de sus labios.
Natalia escuchaba la conversación perpleja. ¿Estaban hablando de su Lucas? ¿De Lucas Ortiz? ¿Es que a Eva le gustaba? ¿Y desde cuando Gloria lo conocía tan bien?
-¿De qué estais hablando? - Quiso saber Elena, que las observaba divertida. - ¿Qué pasa con Lucas y esa chica?
-¿No lo sabes? - Sonrió Gloria enseñando sus blanquísimos dientes. - ¿Se lo cuento, Eva?
-Cállate de una vez. A lo mejor quieres que les cuente yo lo que pasó aquel día en el local de Iván. O mejor... lo que ocurrió tres días después.
Gloria agachó la mirada ante los ojos desafiantes de Eva, dando por zanjada aquella discusión. Natalia se dio cuenta de que su expresión había cambiado por completo. A pesar de que intentaba esconder el rostro mirando al suelo, ella pudo ver cómo se humedecían sus ojos y se esforzaba por contener el llanto delante de sus amigas, que habían quedado muy decepcionadas porque terminara así todo aquello. La conversación se había puesto muy interesante y querían saber más. Natalia, en cambio, ya había escuchado suficiente. No sabía muy bien de qué habían estado hablando, pero desde luego, tenía claro que, fuera lo que fuese, no le haría demasiada ilusión.
-¿Ya está? ¿Así nos vais a dejar? - Se quejó Tamara.
-Creo que deberías pensar las cosas antes de decirlas, Eva. - Dijo Gloria, ignorando a Tamara por completo, y alzando de nuevo la vista hacia su otra amiga.
Después de decir esto, se dio la vuelta y se fue. Natalia tiró la lata de Coca-Cola a la papelera más cercana y la siguió sin mirar a las demás que, sorprendentemente, estaban disfrutando con todo aquello.
-¿Estás bien, Gloria? - Preguntó Nat, preocupada, cuando le dio alcance.
La aludida se dio la vuelta, dejando ver su rostro empapado en lágrimas. Sin decir nada, se lanzó a los brazos de su amiga, que la acogió en un fuerte abrazo, sin comprender absolutamente nada.

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