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jueves, 6 de enero de 2011

Capítulo 16

“Tú”

Encogió los pies al sentir el agua helada acariciando su piel. Cuando de nuevo una ola lo alcanzó, abrió sus ojos lentamente y bostezó. Era de día, pero parecía temprano. Miró a un lado, a otro. ¿Dónde estaba Ruth? Se puso en pie y decidió ir a buscarla. Probablemente estuviera en el lago del día anterior, habría ido de nuevo en busca de agua. Caminó por la arena blanca hasta la hierba, y se adentró en la pequeña selva, apartando con la mano todas las ramas que le impedían continuar. No estaba muy seguro de cómo llegar hasta el lago, pero no se detuvo, y se guió dejándose llevar por aquello que le resultaba más familiar. Escuchaba pájaros por todas partes, y también otros sonidos, quizás de algún insecto, pero un extraño vacío reinaba en la isla, y le ponía la piel de gallina. Tenía la sensación de que en cualquier momento aparecería un monstruo o algo parecido. Aceleró el paso, sentía que lo estaban persiguiendo, a pesar de no escuchar nada fuera de lo normal. Sus pies terminaron corriendo a toda velocidad, hasta que, por fin, dio con el lago, pero no era como lo recordaba. Estaba bañado por una niebla espesa que a penas le dejaba ver nada. Se abrió paso entre ella, caminando despacio, e intentando advertir algo entre aquella extraña masa de nubes que cada vez parecía hacerse más opaca. Como no sabía dónde pisaba, metió un pie en el agua, y lo volvió a sacar chasqueando la lengua, sintiendo empapadas las zapatillas de deporte. Escuchó algo, agua en movimiento, como si alguien se estuviera bañando en el lago, entre aquella tupida niebla.
-¿Ruth? - Preguntó el chico, sabiendo que no podía ser otra persona.
Intentó apartar la niebla con la mano, como si se tratase de humo, pero no le sirvió de nada. No sabía si adentrarse en el lago a buscar a su amiga, o salir corriendo de allí. Sin darle tiempo a decidirse, vio el contorno de una chica, que se estaba acercando a él. Era un contorno perfecto. Cuando estuvo cerca, pudo distinguir el rostro sonriente de Ruth. Estaba preciosa. Lucas no pudo evitar mirar su cuerpo, tan solo cubierto por un bikini negro. ¿De dónde lo había sacado? Qué más daba... estaba impresionante. Ella no dejó de sonreir, y tampoco de aproximarse a él. El corazón de Lucas latía con más fuerza conforme ella se acercaba. No sabía si decirle algo, pero tampoco se le ocurría nada que decir, así que la observó, hasta que, finalmente, estuvo frente a él. Sus cuerpos casi se rozaban. Ruth extendió los brazos y lo agarró por el cuello, sin borrar ni un segundo la sonrisa de sus labios. Sin decir nada, acercó su rostro al de Lucas lentamente, hasta unirse en un beso húmedo y lento. Él rodeó la cintura de la chica con los brazos y la acercó aún más a su cuerpo. No entendía nada de aquello, pero tampoco le importaba demasiado, cuando tenía los labios de Ruth sobre los suyos. Cerró los ojos y continuó besándola, sintiendo cómo la felicidad lo llenaba por completo. Cuando separaron sus labios, se volvieron a unir tras un breve instante, en otro beso, corto y muy tierno. La chica le acarició el rostro, mostrando de nuevo una sonrisa encantadora. Se miraron a los ojos, en silencio.
-Te quiero. - Susurró Ruth, con una dulzura que hizo que Lucas se estremeciera.
De pronto, la expresión de la chica cambió, y dejó de sonreir, sin apartar de él su mirada. Cuando iba a preguntarle qué ocurría, ella empezó a agitarlo, agarrándolo por los hombros.
-Lucas. - Dijo, sin dejar de menearlo. - ¡Lucas! - Esta vez su voz sonó más fuerte y diferente, y al escucharla fue como si viajara a otro lugar...
-¡Lucas, despierta! - Decía Ruth con efusividad, cuando él abrió los ojos, tremendamente aturdido. Pero qué... - ¡Ya era hora, hombre!
Tiró de su brazo, aunque no consiguió levantarlo, ya que él no puso de su parte: aún no estaba muy seguro de qué ocurría. Hacía tan solo un momento estaba en el lago, con ella. Estaban besándose. Tardó unos segundos en comprender que todo había sido un sueño. Un molesto ruido le inundaba los oídos, y eso lo aturdía aún más.
-¡Levántate, que vienen a buscarnos! - Exclamó ella con una enorme sonrisa, insistiendo en que su amigo se pusiera en pie.
Lucas balbuceó algo antes de encontrarle sentido a lo que acababa de decir su amiga. Aquel sueño había sido muy real y parte de él todavía se encontraba en el lago con la Ruth de su imaginación.
-¿Qué? - Logró decir tras varios intentos, y consiguiendo también ponerse de pie.
Una ráfaga de viento hizo que la arena se levantase, formando una enorme nube de polvo. Los chicos cerraron los ojos y la boca cuando la nube los alcanzó. Ruth tiró de él y empezaron a correr, alejándose de aquella polvareda. Cuando estuvieron a salvo, volvieron a abrir los ojos. Lucas quedó perplejo al ver ante ellos un helicóptero que descendía para aterrizar en la arena. El ruido taladraba sus oídos, y cada vez era más molesto, así que tuvieron que taparse las orejas con las manos, esperando a que aquel helicóptero terminase de aterrizar.

Había pasado bastante tiempo desde el amanecer, pero la luz del sol aún era tímida. La carretera estaba llena de coches; la acera de niños y adolescentes que cargaban con sus mochilas, caminando sin demasiada ilusión a la escuela, conscientes de la interminable mañana que les esperaba. Era lunes. Él debería estar de camino al instituto, también. Y Ruth. Y Lucas. Pero estaba allí, en el balcón de un hotel, apoyado en la barandilla. Y Ruth, y Lucas, estaban quién sabe dónde. Víctor respiró hondo. No había dormido en toda la noche, a pesar del cansancio y sufrimiento que estaba soportando su cuerpo. Lorena tampoco había podido pegar ojo, y estuvo allí con él durante casi toda la noche, aunque a penas habían hablado. Estaba seguro de que tampoco los demás habían dormido demasiado. Miró de nuevo su móvil, aunque sabía de sobra que no encontraría ninguna llamada, ningún mensaje, nada. No lo había soltado en toda la noche, manteniendo la esperanza de recibir alguna noticia. Apretó con fuerza el teléfono en su mano, sintiéndose impotente. Su hermana y su mejor amigo habían desaparecido, y él no estaba haciendo nada. Pero, ¿qué podía hacer más que confiar en la policía?
-Todavía estás aquí...
Víctor se dio la vuelta con desánimo y dedicó una débil sonrisa a Lorena, que lo abrazó con fuerza. Después le dio un beso fugaz en los labios. La chica vio cómo la esperanza se había desvanecido de los ojos de su novio, que se mantenía inexpresivo, como si su mente no se encontrase allí. Atrapó su rostro con las manos y retiró una lágrima con el pulgar. Le conmovió tanto ver a Víctor de aquella forma, que tuvo que contener sus ganas de echarse a llorar.
-No te rindas ahora. - Susurró intentando aparentar tranquilidad, sin éxito ninguno. Le temblaba la voz.
Víctor observó a Lorena, y sonrió abrazándola de nuevo. Sabía que ella estaba pasando por lo mismo que él. Una canción interrumpió el abrazo: King of the contradiction, de Sum 41. El chico rápidamente aceptó la llamada. Tras unos segundos escuchando con el móvil pegado a la oreja, Lorena vio cómo sus ojos recuperaban el brillo y la alegría que habían perdido desde la mañana del día anterior.

Ruth sentía cierta emoción por estar sobrevolando el mar dentro de un helicóptero que los había rescatado de una isla “desierta”. Jamás imaginó que podría ocurrirle algo así, algo que solo ocurría en las películas. Aunque, bueno, en una película hubiesen encontrado cocos.
Lucas iba sentado junto al piloto, en la parte delantera de la cabina, y ella iba detrás, mirando por la ventanilla con una sonrisa resplandeciente. Su estómago se quejaba constantemente, así que decidió que lo primero que haría al llegar a tierra firme, sería comer.
-¡Lucas! ¿No te parece emocionante todo esto? - Exclamó Ruth ilusionada, asomándose por encima del asiento de delante.
Él se echó a reír.
-Sí, lo es. Disfruta, que ya te queda poco.
Estaban llegando a la costa. Volaron por encima de la ciudad y, cuando estuvieron encima de un amplio descampado, el helicóptero comenzó a descender hasta detenerse en el suelo. Cuando salieron de él, los chicos vieron algunos coches de la policía y también a un grupo de personas correr hacia ellos. Se alegraron al descubrir que sus padres estaban allí. Cuando Ruth estuvo a punto de abrazar a su madre, alguien se interpuso entre ellas y la estrujó con fuerza, elevándola del suelo. Era Víctor. Permanecieron un rato abrazados y después él la contempló, como asegurándose de que realmente no eran imaginaciones suyas. Después volvió a abrazarla.
-No vuelvas a hacerme esto. Nunca.
Ruth se sintió conmovida por las palabras de su hermano. Con los ojos vidriosos, le dio un beso en la mejilla y después lo agarró por los hombros y clavó en él la mirada.
-Te he echado de menos. - Dijo, con la voz entrecortada.
El chico se apartó de ella, con el rostro iluminado por una enorme sonrisa, para dejar que su madre la abrazara, entre lágrimas.

Aún era temprano. El reloj marcaba la una del mediodía, pero, como los chicos habían estado en ayunas más de un día, entraron en un restaurante para comer. Además, con todo lo ocurrido, los demás a penas habían probado bocado el día anterior. Ruth sujetaba la carta ante su rostro, examinando cada uno de los menús. Su estómago le exigía que tomara pronto una decisión. Las fotografías de cada uno de los diferentes platos entre los que podía elegir le hacían la boca agua. Finalmente, y tras mucho meditar, se decidió por el solomillo en salsa, acompañado por una ración de patatas fritas. Desde el otro lado de la mesa, Lucas le dirigió una sonrisa entrañable, que ella correspondió con otra.
-¿Qué vas a pedir? - Le preguntó ella cerrando la carta y pasándosela a su hermano, que estaba sentado a su lado.
-Todavía no lo he decidido. Una pizza, quizás.
Lorena los observó, encantada de que de nuevo se llevasen bien. Incluso percibía algo que nunca había existido entre ellos dos. Sonrió, feliz de tenerlos por fin allí.


Durante la comida, Ruth y Lucas hablaron a los demás de su estancia en la isla. La chica se reía muchísimo cada vez que su amigo contaba algo, porque lo hacía exagerándolo todo y narrándolo de una manera que resultaba incluso emocionante. Después de comer permanecieron un rato más allí, descansando antes de ponerse en camino de vuelta a casa.
Regresaron a los coches, que previamente habían llenado con el equipaje. Javi iría en el mismo vehículo que Lucas y Lorena. Ruth abrió la puerta para subirse en el coche, pero sintió que alguien le tocaba el hombro por detrás. Se dio la vuelta y descubrió a Lucas.
-Toma. - Dijo, colocando la mano cerrada delante de su amiga.
La abrió, dejando ver una concha rosada con forma de flor.
-¡Ey! - Exclamó Ruth sorprendida, cogiéndola. - La había olvidado. ¡Gracias!
Él le sonrió y después, caminó hacia su coche. Antes de entrar en el suyo, Ruth echó una última mirada a Lucas y acarició la concha suavemente. Después la guardó en su puño, apretando con fuerza y, con una media sonrisa, pensó que ya no había nada que hacer: estaba perdida e irremediablemente enamorada de él.

1 comentario:

  1. Pues... genial, como siempre chica. Cada vez mejor, sigue así. Pronto subiré yo el mío!

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