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domingo, 25 de septiembre de 2011

Capítulo 55


Cuando todo ha estado a punto de echarse a perder, la satisfacción de lograrlo es mucho mayor”


-¿Dónde se habrá metido Ruth? Esto ya va a empezar – gritó preocupada Lorena, por encima del jaleo que se había formado a su alrededor.

Ella y Natalia estaban apretadas contra la barandilla que separaba al público del escenario, que ya estaban preparando para la actuación de The Muckers. Natalia se encogió de hombros y echó un vistazo hacia atrás, como si pretendiera encontrarla por alguna parte, para disimular que realmente le daba igual dónde estuviera.

-Ni idea. Pero como no se de prisa no va a poder entrar. ¿Has visto la de gente que hay aquí?

-Creo que se puede ir olvidando de la primera fila. – Sentía una angustia que le hacía imposible respirar con normalidad. No sabía si era por la multitud que se aplastaba contra ella, o porque ni su amiga ni la sorpresa llegarían a tiempo. Bueno, para la sorpresa desde luego ya era demasiado tarde, pero quería que Ruth estuviera allí con ellas cuando el primer grupo comenzara a tocar –. ¿Pero qué está haciendo? Solo tenía que recoger las camisetas y ducharse. Tendría que haber ido con ella.

-Deja de preocuparte tanto. Seguro que se las arregla.


Mientras tanto, detrás del escenario, Lucas se asomó una vez más para contemplar aterrado la cantidad de gente que lo escucharía cantar tan solo un rato después. Comprobó decepcionado que Ruth todavía no se había reunido con su hermana y Natalia, y resopló por décima vez en el último minuto.

-Tranquilo, tío. Todo va a salir bien. ¿Ha llegado ya mi hermana? – preguntó Víctor, que también parecía muy preocupado con ese tema.

-No. No sé qué estará haciendo... dijo que solo iba a ducharse y que estaría aquí antes de las diez. Pues ya son y media...

-Ella se toma su tiempo en la ducha. – En realidad, sabía que si Ruth llegaba tarde no era por eso. Era cierto que normalmente le llevaba un buen rato arreglarse, pero en ese caso habría sido capaz de acudir con la piel cubierta de espuma y una toalla enrollada alrededor del cuerpo. Era por ello que tenía miedo de que le hubiese pasado algo –. La voy a llamar... – Y después de unos segundos negó con la cabeza –: Apagado.

Volvió a asomarse, pero aún no había llegado.

Les llegó el sonido de la batería desde el escenario, y se acercaron un poco para ver la actuación de The Muckers. Víctor alzó una ceja al ver que a Lorena le faltaba poco para saltar a la plataforma. Gritaba como una loca y hacía fotos sin parar. El rostro inquieto de hacía un momento había desaparecido.

Party Poison, una canción de My Chemical Romance, había enloquecido al público, que saltaba y cantaba al ritmo de la música.

-¿Has visto a Lorena? – dijo Javi partiéndose de risa.

-Sí... y más le vale subirse al escenario y arrancarme la ropa a mordiscos cuando estemos ahí arriba – respondió Víctor.

Después de tres canciones, todas ellas versiones de grupos conocidos, Lorena atrapó la baqueta que el batería de The Muckers tiró al público, y empezó a dar saltos, eufórica, mientras levantaba el brazo mostrándole su captura a todo el mundo.

Era su turno.

No tardaron mucho en prepararles el escenario, y Javi fue el primero en saltar sobre él, sonriendo a los espectadores con el rostro coloreado por las luces de colores que envolvían el ambiente. Saludó agitando los brazos mientras Víctor ocupaba su lugar en la batería y comenzaba a hacer girar las baquetas entre los dedos con agilidad. Rebeca fue la siguiente, que se encaró a los oyentes con una sonrisa torcida mientras los gritos de entusiasmo le aceleraban el corazón. Procuró tranquilizarse y se detuvo en el extremo opuesto al de Javi, dejando la zona central al vocalista.

Lucas dudó un instante, muerto de miedo, incapaz de moverse, antes de obligarse a saltar sobre la plataforma y mirar a todas aquellas personas. Cientos. Cientos de caras expectantes. Cientos de miradas puestas en él. Caminó temiendo desmayarse de un momento a otro, mientras aplausos, silbidos y chillidos de voces femeninas le producían un zumbido ensordecedor en los oídos. Todo parecía dar vueltas en espiral. No se atrevía a mirar a su hermana, porque sabía que no encontraría a Ruth con ella... Sus manos se agitaban de forma exagerada, cerradas en puños, y el sudor le recorría la piel de todo el cuerpo. No se sentía capaz. Le daba pánico que llegara el momento, que llegara el momento de pegar los labios al micrófono y cantar. Su voz lo había abandonado. Lo sabía. Y sabía que, por su culpa, el final de Deep&Blue llegaría antes de tener la oportunidad de emprender el camino. El corazón le latía desesperado, y se estrellaba contra su pecho como si luchara por escapar de allí, lo más lejos posible. Escuchaba su nombre en boca de todas aquellas chicas de su instituto que habían ido a verle hacer algo que sobrepasaba sus límites. Finalmente lo hizo, buscó a Lorena con el terror esculpido en las pupilas, y vio que ella lo observaba con preocupación, siendo la única persona del público en silencio absoluto.

Cuando se dio cuenta de que su hermano le prestaba atención, movió los labios pronunciando algo que no comprendió muy bien. Pero sus ojos le mostraban confianza. Una confianza que no lograron transmitirle.


Saltó del autobús en cuanto las puertas empezaron a doblarse, atravesando el estrecho hueco que había entre ellas antes de deslizarse hacia los lados, y corrió como nunca lo había hecho antes, tropezándose varias veces. Se obligó a ir con más calma al bajar la interminable escalera que llevaba al descampado, sintiendo el sudor en la nuca y la frente, y recordando que no se había duchado, y que todavía llevaba el chándal que se había puesto esa mañana.

Escuchó el sonido del bajo dando comienzo a Skumfuk, y se torturó pensando que era imperdonable perderse esa entrada de Javi, no estar en la primera fila viendo cómo su amigo le enseñaba a todos lo que sabía hacer. Cogió aire por la sorpresa cuando escuchó la voz de Rebeca, una voz celestial, dulce, envolvente, que tiró de ella entre la multitud.

Se estrelló con un chico, derramando el vaso con un litro de cerveza que sostenía en la mano, y se disculpó sin detenerse, empujando por donde pasaba y pidiendo perdón a todo aquel con el que se topaba. No fue esa la única bebida que terminó en el suelo o en alguna camiseta por su culpa. Pero no le importaba. Tenía que llegar hasta allí...

Estaba cerca. Podía ver a Rebeca abrazada al micro, con los ojos cerrados, pronunciando la letra de una canción que ella se sabía de memoria. Fue ella quien hizo intervenir la guitarra por primera vez, seguida por Lucas y Víctor.

Al llegar a la segunda fila, las chicas que ocupaban el sitio le bloquearon el paso.

-Por favor. Por favor, dejadme pasar. Son mis amigos. Por favor.

-¿Conoces al vocalista? – preguntó una de ellas dándose la vuelta, con los ojos como platos y una sonrisa que mostraba unos dientes desordenados.

-Sí, sí. Claro que lo conozco. Si me dejáis pasar prometo presentaros después del concierto. Lo prometo. ¿Qué me decís? Por favor – suplicó desesperada, viendo que se iba a terminar la introducción antes de que ella estuviera colocada en primera fila. Se preguntó si Lucas ya la habría visto.

-Está bien, te haremos un hueco.

-Gracias. Gracias, de verdad. Os prometo que lo conoceréis cuando esto termine.

-¡Ruth! – La voz la alcanzó mientras una mano se agarraba a su brazo con fuerza. Era Lorena. Las separaban tan solo tres chicos, así que tiró de ella, luchando por llevarla a su lado. Y lo consiguió –. ¿Dónde diablos te habías metido? Bueno, ya hablaremos luego.

Ruth se agarró a la barandilla, aplastada por la multitud que tenía a su espalda, y elevó la vista hasta Lucas. Cuando sus miradas se encontraron fue como si todo quedara en silencio un segundo, como si el resto del mundo se hubiese detenido. Y entonces, al ver su sonrisa y descubrir la confianza naciendo en sus ojos, gritó con todas sus fuerzas, curvando las manos a los lados de la boca, simulando un altavoz.

-¡Vamos! ¡Puedes hacerlo!

Y lo hizo... Se inclinó sobre el micro y comenzó a cantar incluso mejor de lo que lo había hecho en los ensayos. El pelo se movía por el viento golpeándole la frente. Llevaba una camiseta negra de manga corta, y los vaqueros gastados tenían un agujero que dejaba parte de su rodilla al descubierto, arrugándose ligeramente sobre sus converse grises. Estaba guapísimo con la luz azulada iluminando su rostro, y el dorado de sus ojos parecía brillar con la misma intensidad que cualquiera de los focos. La guitarra colgaba de él y acompañaba su voz obedeciendo el movimiento de sus manos, que sabían bien lo que hacían. Las palabras parecían formar parte de los labios perfectos del chico.

De no ser porque solo era capaz de mirarlo a él, se habría dado cuenta de que Rebeca sonreía de oreja a oreja.

Alguien la empujó por detrás después del primer estribillo, intentando colarse entre ella y Lorena. Era Eva, que le propinó un buen codazo en las costillas mientras le dedicaba una mirada de odio y confusión al mismo tiempo. Pero no le permitió pasar. Y no lo habría permitido por nada del mundo.

Cantaron a todo pulmón, con los brazos agitando el aire y saltando cuanto les permitía la presión ejercida por la gente que se movía tras ellas, y cuando terminó la primera canción, Ruth vio que su hermano la estaba mirando, y se golpeó la muñeca con el dedo recordándole que llegaba tarde. Ella se echó a reír y después siguió disfrutando del resto del concierto, mientras Lorena captaba cada momento con la cámara. Grabó en vídeo el solo de guitarra inicial de la última canción: The kids aren't alright, que inició Rebeca, seguida por Lucas. Cuando Víctor intervino surgió una ola de gritos del público.

Fue una actuación impresionante.

3 comentarios:

  1. Tenia el corazón a mil!! no sabia si le iba a dar tiempo a llegar, madre mía, que capitulo, quiero mas!!! Por favor!
    Mil gracias :)

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  2. Dios!! capitulazo total1! :D Eso si que es amor entre dos personas!! =D
    Más más más más más y pronto por favor!!
    Gracias por esta gran historia!! :D

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  3. que capitulo más chulo :) espero el siguiente!

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