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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capítulo 54

Los límites los ponemos nosotros. La vida solo nos reta. Tú decides hasta dónde quieres llegar”


Hacía una temperatura perfecta a las seis de la tarde. El cielo estaba despejado y una leve brisa les acariciaba mientras charlaban sentados en las escaleras que bajaban hasta el descampado donde se celebraría el festival.

Ruth hundió los dientes en un donut que acababa de comprar en una pastelería de camino hacia allá, mientras contemplaba el panorama. La gente ya había empezado a llegar, a pesar de que era temprano. Algunos grupitos de jóvenes bebían cerveza en los puestos de bebidas, y otros estaban sentados en el césped que había a la izquierda del enorme escenario. Para cuando el primer grupo, The Muckers, comenzara a tocar a las diez y media de la noche, aquello ya estaría atestado de gente.

Lucas estaba como ausente, aislado en sus pensamientos. Movía las piernas sin cesar, con los brazos sobre las rodillas, descansando en un escalón. Ruth sonrió y se levantó para sentarse junto a él, mientras Javi y Víctor hablaban emocionados sobre cómo sería la noche.

-¿Asustado? – preguntó con dulzura.

-Qué va – mintió –. Bueno, quizás un poco. De acuerdo, estoy aterrado. – Soltó una carcajada para acompañar su confesión.

-Es normal. Es vuestro primer concierto. Pero estoy segura de que lo haréis genial.

Él le mostró una sonrisa encantadora y después le cogió la mano.

-Espero que sí.

-¡Oh, Dios! ¡Fijaos, son The Muckers! – La voz de Lorena los distrajo de su conversación– ¡The Muckers está aquí! ¡The Muckers! ¡The Muckers!

-Hala, corre a saludarlos – la animó Víctor, divertido por la reacción de su novia, y le dio una palmadita en la espalda.

-¿Yo? ¿Qué dices? ¡Qué vergüenza!

Lorena era una fan empedernida de The Muckers que, aunque no era un grupo muy prestigioso, había actuado en varias ocasiones en fiestas de la ciudad, y desde hacía dos años, también había participado en el Festival de Abril. Víctor sabía que el batería le volvía loca, del modo en que un ídolo vuelve loca a su admiradora, pero no le importaba, le parecía muy graciosa cuando se comportaba como una groupi.

Los cinco músicos bajaban por la escalera, riendo, y antes de que se dieran cuenta, Lorena se había unido a ellos. La recibieron con simpatía, y le dieron dos besos cada uno. Después intercambió algunas palabras con el batería, un chico oriental bastante guapo. Seguramente le estaría confesando su admiración, porque notaron cómo el muchacho se sonrojaba, poco acostumbrado a ser él quien recibiera los halagos. Ella regresó con sus amigos con los ojos como platos y una sonrisa de oreja a oreja. Desde lejos, el batería de The Muckers le hizo un guiño.

-Ya no sé si esto me gusta tanto – se quejó Víctor abrazando a su novia y mirando desafiante al atractivo músico oriental.


Cerca de las siete y media, Ruth se despidió de los demás hasta las diez, y emprendió su camino hacia el instituto. Cogió un autobús a fin de no llegar demasiado tarde. No le gustaría nada encontrarse con que, cuando llegara, aquello ya estuviera vacío.

Por suerte llegó a tiempo, y cuando entró y vio que el conserje dormía plácidamente sentado en su minúscula silla (de la que parecía imposible que pudiese salir), y apoyado sobre la fotocopiadora, se quedó boquiabierta. Aquel hombre no le caía muy bien, pero le dio un poco de pena, ya que siempre parecía muy cansado.

No tenía tiempo que perder. Todavía tenía que ir a su casa, ducharse, y regresar al festival antes de las diez. Y todo eso no podía llevarle más de dos horas, así que corrió escaleras arriba y entró fugaz a la clase de Lorena, donde habían dejado las camisetas.

Volvió a la planta baja, esta vez con la bolsa en la mano, y se dio un golpe muy fuerte en la rodilla cuando intentó abrir la puerta de la entrada de un empujón, como solía hacer. No se abrió.

Desvió la mirada hacia el conserje, que seguía roncando mientras el charquito de babas bajo su mejilla se hacía más y más grande. Intentó de nuevo abrir la puerta, pero fue inútil. Estaba cerrada con llave. Un sudor frío empezó a humedecerle la frente. Se intentó tranquilizar mientras caminaba hacia el mostrador, y después se aclaró la garganta. Al ver que el hombre no mostraba ningún tipo de reacción, decidió que lo mejor sería hablar.

-Disculpe – dijo, sin resultado. Lo intentó por segunda vez, elevando el tono de voz –. ¡Disculpe!

Nada. Lo volvió a intentar unas cuantas veces, pero fue en vano. Así que se acercó a la puerta de conserjería con la intención de despertarlo de cualquier forma, pero estaba cerrada. Genial.

Suspiró, rindiéndose. ¿Qué podía hacer ahora? Tenía que salir de allí...

En su cabeza resonaron las palabras que le había prometido a Lucas... Él contaba con verla en primera fila.

“¡Ya sé! – pensó, con un brote de esperanza latiendo en su pecho –: Las ventanas. ¡Eso es!”

Podía utilizar las ventanas de la planta baja para salir. Tampoco sería tan difícil. Quizás acabaría con algunos arañazos, por culpa de los rosales que crecían alrededor del edificio, pero al menos llegaría a tiempo al concierto. Corrió por el pasillo y entró en el laboratorio, que era la puerta más cercana. Cuando vio los barrotes que se elevaban sobre las ventanas como afiladas espadas de hierro, sintió que el corazón se le detenía y la sangre se le congelaba en las venas.

No. No. ¡No!

Sabía que encontraría el mismo obstáculo en cada aula, pero no por ello se rindió. Recorrió toda la planta en busca de una salida, pero no le sirvió de nada. No podía escapar.

Y entonces, cuando todo parecía perdido, recordó aquel día, cuando aún estaba en tercero, que sus amigas le retaron a salir por la ventana del cuarto de baño. Lo hizo. Pudo salir entonces. Sus ojos brillaron cuando entró en el aseo y vio la pequeña ventanita, libre de barrotes, que iluminaba levemente el retrete con la luz que se colaba desde la calle. Cerró el váter y puso encima los pies. Luego se impulsó hasta que las piernas quedaron fuera del edificio y el resto del cuerpo dentro. Sintió ganas de vomitar cuando, al intentar deslizarse hacia abajo, las caderas no le permitieron continuar.

No puede ser, pensó alarmada.

Empujó con todas sus fuerzas, pero solo consiguió hacerse daño. Finalmente se rindió, y ayudándose de las manos regresó al interior, con un ligero dolor abrasándole los muslos.

No puede ser, se repitió saliendo de allí, y se juró a sí misma que jamás volvería a probar un donut.

Se acurrucó en la escalera y dejó que las lágrimas de impotencia se le derramaran por las mejillas. Eso era lo único que podía hacer. Buscó el móvil en su bolso. Al menos tendría que avisar a Lucas de que no iba a asistir al concierto... Pero cuando pulsó la tecla de llamada, el teléfono se apagó, con la batería agotada. Maldijo las nuevas tecnologías, que cuando de verdad hacían falta nunca se podía contar con ellas, y después siguió llorando desconsolada. Media hora. Y otra. Y otra más. Y luego otra media hora. Y así pasó las dos horas siguientes, a lágrima viva y preguntándose por qué tenía que pasarle aquello.

Intentó consolarse pensando en Lucas, pero no en el Lucas que pronto pasearía la vista entre el público y no la vería allí, sino en el Lucas de unos meses atrás. Recordó momentos que habían vivido juntos... La isla, los ensayos, las tardes de francés, la noche en el Golden River, aquella vez que pasaron la tarde en el instituto para ayudar a su profesora a Biología a hacer la pancarta...

Levantó la cabeza de golpe ante aquel recuerdo, con los ojos muy abiertos.

Recordó cómo Lucas había quemado los bordes de un papel con aspecto antiguo para colocarlo sobre el cartel, y cómo la llama se había extendido más de lo debido, obligándolo a soplar para extinguir el fuego. Después ella había bromeado diciendo que tuviera cuidado... que podrían salir ardiendo...

¿Y qué harías si eso pasara? Si se incendiara esto”, había preguntado él. “Yo creo que saldría por la ventana. Fíjate, si saltase a ese conducto de ventilación la caída no sería tan grande”.

Aquella vez le había parecido un disparate, pero en ese momento supo que era lo que la sacaría de allí. Se puso en pie de un salto y corrió escaleras arriba, dirigiendo cada paso en dirección al aula de dibujo. Se detuvo frente a la ventana, la abrió, y asomó la cabeza sin dejar de repetirse las palabras de Lucas. Sintió vértigo, pero sería capaz de conseguirlo.

Suspiró intentando expulsar el miedo, y se prometió que no miraría abajo mientras pasaba una pierna al otro lado de la ventana, con la bolsa de las camisetas atada al asa del bolso. De la pared sobresalía una estrecha cenefa de ladrillo, que le serviría, si tenía cuidado, para poner los pies. Mientras daba un par de pasos, muy despacio, hacia el conducto de ventilación, un ligero mareo convirtió sus piernas en gelatina.

“Ay, madre” se decía a sí misma procurando no mirar los rosales de abajo.

Le pareció que había pasado una eternidad desde que salió por la ventana hasta que sus pies descansaron sobre el conducto, temblando como si bajo ella hubiera un terremoto.

Los barrotes de una de las ventanas de la planta baja se encontraban a un paso, así que se enganchó a ellos sin mucha agilidad, y saltó al suelo, junto al último rosal del arriate. La adrenalina le agitaba el corazón casi con violencia, y tuvo que sentarse un momento con la espalda sobre la pared, incapaz de dar un paso más. Todo le daba vueltas, pero por fin estaba fuera.

Tras unos minutos de descanso bien merecidos echó a correr hacia la parada del bus que la dejaría justo al lado del festival.

Comprobó la hora en el reloj del vehículo, y se le revolvió el estómago al ver que eran las once. Deep&Blue actuaba en segundo lugar, después de The Muckers. Calculó mentalmente el tiempo que tardaría el primer grupo en tocar, y cuánto llevaría después preparar el escenario para sus amigos. Suspiró: todavía podía llegar a tiempo... aún había esperanza.

3 comentarios:

  1. Quiero que pongas ya el 55!! me vas a volver loca de la poca paciencia que tengo en esperar si llegará o no llegará a tiempo!! ains... ésto si que es intriga!!
    Un gran capítulo!!
    Muuuuaks guapa! ;)

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  2. diosss porr favor tiene que llegar a tiempo!! Nos dejas en el mejor momento, espero que puedas subir pronto el sigueinte capi :D
    Gracias!!

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  3. Dios,dioos,diooos!! ojala que llegue a tiempo.. pobre Ruth, pero por lo menos Eva no se a salido con la suya.. TOMA YA! xD un besiiito!y porfavor publica prontito el siguiente:)

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