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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Capítulo 50

Seguir mis propios pasos”


-¿Qué vas a pedir? – preguntó Ángel asomando la mirada por encima de la carta.

Natalia se encogió de hombros y apretó los labios.

-¿Ensalada?

-¿Por qué no pedimos una pizza a medias? Aquí las hacen enormes, y no creo que pueda comerme una yo solo.

-Sí que puedes. Ya lo has hecho otras veces.

-Otras veces tenía más hambre que hoy.

-Pues pide otra cosa. A mí me apetece ensalada.

-Vale. ¿Puedo recomendarte una?

Lo miró alzando una ceja, y dudó un instante.

-Claro.

-La tropical está buenísima.

Nat observó la carta, y leyó cada uno de los ingredientes que llevaba la ensalada tropical. Finalmente negó con la cabeza.

-Lleva mayonesa.

-¿Qué tiene de malo la mayonesa?

-Casi setecientas calorías por cien gramos. Y colesterol. Y más de un cincuenta por ciento de grasas.

-¿Te has planteado estudiar nutrición?

-Creo que la ensalada de pollo está bien – sentenció fulminándolo con la mirada. ¿Por qué siempre tenía que salir con el mismo tema?

-No puedes pedirte una ensalada de pollo cuando salgas conmigo.

-No puedes decirme lo que tengo que comer y lo que no. Y no estoy saliendo contigo. Solo hemos ido a cenar al bar de la esquina, como hacemos tres veces por semana. ¿Qué diablos te pasa?

-¿Y eso no es salir? Vaya, eres muy dura a veces. ¿Qué crees que debería pedirme?

-¿No te ibas a pedir una pizza?

-Yo quería una pizza a medias, pero tú no estás por la labor.

Natalia puso los ojos en blanco.

-Vale, pesado. ¿Quieres que coma pizza? Comeré pizza. Compartiré la dichosa pizza contigo. ¿Contento?

-Mucho. ¿De qué la quieres?

-Vegetariana. Y sin queso.

-Yo había pensado más bien en algo como barbacoa o pepperoni. Aunque si quieres podemos pedir la de pollo, o la de atún. ¿Qué me dices?

Natalia se echó a reír. No pudo evitarlo. Ángel sonrió, satisfecho. Le encantaba su risa. Se le formaban dos hoyitos, uno junto a cada comisura, y se le achinaban los ojos, y le brillaban. Además, tenía una dentadura perfecta.

-Puedes conmigo, Ángel. – La sonrisa permaneció intacta en su rostro.

-Está bien, vegetariana entonces. Después de todo, es la única de la carta que no he probado todavía. – Observó una vez más el librillo que sostenía entre las manos, y añadió –: ¿Y si les decimos que nos pongan un poco de jamón york? Ya sabes, para que tenga un poco más de sustancia.

Soltó de nuevo una carcajada.

-Me parece bien.


Después de cenar, caminaron despacio por la calle peatonal, sin un rumbo fijo. Natalia se sentía un poco culpable, porque sabía de sobra que Ángel se había quedado con hambre (normalmente cenaba una pizza él solo sin ningún problema), y lo miró agradecida. Porque lo había hecho por ella. Se preocupaba por ella. Por eso siempre sacaba a relucir el tema de la comida, a pesar de que sabía bien que le incomodaba. Pero cada vez que salían a cenar intentaba que pidiera algo “normal”.

Aquella vez se había sorprendido a ella misma comiendo pizza. No recordaba cuánto tiempo hacía desde la última vez que la había probado. Ahora hacía lo posible por ignorar ese remordimiento que la consumía por dentro cada vez que comía algo que no debía.

Aunque realmente... ¿tanto iba a engordar por comer pizza de vez en cuando? Ángel le decía que estaba demasiado delgada, y, si era sincera, le gustaba oírlo. Desde luego, había adelgazado, porque los pantalones viejos ya no le servían.

-¿Puedo echarte una foto? – Aquella pregunta le pilló por sorpresa.

-¿Y eso? – quiso saber ella, sonriendo y sin dejar de caminar.

-Estás muy guapa con esta luz.

-Bueno... ¿Cómo me pongo?

Intentó encontrar la postura adecuada para la foto, pero ninguna le convencía. ¿Sonreía? O tal vez una expresión seria, como si estuviera pensando en algo interesante.

-No te pongas. Sé tú misma.

-Eso es imposible cuando te van a hacer una foto.

Ángel volvió a guardar la cámara encogiéndose de hombros y retomó el paso. Ella hizo lo mismo.

-Entonces mejor lo dejamos. Es una lástima, porque el viento te daba en la cara, echándote el pelo hacia atrás.

-Al parecer no soy una buena modelo. – La luz cegadora del flash la rodeó durante un segundo, y al mismo tiempo escuchó el sonido de la cámara haciendo una foto –. ¡Eh, eso no vale! ¡Me has sacado hablando! – Otro flash. Ambos empezaron a reír –. ¡Para ya!

Luchó por quitarle la cámara, intentó esconderse de ella, agitó la cabeza con la intención de salir borrosa, pero el flash siempre conseguía atraparla, y terminaron haciéndose más de cuarenta fotos juntos.

Después se sentaron en unos escalones que había junto al escaparate de una tienda de videojuegos, y se partieron de risa viendo todas las imágenes.

-¿Ves? Sales guapísima.

Nat no respondió, pero lo cierto es que pensaba que tenía razón... salía guapa en aquellas fotos. Se le veía tan sonriente. Tan feliz... Y sí, la luz naranja de las farolas le sentaba genial. Y el viento en la cara. O quizás no era la luz. Ni el viento. Tal vez se tratara de Ángel...

5 comentarios:

  1. Ohhhh, un nuevo romance a la vista :P :P
    Gracias por el capi, espero el siguiente :D
    Feliz tarde!!

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  2. Uhh, hacia muchisimo que no me pasaba :(
    Lo siento! Pero me lo he pasado genial leyendo los capitulos que me faltaban ^^
    O sea...Lucas es kfahfkshflka *-* y Ruth, podria coger algo de vidilla jajaja. Se preocupa demasiado por natalia, cuando ella está tan ricamente con Ángel. Que por cierto, hacen una pareja de 10! Me encantan, el siempre es muy... nosé... muy él jejeje Que bien me explico ¿no? Ahora en serio, me gusta mucho!
    Besoos

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  3. WWAAAAA!!!! todos los capitulos me han encantado!!! y me encanta por que waaa! derrepente estoy leyendo riendome y luego toda concentrada WAAA!!!! amo esta historia la amo!! cuando la llevas con alguna editorial para tener tu historia en mi librero! :)

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  4. ¡hola! Sabes que me encanta tu historia! Y por eso te he premiado en mi blog! <3 Pásate ;)
    http://beautyfromtheinsideellibro.blogspot.com/2011/09/premios.html

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