¡Visita mis otros blogs!

domingo, 27 de marzo de 2011

Capítulo 22

“Caminaría a tu lado para siempre, como esta noche, y jamás me cansaría de acompañar tus pasos”

-¡Se ha hecho tardísimo! - exclamó Ruth comprobando la hora en su móvil. - Son más de las diez.
Lucas y ella se habían tenido que quedar un rato más en el instituto para limpiar la pintura que Ruth había derramado, y el tiempo había pasado sin que se dieran cuenta. Salieron del edificio, donde aún permanecían algunos alumnos del nocturno, y caminaron despacio por la acera, bajo la luz de las farolas. La chica levantó un poco la mirada para observar a Lucas, y dejó escapar una sonrisa que pronto apagó mordiéndose el labio inferior, y devolviendo su atención al suelo. Aquella tarde había sido genial... No recordaba cuánto hacía que no lo pasaba tan bien. Esas horas junto a él le habían hecho darse cuenta de que era entonces cuando estaba empezando a conocerlo de verdad.
Volvió a mirar a su amigo, sintiendo cada vez con más fuerza los latidos de su corazón. ¿Cómo había llegado a ese punto? ¿Desde cuándo Lucas provocaba en ella esa sensación? Hasta hacía poco no era más que un buen amigo, y jamás hubiese podido imaginar que sentiría al mirarlo lo que en aquel momento estaba sintiendo. Contuvo un suspiro. Sabía que no era bueno sentir algo por el chico de quien está enamorada tu mejor amiga y, a pesar de eso, estar con él la hacía feliz. Y esa felicidad era más poderosa que cualquier sentimiento de culpabilidad.
-¿Te acompaño a casa? – se ofreció Lucas adornando sus palabras con una sonrisa cautivadora.
Aunque en realidad se moría de ganas por aceptar, Ruth permaneció en silencio unos segundos, debatiendo consigo misma si era correcto permitir que fuera el deseo de pasar un rato más con él quien diera una respuesta.
-No te preocupes. Puedo ir sola.
El chico volvió a sonreír, esta vez con la mirada fija en el suelo, y después se encogió de hombros.
-Sabes que lo haré de todos modos.
Lo sabía. Por eso, y porque prefería hacer el camino hacia su casa junto a él, no se resistió. Caminaban en silencio, escuchando únicamente sus pasos, lentos y sincronizados, y los coches que circulaban por la calzada. A pesar de no ser muy tarde, había poco tráfico. Sentía la calidez de la piel de Lucas cuando sus brazos rozaban al caminar, y esto la hacía estremecerse. Cada vez estaban más cerca, hasta que también sus manos rozaron, e instintivamente Ruth retiró la suya, ruborizándose. Se sorprendió cuando él la buscó de nuevo y, con suavidad, casi como si se tratase de una caricia, entrelazó sus dedos con los de ella.
-Lucas... - dijo la chica soltándolo.
-¿Qué tiene de malo cogerte la mano?
-Lo sabes de sobra.
-Somos amigos. Os he visto mil veces a mi hermana y a ti de la mano.
-Pero no creo que me hayas visto nunca con Javi.
-Pues eso es sexismo, que lo sepas – rió él.
-Qué morro tienes – añadió ella riendo también.
Charlaron durante el resto del paseo como si no hubiera pasado nada, haciéndose el camino muy corto, quizás más de lo que a ellos les hubiese gustado.
-Bueno... – suspiró Ruth cuando llegaron a la puerta de su casa.
No quería que Lucas se fuera... le apetecía estar un rato más con él, simplemente hablando. Lo miró, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, y con esa sonrisa tan maravillosa. ¿Sería raro pedirle que se quedase en la puerta con ella solo un rato más? No debía hacerlo...
-Bueno – repitió él revolviendo el pelo de la chica.
Después se giró para marcharse. Ruth no sabía muy bien por qué hizo aquello, quizás porque la conversación que había tenido con Javi por la tarde volvía a repetirse en su cabeza, o simplemente no quería que se fuera todavía. O quizás fue su brazo el que, tomando vida propia, se extendió hasta la mano de Lucas antes de que pudiese guardarla de nuevo en el bolsillo, y la agarró con suavidad. El chico se dio la vuelta atónito. No se esperaba para nada aquel gesto, y muchísimo menos lo que hizo después. Se acercó a él, despacio, y dejó caer la cabeza sobre su hombro, sin soltarle la mano. Lucas respondió rodeándola con ternura, utilizando el brazo que le quedaba libre. No comprendía nada de nada. Y la verdad era que ella tampoco. ¿Pero qué estaba haciendo? ¿Por qué había dejado de importarle lo que Natalia sentía por él? Era su mejor amiga... y aún así... se sentía tan cómoda con Lucas.
-Pero... Ruth – el chico aún no había salido de su asombro. - ¿Estás bien?
-Sí – respondió ella retirándose. - Estoy bien.
Los dos permanecieron en silencio unos segundos, extrañados por lo que acababa de suceder.
-Me... me voy – la voz de Ruth sonaba como quien se acaba de despertar.
Caminó hacia atrás, de espaldas, con torpeza, hasta que se topó con el escalón de la entrada. Consiguió mantenerse en pie.
-Sí, yo también... nos vemos mañana en clase.
La chica entró en su casa y se dejó caer en la puerta. Sus labios se curvaron en una sonrisa, sin saber que al otro lado Lucas estaba haciendo exactamente lo mismo.

Era el primer día de octubre y el día se presentaba nublado y bastante frío. A pesar de eso, Ruth se despertó temprano y totalmente descansada, por lo que llegó pronto al instituto. Se encontró a Gemma Castillo y Sandra González sentadas junto a la ventana cuando entró en clase.
-¡Buenos días, Ruth! Qué raro que llegues tan temprano – saludó la primera abriendo sus enormes ojos verdes como gesto de sorpresa.
-Pues ya ves, hoy no me apetecía estar en la cama – rió la recién llegada.
-¡Mira! ¡Ahí está, Gemma! ¡Ese es! - gritó de pronto Sandra con euforia, señalando por la ventana.
La aludida se asomó para descubrir lo que su amiga quería enseñarle.
-¡Vaya! Pues sí que es guapo – exclamó con una sonrisa pícara que estiró las pecas de sus mejillas. - Pero creo que Lucas sigue por delante. Para mí siempre será el más guapo del instituto – tras decir esto echó una mirada a Ruth. - No le vayas a decir nada, que últimamente os lleváis muy bien, y no quiero que lleguen este tipo de comentarios a oídos de Rubén.
Rubén era el novio de Gemma.
-Pero, ¿de qué estáis hablando? Que yo me he perdido el resto de la conversación.
-¿No te has enterado? Ha venido un chico nuevo al instituto, y es guapísimo. Lo único que sé ahora mismo de él es que está en segundo de sociales y que se llama Ismael. Seguro que se convierte en el nuevo objetivo de Eva.
Sandra sabía todo lo que ocurría en el instituto. Jamás perdía detalle. Conocía la vida de cada uno de los alumnos, desde primero de la ESO hasta segundo de bachiller.
-No. Le ha dado fuerte con Lucas, y creo que no parará hasta llevárselo a la cama, como a todos.
-Y caerá, porque va de duro con las tías, pero lleva el cromosoma Y en sus genes, y contra eso no hay nada que pueda hacer.
Las dos rieron antes los ojos de Ruth, que escuchaba la conversación algo incómoda. Aunque sabía de sobra que Lucas nunca se acostaría con Eva, le había molestado ese comentario.
-Hablando del rey de Roma – susurró Sandra dirigiendo la mirada y una enorme sonrisa hacia la puerta de la clase.
Las otras dos chicas hicieron lo mismo. Lucas acababa de llegar.
-Buenas – saludó sin mucho entusiasmo al pasar junto a ellas para colocarse en su sitio.
-Definitivamente, él es más guapo – escuchó Ruth decir a Gemma antes de ir en busca del recién llegado.
Se había mostrado un poco borde al saludarlas. ¿Es que las había escuchado mientras hablaban de él? No, eso era imposible. Cuando llegó hasta él descubrió que tenía el rostro pálido y parecía muy cansado, como si hubiera pasado toda la noche sin pegar ojo.
-¿Estás bien? - le preguntó preocupada.
El chico colgó su mochila de la silla y se sentó, bostezando.
-No he dormido mucho, pero estoy bien.
Ella se sentó junto a él, ocupando el sitio de Javi y soltando la mochila en el suelo, mientras Lucas se dejaba caer sobre la mesa, utilizando sus brazos de almohada.
-¿Y por qué has dormido poco?
En ese momento apareció Lorena, que se dirigió directamente hacia su hermano. Éste, después de comprobar quién era la que acababa de llegar, volvió a guardar el rostro entre sus brazos.
-¡Idiota! - gritó agachándose frente a él y soltando sobre la mesa lo que parecía ser un trabajo de matemáticas. - Lo acabo de encontrar en mi mochila.
-¿Y me llamas idiota?
Ella acarició el pelo rubio de su hermano y después le dio un beso. Él continuó con la cabeza escondida.
-Qué tonto eres.
-Sigue.
-No me lo merezco, Lucas. Ayer te traté fatal.
-Dímelo a mí.
-¿Me perdonas?
El chico levantó la cabeza y se sentó apoyando la espalda en el duro respaldo de la silla.
-Lorena, yo lo que sí quiero es que entiendas que no puedes ponerte como te pusiste ayer cada vez que algo no te salga a la primera.
-Lo sé, lo siento mucho...
-Y que sepas que la próxima vez que me trates así te las vas a tener que arreglar tú sola...
-Gracias, Lucas, de verdad. Y siento haberme cargado otro de tus tomos de Death Note... esta misma tarde de compro uno igual.
-¿Que has hecho qué? - exclamó Lucas abriendo mucho los ojos.
-Bueno... me voy ya, que van a tocar dentro de poco... y... - dijo Lorena mientras se alejaba de ellos en dirección a la puerta. - ¡Adiós, Ruth!
-Sí... vete, anda.
-¿Entonces le has hecho un trabajo a Lorena? - preguntó Ruth. Aquel gesto la había conmovido. Incluso le habían dado unas ganas enormes de abrazarlo. - Por eso tienes tanto sueño... te has pasado toda la noche haciéndolo.
La clase se había ido llenando de gente poco a poco, y ya eran pocos los alumnos que faltaban por ocupar sus sillas. Se notaba que era Francisco Jiménez quien daría clase a primera hora. De no ser así, hubiese habido tizas y aviones de papel volando por todas partes, y ni una sola silla hubiera estado ocupada.
-Ayer cuando llegué me la encontré en el salón muy alterada porque no sabía hacerlo. Mis padres estaban enfadados con ella, y no me extraña, porque tal y como me trató cuando me ofrecí a ayudarla... al final decidió no hacer el trabajo, y yo le dije que ni hablar, que se sentara a terminarlo, así que empezamos a pelearnos – Lucas soltó un suspiro y después continuó. - Pero cuando me iba a acostar la escuché llorar en su cuarto y me dio pena, así que...
-Qué bueno eres. Me pregunto si Víctor haría lo mismo por mí.
Lucas empezó a reir.
-Creéme, lo haría sin pensárselo.

-¡Ey! Tú eres... Víctor, ¿verdad?
El aludido se dio la vuelta para descubrir tras él al chico que se había incorporado el día anterior al instituto. ¿Cómo se llamaba? ¿Ismael?
-Ese soy yo – respondió con una amplia sonrisa. - Y tú eras Ismael, ¿no? Encantado, tío.
-¿Te importa si me siento aquí? El sitio donde me senté ayer está ocupado y no sé... - dijo señalando la silla vacía que había junto a Víctor.
-Claro, hombre, siéntate. Es el sitio de Carlos, pero no creo que le importe demasiado... - miró a Carlos mientras decía esto. - Está demasiado ocupado metiéndole mano a su novia como para que le importe.
-Gracias, tío. No conozco a nadie aquí.
-¡Bah! Ya verás como te acostumbras rápido. Si quieres puedes venir conmigo y con mis amigos en el recreo.
-Ayer te vi con una rubita al salir de clase. ¿Es tu novia?
Víctor se echó a reír.
-¿Ruth? ¿Mi novia, dices? ¡Qué va, tío, es mi hermana!
-Ruth, ¿eh? - los labios de Ismael se tornaron en una sonrisa.
Víctor volvió a reír, esta vez con más fuerza.
-No pierdas el tiempo, mi hermana no se va a liar contigo.
-¿Tú crees?
-Chaval, ya te gustaría – exclamó sin borrar la sonrisa de su rostro.
-¿Cómo estás tan seguro de que me diría que no?
-Lo estoy.
-¿Sigue en pie lo de irme con vosotros en el recreo?
-Sí.
-Estupendo.
-Tú – la sonrisa de Víctor seguía intacta. - A mi hermana ni tocarla.

2 comentarios:

  1. No se porque algo me dice que el nuevo y Lucas no se van a llevar muy bien, o por lo menos que va a ver un trio de celos (: Estare atenta, un gran beso. Sigue asi(:

    ResponderEliminar
  2. uy uy uyy la que se avecinaaaa...!! Ismael, eh? Chaval, tienes a un contrincante demasiado fuertee jajaja

    ResponderEliminar