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domingo, 16 de octubre de 2011

Capítulo 58

Es increíble cómo alguien puede romper tu corazón, y sin embargo sigues amándole con cada uno de esos pedacitos”

Dedicatoria que alguien me escribió una vez en la agenda.


A las siete ya estaba en su casa, preparándose para la gran noche. ¡Estaba tan nerviosa que se cayeron al suelo las tenacillas! Se iba a rizar el pelo, pero después de la caída, dejó de funcionar. Resopló mientras enrollaba el cable alrededor.

-¡Venga ya, lenta! ¡Necesito mear!

Víctor llevaba un rato golpeando la puerta, así que la abrió y lo dejó pasar un momento, mientras ella se extendía una crema de limón sobre las piernas, encerrada en su habitación. Estaba muy contenta, así que puso música alegre. Algo de Zebrahead. Y mientras tarareaba Playmate of the year se preguntó qué se pondría Lucas, y sonrió, segura de que no iba a arreglarse mucho.

Todas las chicas llevarían vestidos elegantes, la mayoría de ellas, supuso, de color negro. Pero ella había preparado un modelito menos formal. Unos vaqueros desteñidos y llenos de agujeros descansaban encima de la cama, junto a una camiseta blanca de tirantes finos y con poco escote. Acompañaría el conjunto con unas sandalias sencillas, sin tacón. Lucas le había dicho que le gustaba más cuando iba poco arreglada, cuando era ella misma. Y quería sorprenderlo acudiendo a una fiesta midiendo doce centímetros menos de lo habitual en esas ocasiones.

Regresó al cuarto de baño para maquillarse. No se maquillaría mucho, solo lo necesario. Un poco de colorete... un toque de lápiz negro, y un poco de cacao de fresa. Lista.

Gracias al percance con las tenacillas, terminó antes de lo previsto, así que pudo caminar tranquilamente hacia el Golden River, con un millón de pensamientos amontonándose en su cabeza y un largo trayecto que recorrer. No cogería el autobús. Tenía tiempo de sobra.

Intentó imaginar las palabras que habría escogido Lucas para su discurso. Fueran cuales fuesen, seguro que era perfecto. Se lo imaginó en su casa, nervioso ante la idea de hablar delante de todos. Aunque, quizás después del concierto, su miedo escénico se habría disipado un poco.

Llegó tres minutos antes de las nueve, y se sentó en uno de los banquitos, a esperar. Estaba segura de que no tardaría mucho en verlo aparecer, y mordiéndose el labio, se entretuvo mirando a unos niños que jugaban cerca de ella, tirándose por el tobogán y lanzándose puñados de tierra.

Volvió a mirar el reloj a las nueve y cinco, y después a las nueve y diez. Era muy raro que Lucas llegara tarde. Sacó el móvil para llamarlo, pero pensó que aún era pronto. Tenía que ser paciente.

A las nueve y veinte lo llamó, empezando a preocuparse. ¿Y si le había pasado algo? Pero estaba apagado. Movió las piernas, nerviosa, dando pequeños golpecitos sobre el suelo.

¿Es que la había dejado plantada? No... cómo iba Lucas a hacer algo así. Marcó el número de Lorena y esperó un par de toques, hasta que su voz, llena de vitalidad, le respondió.

-Lorena, ¿se ha marchado ya tu hermano?

-Sí, se fue hace una hora o así, ¿por qué? ¿No ha llegado todavía?

-No... he intentado llamarlo, pero tiene el móvil apagado. ¿Crees que le habrá pasado algo?

-Mmm... me encontré antes su móvil descuartizado en su habitación. Los trocitos llegaban de una punta a otra, supongo que estaría desesperado con lo del discurso y lo pagó con él. Tranquila, no creo que le haya pasado nada...

Notó la preocupación en su voz, algo totalmente contrario a lo que pretendía transmitir.

-Bueno... esperaré un poco más. Nos vemos esta noche, ¿vale?

-De acuerdo. Y no te agobies, ¿eh? Que seguro que no es nada.

-Claro...


-¡¿Es que te has vuelto loca?!

Eva frunció el ceño mientras retiraba ligeramente el teléfono de la oreja para que la voz de Ismael no la dejara sorda. ¿Cuántas veces la habían llamado loca en los últimos meses?

-Vamos a ver, pedazo de idiota. Te acabo de poner a Ruth en bandeja, ¿y así es como me lo agradeces?

-Voy a colgar.

-Ahora mismo estará sola y desconsolada, esperando a que llegue Lucas. ¿Vas a dejarla allí, llorando a lágrima viva?

Quería que Ruth entrara en el gimnasio acompañada de Ismael, y que Lucas los viera juntos, y decidiera olvidarse de ella para siempre. Pero Ismael colgó sin decir nada más.


Estúpida Eva... ¿por qué tenía que meterlo a él en todos sus fregados? Salió de casa en dirección al instituto, pero cambió el rumbo al imaginarse a Ruth sola, sentada en un banco, y llorando con las manos en la cara. No podía dejarla allí... Iría y se lo explicaría todo. Ella lo comprendería y le daría las gracias, y después él la dejaría marchar con Lucas. No debía aprovecharse de la situación, aunque tuvo que reconocer que se sentía tentado a hacerlo.

Al doblar la esquina del enorme hotel, la vio...

Allí estaba ella, efectivamente, llorando, pero no tenía las manos cubriéndole el rostro. No. Era mucho peor. Dejaba al descubierto un río de lágrimas corriéndole por las mejillas y derramándose sobre sus vaqueros. Se sintió tan conmovido que deseó consolarla entre sus brazos, y acariciarle el pelo hasta que dejase de llorar.

Y cuando Ruth lo vio y se abalanzó sobre él, hundiendo la cara en su pecho, no se sintió con fuerzas para decirle la verdad. ¿Tan malo sería aprovecharse solo un poquito de la situación?

Le daba vergüenza preguntarle por qué lloraba, cuando conocía de sobra el motivo, así que fue un alivio que ella se decidiera a hablar primero, aunque fuera para disculparse por su efusivo comportamiento. Se separó de él sorbiéndose la nariz.

-Lo siento...

-Tranquila.

-Había quedado con Lucas, pero no ha aparecido.

Suspiró. Era el momento.

-Verás, Ruth...

-¡No lo entiendo! ¿Por qué? A lo mejor le ha pasado algo... En cualquier caso, me alegro de que hayas aparecido, Ismael.

Otra vez... Al decirle esas cosas le arrebataba de golpe todas las ganas de explicarle lo sucedido.

-Bueno, tranquilízate. Vamos a ir al instituto, a ver si está allí. ¿De acuerdo?


Leyó por décima vez su discurso. Ya casi se lo sabía de memoria, y cada vez le convencía menos, así que decidió que no volvería a leerlo hasta que no tuviera el micrófono delante y a todo el instituto pendiente de él. Sintió un ligero mareo al imaginar lo que le esperaba.

Echó un vistazo a su alrededor. La gente ya había empezado a llegar, y la presencia del alumnado se notaba, sobre todo, en el ruido que ocupaba el gimnasio. El mensaje de Ruth se había incrustado en su memoria del mismo modo que los rasgos que definen una escultura. Estaba tan enfadado que ni siquiera pensaba pedirle una explicación.

Justo cuando decidió salir a tomar el aire para relajarse un poco, los vio entrar. No se podía decir que rebosaran felicidad, pero allí estaban, juntos.

Ruth lo vio inmediatamente, puesto que estaba sentado sobre el pequeño escenario, y clavó su mirada en él como un cuchillo afilado. Casi sintió el corte de sus pupilas en la piel. Una mirada capaz de arrancarle a uno el corazón. No comprendió aquello. Era él quien tenía derecho a mirarla de ese modo. Mantuvieron los ojos fijos el uno en el otro unos segundos, pero después ella cogió aire por la nariz, lo expulsó, y giró la cara perdiéndose entre la gente mientras colocaba la mano sobre la espalda de Ismael. Aquella imagen lo destrozó por completo. No se podía creer que aquello estuviera sucediendo de verdad. Se vio tentado a arrojar el micro fuera de la plataforma de una patada, pero logró contenerse. Cerró los ojos, y cuando los volvió a abrir se encontró con el papel del discurso arrugado en su puño, y con Víctor.

-Tío... ¿estás bien?

-Genial.

-Ah. Bueno. Ahora... ¿me explicas por qué diablos mi hermana acaba de entrar por la puerta con ese capullo?

Lucas se encogió de hombros con indiferencia.

-¿Por qué no se lo preguntas a ella? Me ha dejado tirado para venir con él.

-¿Qué dices? Si se ha pasado la tarde hablando de...

-Lucas, ve preparándote. Tendrás que intervenir dentro de poco.

Era la profesora de Inglés. Lucas asintió con una sonrisa cansada y se levantó.

-Me voy, luego hablamos. – Resopló –. La que me espera.


-Ruth, ¿qué haces aquí? El discurso va a empezar ya – dijo Lorena tirando de su brazo, cuando la encontró sentada en un banco bajo los árboles del patio.

-Déjame. No pienso escuchar ese discurso.

-¿Qué estás diciendo?

-Pues eso. Avísame cuando termine. Yo estaré aquí... perdiendo el tiempo. Igual que he hecho estos últimos meses.

Lorena se sentó a su lado y le pasó un brazo por el hombro cuando se dio cuenta de que Ruth estaba llorando.

-Eh...

-¿Sabes? Tengo una norma: no salir con un chico que te hace llorar dos veces la misma noche. Y esta es la segunda.

-¿Desde cuándo tienes esa norma?

-Desde hoy mismo.

-Ruth... ¿Qué ha pasado?

-Es tu hermano. No puedes ver todo esto de manera objetiva. Y eso no me vale ahora.

Se enjugó las lágrimas en vano, porque brotaron más antes de que se hubiera deshecho de las primeras.

-Claro que puedo. Y si hay que decirle cuatro cosas bien dichas y darle un tortazo, pues se le da. Ven aquí – añadió mientras la abrazaba.

-¿Por qué no ha venido, Lorena?

-No lo sé...

“Pero seguro que hay alguna explicación” pensó para sus adentros. Decidió no decirlo en voz alta. Cuando tu amiga está llorando por un tío porque le ha dado plantón, de ningún modo puedes sugerir que él tiene algo de razón, aunque ese tío sea tu hermano, y aunque sepas de sobra que, sea como sea, algo de razón tiene que tener. Quizás fuera cierto que no podía ser objetiva.

-Escucha, Ruth. Vamos a ir ahí dentro y vamos a escuchar ese discurso. Y después le damos una paliza si quieres. Pero, por favor, es mi hermano y no me lo puedo perder.

Ruth no pudo evitar reír.

-Está bien. Además, si lo hace fatal tengo que verlo. Dime que lo va a hacer fatal, aunque sea la mentira más gorda que hayas dicho en tu vida.

-Claro que lo va a hacer fatal.


Estuvo genial.

El discurso fue brillante y muy conmovedor. Algunas chicas incluso lloraron un poco. Esas lágrimas de emoción que produce en algunas personas el hablar de la unión entre compañeros y los años y momentos compartidos por todos.

Después del acto, Lucas desapareció.

1 comentario:

  1. jooo, que pena me ha dado, pobre Ruth!!
    espero que subas el siguiente pronto.
    Feliz semana :)

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