“Te quiero”
La música hacía vibrar el suelo del gimnasio, y grupitos de gente se amontonaban ocupando el espacio. Bailaban, bebían, otros solo hablaban. Caras conocidas por todas partes, y manos que intentaban detenerla para charlar mientras recorría aquello por tercera vez, buscándolo...
...Pero no había rastro de Lucas.
Alguien la agarró del brazo y ella se dio la vuelta. Se disculparía por no poder pararse a hablar. Pero, al ver que era Natalia, se quedó paralizada en medio de la multitud. Le pareció que era más alta que de costumbre, y después cayó en la cuenta de que llevaba unos tacones altísimos, y ella no. Unos vaqueros muy ceñidos marcaban el contorno de sus piernas, tan delgadas que se preguntó cómo podían arrastrar aquellos zapatos. Llevaba un top palabra de honor, que se abría en gasas de colores claros, dejando ver ligeramente el contorno de su cintura bajo la ropa. El pelo le caía ondulado sobre los hombros y hasta debajo del pecho, una cascada de chocolate. Le llegó el olor de su perfume, el mismo que usaba desde hacía años, y se sintió embriagada por la nostalgia. Esos ojos que tanto había visto llorar ahora la miraban con un brillo completamente nuevo, envueltos por unas pestañas inmensas.
Allí estaba su amiga, la de siempre. Sin rencor en la mirada. Como si el tiempo hubiese retrocedido de pronto diez meses. Aunque había algo diferente en ella. ¿Qué era?
-¿Estás buscando a Lucas?
La pregunta le pilló por sorpresa. Asintió, agachando la mirada, sintiéndose culpable. Cuando volvió a mirar a Nat, vio que estaba sonriendo. Una sonrisa amable y cercana que había creído perdida para siempre. Continuó hablando, y su voz sonó dulce, a pesar de la estruendosa música.
-No está aquí. Acabo de llegar, y viniendo hacia el instituto lo he visto entrar en el Golden River. No tengo ni idea de qué hacía por allí, pero quizás tú lo sepas.
¿En el Golden River? Al escuchar eso Ruth lo comprendió todo... Sí, claro que lo sabía... sabía perfectamente lo que Lucas había ido a buscar allí: soledad, calma, libertad, un lugar en el que poder pensar sin interrupciones, sin nadie más... Un lugar que te invita a dejarlo todo atrás por un momento y dedicar todo tu ser a... sentir. ¿Por qué no se le habría ocurrido antes?
-¿Qué diablos haces ahí parada? – siguió diciendo Natalia, sin borrar la sonrisa de sus labios. Ruth la miró, confundida –. ¡Vamos! ¿A qué esperas? ¡Corre a por él! ¡Ah! Pero antes... toma.
Agarró la muñeca de Ruth y colocó el pañuelo negro sobre su mano, viendo cómo los ojos de la chica se humedecían de recuerdos. Sus dedos se pasearon por la prenda, que se deslizó entre ellos como si quisieran acariciar su piel. Abrió la boca para hablar, pero su voz se negaba a salir. Volvió a intentarlo, sin conseguir más que un susurro, apagado por el ruido que hacía retumbar los altavoces.
-Esto es...
Fue sorprendente cómo Natalia comprendió sus palabras, o quizás solo comprendió lo que su amiga sentía, y no hizo falta nada más para darle una respuesta.
-Sí... El pañuelo de Lmusic. Y por cierto, que sepas que fue un cobarde al taparte los ojos, ¿eh?
Ruth sonrió al mismo tiempo que una lágrima se deslizaba por su mejilla, pero después recuperó una expresión seria, mientras intentaba hallar en la chica un resquicio de dolor, de ese dolor que siempre había ido de la mano de su amor hacia Lucas. Pero no estaba.
-Nat, yo...
-No digas nada, Ruth. – Aunque intentó evitarlo, también ella se puso a llorar –. Soy yo la única que te debe una explicación. Bueno... – Rió –, puede que unas cuantas.
Se miraron un momento y después se abrazaron con fuerza, lanzándose la una a los brazos de la otra... como si todos los abrazos que no se habían dado quedaran guardados en uno solo, y un pañuelo hubiese traído de vuelta una amistad herida y guardada en un cajón bajo llave. Lloraron, y estrechándose aún, Natalia habló, con la voz ahogada en lágrimas y emoción:
-Te he echado de menos. Te he echado mucho de menos.
-Yo también... No sabes cuánto.
Se separaron y se enjugaron las lágrimas.
-Vaya dos tontas, ¿eh? – sollozó Ruth.
Natalia soltó una risilla torpe, y se sorbió la nariz antes de señalar la puerta con la cabeza, indicándole que se marchara.
-Anda, vete ya. No esperes demasiado.
Se sonrieron por última vez, y después cada una caminó en una dirección.
-¡Nat! – gritó, con la esperanza de que su amiga pudiera oírla. Tuvo suerte y volvió la cabeza hacia ella, haciendo que las ondas de su pelo brillaran, deslizándose desde el hombro a la espalda –. ¡Estás guapísima!
-¡Como siempre! – bromeó, guiñándole un ojo y soltando una carcajada –. ¡Tú estás increíble!
Y dicho esto, salió del gimnasio y corrió, sintiendo la ilusión de haber recuperado una parte muy valiosa de su vida... su mejor amiga, y deseando con todas sus fuerzas que Lucas aún estuviera en el Golden River.
Atravesó la calle del instituto, con el pañuelo retorciéndose en ondas negras a su lado. La parada de bus estaba cerca, así que no le llevó mucho tiempo llegar hasta ella. La línea trece la dejaba justo enfrente del hotel pero, por desgracia, justo al doblar la esquina, vio que el autobús ya había cerrado las puertas y comenzaba a avanzar por la carretera. ¡Sin ella!
“¡No, no, no!” pensó, desesperada.
Tenía dos opciones, y ninguna apetecible: correr detrás del autobús y hacer que el conductor detuviera el vehículo solo por ella, o esperar diez minutos a que llegara el siguiente. Diez minutos no era mucho tiempo, y salir corriendo para detener un autobús siempre le había dado una vergüenza enorme, pero algo dentro de ella la impulsó a mover las piernas con toda la rapidez que fue capaz, y a alzar la mano con la intención de que el conductor la viera.
Y lo logró.
El vehículo se paró y las puertas se abrieron. Muchos pasajeros le dedicaron miradas fulminantes, pero no le importó en absoluto. Ocupó un asiento libre, respirando con dificultad por la carrera, y contempló su reflejo en la ventanilla, descubriendo una sonrisa en sus labios.
Salió disparada de allí en cuanto llegaron a la parada frente al hotel, y cruzó la carretera a toda prisa. Le preocupaba que Bea, la recepcionista, no la dejara pasar.
Cuando entró, la chica la miró con cierta sorpresa, y respondió a la pregunta que formulaban impacientes los ojos de Ruth:
-Está arriba... – No pudo resistirse al gesto de súplica que le hacía la recién llegada al otro lado del mostrador. ¿Acaso se puede decir “no” al amor? –. De acuerdo... Sube, pero ten cuidado de que no te vea nadie, ¿eh? ¡Entre los dos me acabaréis metiendo en un lío!
-Gracias, Bea. ¡Gracias, de verdad!
Subió en el ascensor hasta el último piso, llegó hasta el final del pasillo, y suspiró aliviada al ver que la puerta del pequeño desván no estaba cerrada con llave. Mientras subía por la trampilla recordó la vez que Lucas la había llevado allí con él... y había compartido con ella su mayor secreto. Algo que no había compartido con nadie más...
Se detuvo al llegar arriba, contemplando la silueta oscura de Lucas, dándole la espalda. Desvió la vista al pañuelo que aún sostenían sus dedos y después caminó lentamente, intentando no hacer ruido, hacia el chico. Se agachó tras él y descubrió que sus ojos estaban cerrados y que escuchaba música con los auriculares.
El viento le agitaba el pelo y la ropa, y sus brazos descansaban sobre las rodillas. El MP4 sobre el suelo, a su lado. Echó un vistazo a la pantalla y sonrió al leer el título de la canción que estaba escuchando. Su canción.
Con ternura, le colocó una mano sobre la cara, tapándole los ojos. Lucas se sobresaltó e intentó darse la vuelta, pero ella hizo lo posible por mantenerlo en la misma posición. Él se desprendió de los auriculares de un tirón, con la respiración agitada.
-Tranquilo – susurró Ruth, acercándose a su oído, sin permitirle ver todavía –. Soy yo.
El chico se calmó al escuchar la voz de Ruth, y no luchó por liberarse.
Ella deslizó el pañuelo lentamente, hasta que ocupó el lugar de su mano, y lo anudó en la nuca. Al retirar la mano con que le había cubierto los ojos, extendió los dedos, y sintió cómo el aire enfriaba las lágrimas que humedecían la palma.
Tenía muchas cosas que decirle, que confesarle, que compartir con él. Pero antes que nada, debía explicarle lo que había sucedido.
-Yo no te envié ese mensaje. Fue Eva, que no sé cómo consiguió hacerse con mi móvil. Te estuve esperando en el parque, sin saber que no vendrías, hasta que apareció Ismael. Intenté llamarte, pensando que te habría pasado algo, pero tenías el móvil apagado. Después él me lo explicó todo...
Al ver que sonreía, se calmó un poco. Permaneció en silencio un rato, y él tampoco dijo nada, solo entrelazó sus dedos con los de ella y esperó a que continuara. Ella se decidió al fin, con la voz rota por mil sentimientos que le estremecían el corazón.
-No he estado bien esta noche, ¿sabes? Porque no soportaba la idea de perderte. Pensé... ¿Ya está? ¿Cómo puede algo tan grande desaparecer en un momento? Y después me puse a recordar, y supe que nunca encontraría a nadie como tú... Porque solo tú podrías inventarte un pseudónimo y conseguir hablar conmigo todos los días durante un año y medio sin que sospechara nada. Bueno, quizás en eso te ayudé un poco... porque hay que ponerme las cosas delante de las narices para que me entere. – Soltó una carcajada –. Pero, Lucas, solo tú podías ser quien se perdiera conmigo en mitad del mar, después de colgarse como un mono de un barco, para terminar en la única isla desierta que queda en todo el planeta... Me enseñaste que la lluvia es algo... mágico, con muchas cosas que contarnos, y que abrir los brazos bajo una tormenta es toda una experiencia. – Él intentó desatar el pañuelo, pero ella lo detuvo, cogiéndole la muñeca –. Espera, aún no he terminado. De ti he aprendido que la razón no puede comprenderlo todo... ¡no puede comprender ni una milésima parte del todo! Te quedaste conmigo un sábado por la noche porque tenía fiebre... ¡Gracias a ti he visto el mejor anime del mundo! Me soportaste una tarde tras otra estudiando francés, y compartiste conmigo el único lugar que tenías para evadirte del mundo y estar solo... ¡Además! Me regalaste por Navidad una mochila de panditas.
Lucas rió, y su risa revelaba que las palabras de Ruth habían conseguido conmoverle. Otro silencio. Los destellos de la calle llegaban hasta ellos, creando una frontera entre luz y oscuridad. La chica continuó, y ahora su voz sonó quebrada: había aprovechado el silencio para dejar escapar las lágrimas que llevaban luchando por salir todo el monólogo.
-No... no podía terminar así. Todavía tenemos que ir juntos a un concierto de Sum41, ¿recuerdas? Y tienes que enseñarme a tocar la guitarra...
Lucas se retiró la venda, y poniéndose en pie la miró a los ojos. Se inclinó para besar una lágrima que brillaba en el pómulo, apoyando la frente en la de ella mientras le cogía la mano.
-Te quiero, Ruth.
El pulso se le disparó.
-Yo también. Te quiero. ¡Salté de una ventana por ti! Si eso no lo demuestra...
Él sonrió y le hundió una mano en el pelo, que volaba como seda dorada, dejándose llevar por el viento.
Bajo la luz de la luna se unieron sus labios, igual que dos piezas de un puzzle por fin completo. Se fundieron en un beso tierno e interminable, envueltos por el sonido lejano de los fuegos artificiales. A sus pies cayó el pañuelo, cubriendo el suelo, donde, escondidas en los auriculares, las cuerdas de una guitarra daban vida a esa canción, motivo de cada uno de sus sueños... With me.
PARA TODOS VOSOTROS... GRACIAS :)
Hace poco más de dos años mi vida me llevó a una situación difícil. Hace poco más de dos años, me enamoré del chico al que siempre había querido mi mejor amiga. Tuve que enfrentarme al dolor de la elección, decidiendo quedarme al lado de ella, mientras luchaba conmigo misma para no contestar a los mensajes que él me enviaba, para no dejarme llevar por sus palabras que tanto prometían.
Con tanta impotencia en mi interior, tanta confusión, tantos sentimientos que necesitaba sacar fuera de mí, me senté un día frente al ordenador y comencé a escribir una historia que hablara de la mía propia, que me sirviera como un apoyo en el que poder dejar caer cada uno de mis pensamientos, todas esas sensaciones que estaba experimentando: el valor a renunciar, la dificultad de elegir, la duda que se presenta cuando debes tomar una decisión.
Escribí el primer capítulo de With me a finales del verano de 2009, y abandoné la historia hasta un año más tarde. Durante ese tiempo, los personajes fueron tomando vida en mi cabeza, la historia fue construyéndose poco a poco sin ser escrita, con cada canción que escuchaba, con cada experiencia que vivía...
La retomé hace un año, más o menos, deseosa de plasmar todas esas ideas que tanto tiempo me habían rondado la cabeza. No podía parar de escribir...
Comencé a publicar la historia en el blog, decidida a compartirla con más personas... y me encontré con algo que en absoluto esperaba, y que ha significado todo para mí...
Me refiero a vosotros.
Jamás podría agradeceros todo lo que me habéis dado... todo el apoyo. Cada comentario ha sido un escalón para continuar, y debo deciros... GRACIAS. Gracias por todo... Estaré aquí para cada uno de vosotros, siempre.
Sara... ¿Qué puedo decirte? Si tú fuiste la primera en conocer With me, la primera en ofrecerme su mano, y has estado ahí hasta entonces. Me ha encantado conocerte. Eres una persona maravillosa y con mucho talento. Sabes que me encanta tu historia. Mil gracias :)
@Umm_myers... No se me olvida la entrevista que se perdió. Pero, a pesar de eso, fue un momento inolvidable, como nunca podré olvidar las entradas que me has dedicado en tu blog, o tus palabras animándome SIEMPRE. Muchas gracias... Aquí me tienes para lo que necesites ;)
Irene... he guardado tus mensajes en una carpeta de gmail exclusivamente para ti. Porque quiero conservarlos para siempre. Gracias por tus palabras, han significado tanto para mí que nunca podría terminar de agradecértelo. Sigue escribiendo, llegarás lejos.
“Porque tu feliz”... me encantaría saber tu nombre. También tú has estado conmigo desde el principio, has comentado cada capítulo, me has animado a seguir adelante. Quiero decirte que eres genial... ¡Gracias, preciosa!
Lucía... Buah, nunca podría explicar lo que sentía con cada comentario que me escribías en Tuenti. Eran tan motivadores que me tenían sonriendo durante un buen rato. Gracias a ti también ;)
Bren Chao... No sé si leerás esto, ya que tú sigues la historia desde Tuenti, pero aún así diré que tus comentarios han significado mucho para mí... Gracias por ofrecerme eso con cada capítulo. Eres increíble ^^
Andrea... :) Conociste With me por Twitter y desde entonces has seguido a mi lado... hasta ahora. Gracias a ti también, guapísima!
Angélica, Cynthia, Mimy, Marina, Alba, Hanna, Manuela, Verónica, Bea, Purpleshine12, Sarai, Liia, Bárbara, Nessy, Daniela, Esperanza, Alexandra, Patri, Renata, Elisea... Y todos aquellos que no he nombrado... GRACIAS...
Nunca os olvidaré...
A veces la vida se complica, nos enfrenta a situaciones que preferiríamos no vivir... pero os diré algo... NUNCA DEJÉIS DE SONREÍR.